El cielo se iluminó de repente y en cuestión de segundos llegó el estruendo. Eran las 5 de la mañana del jueves 24 de febrero, Kiev dormía y el ataque ruso que minutos antes había comenzado desde la frontera, en la región del Donbás, empezó a sentirse en la capital.
A Daniel Espin, un ecuatoriano que allí reside hace dos meses, las explosiones le arrebataron el sueño. En el Maidán, la plaza de la independencia en la que ochos años atrás los ucranianos tumbaron al exmandatario prorruso Petró Poroshenko, empezaron a sonar las sirenas.
Una alarma que no cesaba, un eco que no se iba y un boom que confirmó que el conflicto había comenzado.
Daniel habla desde una ciudad amenazada por la invasión de Vladimir Putin a Ucrania. Después de que Rusia recitara una y otra vez el guión de que sus ejercicios militares en las fronteras, prometiendo que no atacarían a su vecino, era solo cuestión de días la incursión que llegó mientras Naciones Unidas se reunía en Nueva York y los ucranianos dormían.
Este ecuatoriano, estudiante de ingeniería, salió a abastecerse. En los supermercados las filas se calculaban por metros de gente alineada cargando paquetes de comida, lo que consiguieran, lo que podían llevar a cuestas, y él se sumó a esa masa de personas preparándose para refugiarse por un tiempo indefinido
Compró enlatados, alimentos no perecederos, recorrió la ciudad para comprobar que esas sirenas eran ciertas y regresó a su residencia, donde se resguarda con otros extranjeros que esperan que los gobiernos de Latinoamérica los rescaten. “Mi plan para hoy es intentar dormir y esperar que no pase nada, pero para mañana espero encontrar un camino de regreso a Ecuador”, relata Daniel Espín. Esa ruta está colmada de peligros.
Llegó la guerra
Europa no vivía una incursión militar de ese tipo desde 1939, cuando la Alemania de Adolf Hitler invadió Polonia y estalló la II Guerra Mundial. Por aquel entonces Ucrania no era una república independiente, sino uno de los integrantes de la Unión Soviética, bajo el mando de Iósif Stalin, con la bandera del Ejército rojo ondeándose y el nazismo como enemigo de muerte.
Por ese pasado de conflicto, sus apenas tres décadas de independencia de los soviéticos y el temor a convivir con un vecino complicado, Ucrania regresó a los búnkers más de medio siglo después para resguardarse de un posible bombardeo de un país que antes se llamaba su hermano.
Los refugios están en los sótanos de edificios, los túneles subterráneos del metro y los salones ocultos de las universidades que son cerrados con grandes puertas de metal a la espera de que salga el sol y se vayan los estruendos.
El mandatario Volodímir Zelenski ha anunciado una lista de medidas que se pierden en las noticias: convocó a todos los reservistas del Ejército, a quienes no están en capacidad de combatir los envío a búnkers, entregó más de 10.000 armas a civiles voluntarios, entrenó estudiantes de colegios en el manejo de granadas y evacuaciones y se declaró en estado de alerta para la guerra. En curso está una ley marcial que permite a los civiles portar y usar armas.
137 ucranianos murieron en el primer día de la guerra y 316 resultaron heridos. Del bando ruso no hay datos, pero Kiev asegura haber matado a 50. Rusia sí habla de los daños en su contrincante y en menos de un día neutralizó 74 instalaciones militares ucranianas y 11 bases aéreas, dejándole sin sistemas de defensa antiaérea.
En una Ucrania desprotegida, Polonia es la vía de escape. Está a siete horas por tierra en carro particular, pero el combustible es escaso en medio de colas de vehículos de quienes buscan escapar. Una opción es tomar el bus o el metro por 50 o 60 dólares, pero temen que haya ataques a esos sitios, y la opción de volar a casa es imposible porque el país cerró su espacio aéreo por los bombardeos rusos. Si un objeto está en el cielo, intentan derribarlo.
Aislados por aire y mar, Europa se prepara para recibir al menos a 100.000 refugiados por la invasión, quienes llegarían por tierra hasta Eslovaquia, Hungría o Polonia.
Ese último que fue vecino de la Unión Soviética, vivió bajo el yugo nazi y este jueves entró en estado de alerta temiendo que un combate otra vez alcance sus fronteras.
El éxodo de refugiados ya comenzó. Entre los tantos que buscan escapar hay al menos 100 colombianos que allí residían, quienes serán evacuados por la Cancillería una vez logren llegar a Polonia. Jeison Rodríguez, de Caquetá, es uno de ellos. No se ha resguardado en los búnker porque encerrarse implica desconectarse unos tantos metros bajo tierra con personas que hablan ruso o ucraniano, idiomas que no domina, y espera que su empleador le ayude a salir de Kiev, la capital ucraniana.
– ¿Por qué habla tan tranquilo? – le preguntaron.
– Porque en Colombia, en la zona donde viví, había casas destruidas, tiroteos y bombas. Todas estas cosas tuve la oportunidad de presenciarlas– contestó.
Pero esta guerra es diferente. Cuenta que hay una sensación de intranquilidad en el ambiente porque en cualquier momento podría caer una explosión que, si sucede, no sería como las que alguna vez conoció en su casa.
Rusia tiene armas nucleares y uno de los ejércitos más tecnificados del mundo, con más de 900.000 hombres en servicio, frente un grupo de efectivos ucranianos que no supera los 200.000 y fue cercado en menos de un día. Una guerra desproporcional.
Sin como defenderse
“Nos quedamos solos para defender el Estado. ¿Quién está listo para luchar con nosotros? Honestamente, no los veo. ¿Quién está dispuesto a darle a Ucrania una garantía de unirse a la OTAN? Todos tienen miedo!”, lamentó Volodímir Zelenski tras el primer día de combates.
Estados Unidos, Reino Unido, la OTAN y la Unión Europea le respaldaron con sanciones contra Rusia y un catálogo de armas, pero todos fueron tajantes en afirmar que no pondrán a sus soldados en una guerra dentro de Ucrania.
Joe Biden, desde Estados Unidos, y Jens Stoltenberg desde la OTAN, afirmaron que solo desplegarían a sus ejércitos si Rusia ataca a uno de los integrantes de la Alianza Trasatlántica, un plan que estaría lejos de las intenciones de Putin y que podría detonar una III Guerra Mundial después de ocho décadas de una fría y tensa paz.
Amanece en Ucrania y Rusia se acerca a la capital. La OTAN y Estados Unidos ya habían advertido que el objetivo de Vladimir Putin era Kiev. Si lo consigue, se haría con una de las ciudades clave de la vieja Unión Soviética, uno de los territorios que buscó la independencia de Moscú, pero que el Kremlin parece no quererdejar ir, así toque reclamarlo por medio de una guerra . n