Fiel a su política de hacer ver a Irán como un Estado confesional, pero moderado, el presidente de ese país, Hassan Rouhani, le hizo un llamado al mundo islámico para que trabaje por cambiar la mala imagen que esa religión se ha ganado por cuenta de las acciones terroristas de grupos radicales y al mismo tiempo condenó los actos violentos que se hacen a nombre del Islam.
“Nuestra principal tarea hoy es corregir la imagen del Islam en la opinión pública mundial”, afirmó el mandatario, quien llegó al poder en 2013 y ha emprendido una cruzada por desligar a Irán de la política exterior trazada por su antecesor, Mahmud Ahmadineyad, que con un discurso mucho más radical polarizó las relaciones con el mundo occidental.
Pero Rouhani fue más allá y aseguró que contrario a lo que algunos sectores afirman, los enemigos de los musulmanes podrían estar incluso en el interior del mundo islámico. “¿Hemos pensado alguna vez que, en lugar de los enemigos, es un pequeño grupo desde dentro del mundo islámico el que está usando el lenguaje del Islam, presentándolo como la religión de la muerte, la violencia, el látigo, la extorsión y la injusticia?”.
Y es que si bien el mundo occidental ya está acostumbrado al tono conciliador de Rouhani, con sus recientes y contundentes declaraciones, el gobernante dejó ver con mucha mayor claridad su oposición a la línea dura y conservadora del Islam. Además, cuestionó la indiferencia y la manera de proceder de algunos países de la región por “su silencio ante todas las muertes y el baño de sangre” en los conflictos de Siria, Irak y Yemen.