Apenas seis semanas después de que el huracán Laura, de categoría 4, azotara las costas de Luisiana y tumbara árboles y arrancara tejados, este fin de semana el estado vuelve a ser afectado por Delta, que tocó tierra en la localidad de Creole, en el suroeste.
Se han registrado más de medio millón de cortes de energía en ese estado del sureste de Estados Unidos, y si se suman los registrados en Texas y Misisipi, de acuerdo al portal especializado PowerOutage.us., serían más de 710.000.
Delta llegó a Luisiana con categoría 2 en la escala Saffir-Simpson (de un máximo de 5) y vientos máximos sostenidos de 100 millas por hora (155 km/h).
Medios de locales publicaron imágenes de calles inundadas, postes zarandeados por los vientos y lluvias, letreros o escaparates rotos, y árboles y postes de luz caídos en ciudades como Baton Rouge, la capital estatal, sin que por el momento no se reporten muertos o heridos.
En un mensaje en su cuenta de Twitter, el gobernador alertó que el huracán ha dejado en el estado un rastro de latentes “peligros como carreteras inundadas, cables eléctricos caídos y vida silvestre desplazada” y pidió a los residentes a permanecer atentos.
Las autoridades han recordado que muchas de las muertes vinculadas a huracanes ocurren en las horas posteriores, a causa de accidentes de tráfico o durante los procesos de limpieza.
De acuerdo a las autoridades estatales, hasta la tarde del viernes, horas antes del arribo del huracán, unas 10.000 personas se mantenían en refugios y hoteles, bajo los mandatos de distancia social y uso de mascarillas a causa de la pandemia del coronavirus, que hasta el viernes acumulaba 170.878 casos.
El gobernador había adelantado que las personas que podrían volver a sus viviendas lo harían en el transcurso de esta mañana, y así poder liberar espacio en los refugios, que sin embargo no se vieron rebasados.