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La hermana María Berenice Duque eligió la discreción. Sin embargo, sus logros no son pequeños. Uno de ellos es la fundación, en 1943, de una de las congregaciones más extensas de la actualidad: la de las Hermanitas de la Anunciación, con presencia en 15 países. Otro, y el que le otorgará el título de beata, es el de haber hecho un milagro a un joven de Medellín.
El Papa Francisco hace más de dos años (2019) ya había reconocido en ella una labor de “virtudes heroicas” y la había declarado Venerable Sierva de Dios, el título que antecede a la beatificación (este último antecede a la canonización, que la hace Santa, si se reconoce además un segundo milagro).
El hecho por el que la beatifican, reconocido ya por la Santa Sede, habría ocurrido con un joven habitante del barrio Manrique de Medellín. Sebastián Vásquez Sierra, con 20 años, tenía pandisautonomía aguda paraneoplásica, una enfermedad neurodegenerativa que ocasionaba que su cuerpo perdiera la movilidad hasta inmovilizarlo por completo.
Sebastián estuvo dos meses en coma y contempló la posibilidad de recibir muerte asistida para evitar el dolor. Sin embargo, al leer un libro y una oración de la hermana Berenice empezó a sentir mejoría, tanta que volvió a caminar.
Sor Luz Ofelia Herrón, encargada del proceso de canonización, dijo a Noticias Caracol: “Él era parapléjico. No podía valerse por sí mismo, pero deseaba estudiar. Lo llevaron en una silla de ruedas a la escuela. Una profesora conoció a la Madre Berenice y le dijo: usted puede caminar”.
Educar a través del amor
María Berenice nació en Salamina el 14 de agosto de 1898 y murió en Medellín el 25 de julio de 1993. Fue bautizada con el nombre de Ana Julia, pero tras sus votos como religiosa, hizo suyo el nombre de su madre, Berenice, a manera de gratitud.
La hermana Emma Pérez Hidalgo, en entrevista con EL COLOMBIANO (2019), expresó de memoria una de las premisas que María Berenice le enseñó siendo su maestra. “Hay que educar amando”, le decía, y era tan estricta con ese propósito como lo era con la escritura.
Para su proceso de beatificación, fueron enviadas hasta Roma cajas cargadas de libros y cartas de su autoría. Escribía con ansiedad y con gusto, casi como con hambre, en una pequeña máquina de escribir.
Sus restos reposan, como ella misma lo pidió, en el centro de la capilla de la Casa Provincial de las Hermanitas de la Anunciación de Medellín. El convento la vio morir, el 25 de julio de 1993, tras 14 años de enfermedad.