Solo una semana después de que el polémico magnate Donald Trump llegara al máximo cargo de la democracia más poderosa del mundo, dejando perplejos a la mayoría de sectores de la comunidad internacional —y mucho más a las firmas encuestadoras—, el saliente presidente de la potencia, Barack Obama, visitó la cuna milenaria de la democracia, Grecia.
Allí, no por coincidencia, dio un mensaje claro contra los tiempos riesgosos que viven distintos países con largo historial democrático.
“En la antigua Grecia, hace 25 siglos, surgió la idea de que el ‘kratos’ —poder— procede del ‘demos’ —ciudadanía— y el concepto de la igualdad ante la ley, para la minoría, no solo la mayoría, el derecho a expresarse y a votar. Hoy todos estos ideales están siendo desafiados”, afirmó en Atenas durante un foro en el Centro Cultural Stavros Niarhos.
“Debemos ser vigilantes ante el aumento de una especie vulgar de nacionalismo o identidad étnica o tribalismo que se construye alrededor de un nosotros y de un ellos. Y nunca pediré perdón por decir que el futuro de la humanidad y el futuro del mundo se definirán por lo que tenemos en común, en oposición a las cosas que nos separan y, finalmente, nos abocan al conflicto”, advirtió.