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Así es la China en la que Xi Jinping busca un tercer mandato

El exembajador de Colombia en ese país reflexiona a partir del proceso político que hoy inicia.

  • El presidente de China, Xi Jinping, busca ser reelegido por un tercer periodo consecutivo al frente del Partido Comunista de ese país, el cual tiene el control sobre toda la política. FOTO EFE
    El presidente de China, Xi Jinping, busca ser reelegido por un tercer periodo consecutivo al frente del Partido Comunista de ese país, el cual tiene el control sobre toda la política. FOTO EFE
16 de octubre de 2022
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A partir del 16 de octubre y durante una semana se reúne el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh), evento que se realiza cada cinco años y es considerado el encuentro político más importante de ese país. Hoy China es la segunda economía más grande del mundo con alrededor del 20% del PIB del planeta y también del 20% de su población total. Lo que suceda allí tendrá, por lo tanto, implicaciones para el resto del mundo, incluso para regiones tan lejanas como América Latina y países como Colombia.

Siendo nuestra región la más alejada geográficamente de China, mantuvo hasta hace unas décadas una relación relativamente limitada a intercambios políticos y académicos con sectores ideológicamente afines. A partir de la década de 1990, y con el crecimiento económico chino, las relaciones comerciales comenzaron a expandirse significativamente. Hoy China es el primer o segundo mercado de exportación e importación para la mayoría de los países latinoamericanos, y cada día llegan nuevas inversiones de empresas chinas a la región, especialmente en sectores como infraestructura, energía y telecomunicaciones. Esta región es claramente complementaria por su potencial de producción agrícola frente a un país como China, con una enorme población y un poder adquisitivo cada vez mayor, pero con una producción limitada para alimentarse. Por otro lado, las grandes empresas de infraestructura de ese país tienen la capacidad técnica y financiera para invertir y desarrollar proyectos en esta región que los necesita.

Un poco de historia: luego del triunfo del PCCh en la guerra civil y la creación de la República Popular China en 1949, el liderazgo lo ostentó su fundador Mao Zedong por más de 2 décadas hasta su muerte en 1976. Fueron años de consolidación nacional, luego de lo que en ese país se conoce como los “100 años de humillación” desde mediados del siglo XIX, en que una debilitada China imperial era constantemente invadida y obligada a hacer concesiones a las potencias del momento, y de la época republicana en la que estaba en constante guerra civil. Pero, por otro lado, fueron décadas de gran turbulencia con hechos históricos como “el gran salto adelante” y la “revolución cultural”, que llevaron a que, a la muerte de Mao, China fuera uno de los países más pobres, atrasados y aislados del mundo.

El liderazgo a finales de los años 70 fue asumido por Deng Xiaoping, quien creó la política de “apertura y reforma”. A partir de ese momento se inició una especie de capitalismo de Estado, en el cual se amplió el papel del mercado en la economía china y se adoptó una política exterior cercana al orden económico mundial establecido por los Estados Unidos. Gracias a esta política, el crecimiento económico fue impresionante con tasas superiores al 10% anual durante casi 30 años y alrededor del 6% en los años previos a la pandemia de covid-19. Además de tener hoy un PIB per cápita de alrededor de USD $12.000, el país logró sacar de la pobreza absoluta a 800 millones de personas en este corto período de tiempo.

Los sucesores de Deng, Jiang Zemin y Hu Jintao, mantuvieron la misma línea pragmática y también siguieron el aforismo de Deng en política exterior de que China debería “ocultar su fuerza, esperar su momento y nunca tomar la iniciativa”. Los lazos económicos con Estados Unidos crecieron exponencialmente y las relaciones políticas fueron relativamente cordiales. Fue en este momento que también se adoptó la política de limitar el período máximo en el poder de los principales líderes a 10 años.

