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Todo era cuestión de días. En Perú, el estallido social que ha puesto contra las cuerdas al presidente Pedro Castillo en las últimas dos semanas, es el resultado de una bomba de tiempo auspiciada por el alza de precios en alimentos y combustibles, y por las decisión del mandatario de encerrar a 11 millones de peruanos con un toque de queda que agudizó la crisis.
Esta última medida fue la que generó más descontento, enardeció los ánimos y lanzó a las calles a los peruanos a reclamarle al gobierno por la encerrona, pero las protestas terminaron en desmanes y estos, a su vez, dejaron cuatro personas muertas, 22 personas detenidas y 25 policías heridos.
Con su capital Lima ardiendo, y un paro indefinido del gremio transportador que reclama mejores condiciones laborales, Castillo no tuvo más remedio que echar para atrás la medida, pero el daño ya estaba hecho: la popularidad del campesino que se hizo profesor, y del profesor elegido presidente, cayó en una desaprobación del 66% según la última encuesta de Ipsus y el diario El Comercio de Perú.
“Las medidas que se toman, como las que se tomaron ayer [lunes], no son para ir contra el pueblo, sino para resguardar la vida de los compatriotas”, expresó Castillo.
Un día después, en la Plaza Principal de Lima, los manifestantes vestidos con la camiseta de la selección peruana de fútbol reclamaron para bajar al precio de los insumos para el campo, mientras que otros bloqueaban la Vía Panamericana. A ambas manifestaciones el presidente Castillo respondió con la fuerza estatal, lo que generó más descontento frente al mandatario.
“Han ingresado 15 heridos, tenemos un herido de gravedad. Hay un civil que ha ingresado fallecido que es producto del conflicto”, dijo el director del hospital de Ica, Carlos Navea, a través de un video en las redes sociales.
Se afectó el turismo
Tanto las medidas del presidente peruano como las acciones de los protestantes, terminaron por afectar no solo a la economía de sus habitantes, sino también de los turistas.
En la mañana de este miércoles, los extranjeros que se encontraban en Lima y en las regiones de Piura, Chiclayo, La Libertad, Junín, Ica, Arequipa, San Martín, Amazonas, Ucayali, manifestaron que no podían conseguir alimentos debido al cierre de los supermercados y los restaurantes, el transporte intermunicipal estuvo suspendido aunque no se cancelaron los vuelos domésticos ni internacionales.
“Estamos marchando contra de las medidas de Castillo. El pueblo sin trabajo, con toque de queda, estamos hartos. Ya este señor debe irse a su casa”, dijo a la AFP Nelson del Carpio, una de las personas protestantes que acudieron al llamado de otros ciudadanos para salir a protestar.
Aprovechó la oposición
Hace una semana, el presidente peruano Pedro Castillo acudió al congreso de su país para hacerle frente a una moción que buscaba sacarlo de tajo del cargo que ejerce desde hace ocho meses.
A pesar del descontento general, los votos no fueron los suficientes para sacar a Castillo del Palacio de Gobierno y el mandatario insistió en que su gobierno seguirá siendo del pueblo y para el pueblo.
No obstante, las protestas, los desmanes y la represión por parte de la Policía fueron los argumentos con los que la oposición volvió a llenarse de argumentos para señalar que el gobierno de Pedro Castillo no ha sido lo que esperaban los peruanos, y que por lo tanto se debe seguir pensando en una acción que lleve a su destitución inmediata.
El constitucionalista Erick Urbina, expresó a AFP que Castillo “le ha mentido al Congreso y a los peruanos. Esto suma una causal más para una incapacidad: mentirle al Parlamento directamente.
Mientras viajaba a casa, la protestante Karina Velásquez aseveró que Castillo no está gobernando bien al país, razón por la cual preferiría su salida. “En vez de darnos un mensaje de tranquilidad realizó una dictadura de encerrarnos por todo un día”, concluyó la mujer.