Uno de cada tres habitantes del planeta sufre malnutrición, es decir, 2.000 millones de personas, según el Informe de la Nutrición Mundial 2015 presentado ayer en Madrid, España, por las ONG Acción contra el Hambre y Save the Children.
Asimismo, el estudio detalla que seis millones de niños fallecieron en 2013 por causas que se podían prevenir, entre ellos 3,1 millones por malnutrición. Esto es, 8.500 por día.
Quienes advirtieron de esas cifras en la rueda de prensa realizada en la capital española, fueron el responsable de nutrición de Acción contra el Hambre, Antonio Vargas, y el director de Cooperación Internacional de Save the Children, David del Campo.
La investigación, elaborada en colaboración con el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (Ipfri), y con el trabajo de más de 70 autores, analiza la malnutrición en todas sus formas, desde la privación extrema de alimentos hasta el sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
Así, el informe también detalla que 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso o son obesos, 794 millones de personas presentan deficiencias nutricionales y uno de cada doce adultos en el mundo padece diabetes.
Así, el estudio revela que en la nutrición materna e infantil el mundo avanza de manera “lenta y desigual”, mientras que el sobrepeso, la obesidad y la diabetes en los adultos van en aumento.
Causas del fracaso
¿Por qué la comunidad internacional no puede abordar con suficiencia el problema del hambre y la malnutrición en el mundo? Los autores del informe establecen que no se ha podido evitar —en especial en naciones pobres—, las dietas de baja calidad, los cuidados deficientes para madres y niños, el acceso insuficiente a servicios de salud, y los entornos antihigiénicos.
Consultado por EL COLOMBIANO, Enrique Cruz García, economista, experto en demografía y docente de la Facultad de Estudios Superiores (FES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), explicó las causas detrás de este fracaso global.
“En general, se puede decir que las políticas que el mundo ha implementado no han sido exitosas, están mal diseñadas y se prestan al mal manejo de los recursos que se les asignan”, aseguró.
“Uno de los factores que inciden en ese fracaso es que si algunas estrategias tienen éxito en un país, no necesariamente esto sea así en los demás. Así, políticas implementadas en Finlandia, no tendrán el mismo efecto en países como Bolivia”, agregó.
Para Cruz, asuntos como la sobrepoblación y factores añadidos a las condiciones de pobreza, son otras causas para que un triunfo en la lucha contra el hambre sea todavía una utopía, difícil de alcanzar.
“Las familias pobres suelen tener mayor número de miembros para que haya más manos para trabajar y aportarle a las mismas. Esta lógica puede ser contraproducente”, explicó.
“Yo coincido con la Unesco, que sostiene que para combatir la malnutrición, se debe incentivar el empoderamiento de las mujeres y las madres mediante una mejor educación. Así tienen mejores posibilidades de alimentar a sus hijos, conocer sus cuidados frente a enfermedades y apoyarlos en su crianza, educarlos mejor”, concluyó Cruz.