En 2012, Xi Jinping fue elegido líder supremo: Secretario General del Partido, Presidente de la República y Presidente de la Comisión Militar Central. Xi es hijo de uno de los hombres cercanos a Mao en la creación de las guerrillas comunistas. En su juventud fue enviado a trabajar en el campo durante la Revolución Cultural y luego estudió Ingeniería Química en la prestigiosa Universidad de Tsinghua. Desde ese momento ingresó al Partido Comunista y a lo largo de su vida ha ocupado diversos cargos públicos en varias provincias y fue vicepresidente justo antes de ascender al más alto cargo.

Durante estos 10 años de liderazgo de Xi varias cosas han cambiado, en comparación con las décadas anteriores. En primer lugar, el PCCh ha vuelto a asumir un papel más destacado en todos los aspectos de la vida política, económica y social del país. Especialmente en los últimos años se han puesto límites a la actividad de las empresas privadas y, por otro lado, se han reactivado muchas empresas estatales. Bajo la política de “prosperidad común” se envía el mensaje de que la riqueza debe ser compartida. Muy rápidamente, Xi estableció una política anticorrupción que ha hecho que cientos de miles de funcionarios sean investigados y castigados, incluso en los niveles más altos (aunque esto también se considera en parte como una forma de quitarse de en medio a algunos críticos o competidores).

Con la llegada de la pandemia del covid-19, en 2019, se adoptó una estricta política de cero casos, lo que ha implicado cierres masivos de provincias, ciudades y distritos, muestreo permanente, cuarentena y aislamiento para quienes llegan del exterior, y un seguimiento de toda la población en su movilidad y contactos, a partir del uso de la tecnología. Esta política fue muy exitosa y popular internamente hasta finales del 2021, ya que evitó contagios y muertes masivas, y el país funcionó con relativa estabilidad mientras el resto del mundo estaba paralizado. Con la vacunación masiva y la llegada de la variante Omicron, que por lo general es más leve, la mayoría de los países han pasado a una etapa de apertura casi total. En el caso de China, se ha mantenido la política de Casos Cero, que en el 2022 ha generado una importante desaceleración económica. Con razón se espera que, después del Congreso, se comiencen a dar pasos para una apertura gradual.

En política exterior, China se ha vuelto más asertiva, buscando influir en distintos foros para su sistema político sea aceptado y respetado, y buscando evitar las críticas en temas sensibles como los derechos humanos o el manejo de la pandemia del covid 19. Uno de los temas más álgidos de los últimos años es la situación de Taiwán: bajo la política de una sola China, la gran mayoría de países acepta que solo hay un país liderado desde Beijing, y la isla es considerada una especie de provincia rebelde. Un punto central de la política del PCCh es el proyecto de reunificación, incluso eventualmente por la fuerza, que en algún momento podría generar una guerra de dimensiones impredecibles.

Algunos diplomáticos de ese país han asumido el papel de “Wolf Warriors” (Guerreros Lobo), atacando públicamente a gobiernos y entidades que critican las políticas del gobierno chino. Las relaciones con Estados Unidos se han deteriorado a tal punto que algunos analistas dicen que estamos entrando en una nueva “guerra fría” entre dos superpotencias. Esto ha hecho que para el resto del mundo sea más complejo balancear las relaciones entre los dos países, y que haya una competencia cada vez mayor entre ambos para defender sus esferas de influencia.

Respecto al Congreso de los próximos días, se da como un hecho que se aprobará un tercer mandato para Xi, un hecho sin precedentes en las últimas décadas. En los años previos, ha dado pasos y tomado medidas para consolidar su autoridad y ahora es considerado por los analistas como el líder más poderoso en la historia de la República Popular después de Mao.

De ahí en adelante tendrá su agenda llena: un país creciendo más lentamente que sale de su estricta política antiepidémica, con un problema demográfico provocado por una población estancada y que envejece rápidamente; y también con desafíos globales como el cambio climático y su competencia económica y tecnológica con Estados Unidos y sus aliados

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