El de este 26 de enero es otro intento fallido de Venezuela para sacar a Nicolás Maduro del poder. El referendo revocatorio contra el heredero de Hugo Chávez perfila un fracaso rotundo ante lo que, alegan los opositores, es una falta de garantías para sacar adelante un proceso democrático en el país.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptó la solicitud para recoger firmas del Movimiento Venezolano por el Revocatorio (Mover) en la noche del viernes 21 de enero y anunció la fecha para la jornada de búsqueda de las mismas para este miércoles 26, con apenas cinco días de antelación, cuando la norma traza que debe darse un plazo mínimo de 15 días entre la ratificación de la solicitud y la jornada de la recolección.
A diferencia del sistema colombiano, en donde los voluntarios que respaldan la iniciativa se movilizan por las ciudades buscando las firmas, en Venezuela ese trámite se hace mediante máquinas dispuestas en centros de votación. En una convocatoria normal, el país habilitaría 14.000 lugares para ese fin, pero esta vez solo acreditó 1.200.
Los promotores debían recoger 4,5 millones de manifestaciones de apoyo al referendo revocatorio que funcionan así: una persona acude al puesto de votación, se identifica de forma biométrica y firma a favor de la convocatoria a las urnas. Todo ese proceso, apuntaron sus organizadores, tardaba al menos dos minutos, por lo que el principal problema radica en el plazo dado por la autoridad electoral para gestionar el referendo porque solo permitió 12 horas para conseguir todos esos apoyos.
Para alcanzar el número de firmas exigidas por la norma en los 1.200 centros dispuestos por el CNE era necesario tramitar cinco avales por minuto en cada uno de estos, sin margen de error. “Es un acto de imposible e ilegal ejecución, es como colocar 200 litros de agua en una botella de un litro”, detalló César Pérez Vivas, integrante de Mover, a EL COLOMBIANO.
Con esas condiciones, Vivas calcula que lo máximo que podían reunirse eran 500.000 manifestaciones de voluntad a favor del revocatorio, una ínfima parte en relación con las 4,5 millones necesarias para que se dé por aprobado el proceso y, posteriormente, pueda convocarse a una fecha de votación para que los venezolanos acudan a las urnas.
El CNE aseguró que “el funcionamiento de los puntos de recepción se mantuvo en absoluta normalidad con el 100% de los centros establecidos en todo el territorio nacional”. Esa institución está liderada por tres magistrados de corte oficialista y dos opositores que fueron nombrados en 2021. Estos últimos marcaron distancia de las condiciones trazadas para el proceso de recolección de firmas.
Ante ese panorama adverso, en los últimos días los mismos promotores del revocatorio contra Nicolás Maduro marcaron distancia de este, alegando que no había condiciones para la jornada. Al final, quienes convocaron en un principio a las urnas terminaron avalando la abstención. El relato final de la jornada de este 26 de enero se conocerá el 13 de febrero, cuando el CNE emita la declaratoria de procedencia o improcedencia del referendo. El resultado ya es predecible.
En el catálogo de misiones imposibles de esta iniciativa, hay uno más que sella la lista: para la activación de una eventual convocatoria a las urnas es necesario alcanzar un número de manifestaciones de voluntad equivalente al 20% del registro electoral en cada una de las entidades federales del país, en un territorio con escasez de combustible que impide a los ciudadanos movilizarse con facilidad.
“La dictadura comete nuevamente fraude al robarse el evento plebiscitario. Maduro evidencia su miedo al pueblo al amenazar desde el poder secuestrado. La ruta que reúne a la unidad es elecciones presidenciales libres y justas, debemos luchar por condiciones”, consideró el opositor Juan Guaidó.
Venezuela pasa la página del intento de referendo revocatorio contra el régimen y ahora fija su objetivo en 2024, cuando deberían realizarse unas elecciones presidenciales.