La búsqueda de Donald Trump de un secretario de Estado está incomodando hasta a sus propios asesores. Y todo porque el presidente electo de Estados Unidos convocó a Mitt Romney para un segundo encuentro, mientras una destacada asesora de Trump lideraba la campaña contra su designación. El pasado lunes, Trump pasó una hora con el general retirado David Petraeus, otro aspirante al importante cargo.
Estos dos nombres, Romney y Petraeus, tienen dividido al equipo de Trump, con una campaña liderada por su asesora Kellyanne Conway, quien advirtió que los partidarios de Trump se sentirán “traicionados” si, finalmente, nomina a Romney para el puesto. La molestia, han explicado analistas, se debe a que Romney es un repúblicano más moderado y no tan radical como los que ha venido nombrando. De hecho, fue su opositor en las primarias.
Mientras Trump pasó el martes anunciando otras secretarías, se conoció que Petraeus lo elogió por su “gran dominio de una gama de los retos que existen”. Cabe anotar que el exjefe de la CIA se declaró culpable el año pasado por el mal manejo de información confidencial relacionado con la entrega de documentos a la autora de su biografía, con quien además tenía una relación amorosa, asunto que también incomoda en su equipo asesor.
El vicepresidente electo, Mike Pence, quien encabeza las gestiones de transición, estaría respaldando a Romney para secretario de Estado. Recordó que aunque Romney fue un duro crítico de Trump, le interesa el puesto en el gabinete y ambos lo discutieron durante una larga reunión semanas atrás.
Conway, por su parte, se ha lanzado a una insólita campaña pública contra el nombramiento de Romney. Sus declaraciones dieron lugar a conjeturas de que busca obligar a Trump a tomar una decisión.
Personas allegadas al equipo de transición dijeron que Trump sabía que Conway expresaría su opinión, tanto en Twitter como en entrevistas por televisión. Advirtieron que Trump no está furioso con ella y que, por el contrario, le gusta que opine .