De seguir con la misma intensidad los bombardeos del régimen sirio y Rusia sobre los barrios controlados por la oposición en Alepo, la milenaria ciudad quedaría destruida en dos meses y medio. La estimación de Naciones Unidas es una grave advertencia sobre la crueldad con la que se está atacando a la población civil en uno de los puntos más trágicos de cinco años de la Guerra Civil.
“Si la ofensiva (del régimen de Asad) continúa, miles de civiles sirios morirán, miles más resultarán heridos, y centenas de miles se convertirán en refugiados. Y de hecho la ciudad puede quedar destruida entre dos meses y dos meses y medio, esto es algo que no debería ocurrir”, dijo en rueda de prensa desde Ginebra, Suiza, el enviado especial de ONU para Siria, Steffan de Mistura.
Desde el pasado 12 de septiembre, día en que Rusia y Estados Unidos alcanzaron una enésima tregua en Siria, el Pentágono expresó serias reservas en Washington ante un enfoque diplomático que nunca ha funcionado en dicho conflicto. La principal preocupación de los más altos mandos militares y funcionarios del Departamento de Defensa de EE. UU. era que como tantas otras, la más reciente tregua era solo una estrategia de Asad para fortalecerse en el frente de batalla. Así fue.
Lo único que se ha visto durante y tras otro fallido cese el fuego es un recrudecimiento de los bombardeos y ataques contra la población civil y una nueva burla contra la diplomacia internacional por parte del dictador sirio. El objetivo de Bashar al Asad quedó claro al momento en que incumplió una nueva tregua, retomar Alepo a sangre y fuego.