Matías Reyes Nisperuza, un joven de 17 años, dio este viernes sus primeros pasos con una prótesis luego de más de una década dependiendo de muletas. La escena, en una acera cualquiera de Medellín, emocionó hasta las lágrimas a su madre, Catis Sofía, y conmovió a los transeúntes que, sin conocer su historia, intuyeron que estaban presenciando un momento de esos que nunca se olvidan.
Matías y su familia viven en la comuna 13 de Medellín, a donde llegaron hace poco más de un año desde Ciénaga de Oro, Córdoba. Vinieron buscando algo básico, pero esquivo: una oportunidad para salir adelante. Y, en el caso de Matías, la posibilidad de volver a caminar sin ayuda de soportes.
La vida le cambió abruptamente a los tres años y medio, cuando fue diagnosticado con púrpura fulminante, una infección severa en la sangre que le causó una alteración en la coagulación.
La enfermedad avanzó con rapidez y obligó a los médicos a amputarle la pierna izquierda desde la rodilla. Desde entonces, Matías enfrentó una infancia entre hospitales y tratamientos, lejos del balón de fútbol que solía patear junto a su padre Elkin Manuel.
Durante años, su familia buscó sin éxito apoyo para conseguir una prótesis que se ajustara a sus necesidades. Tocaron puertas en Córdoba y otras ciudades, pusieron derechos de petición, acciones judiciales, pero no hubo respuesta. Fue recién en Medellín, viviendo en el barrio Juan XXIII, donde esa posibilidad empezó a tomar forma. Con ayuda de algunos parientes y el acompañamiento de la comunidad, lograron contar su historia y, poco después, alguien escuchó.
La Fundación Un Viejo Favor, una organización enfocada en el apoyo a adultos mayores y personas en situación de vulnerabilidad, conoció su caso y decidió involucrarse. Iniciaron una campaña solidaria para recolectar fondos y gestionar la entrega de una prótesis adecuada para Matías.
La meta no era solo entregarle una herramienta para caminar, sino devolverle confianza, autonomía y futuro.
“Quiero tener la prótesis para estudiar una técnica, todavía no sé en qué, pero soy de los que le gusta hacer de todo un poquito”, dijo Matías con timidez al comienzo de la campaña de donación. Su deseo más inmediato es volver al colegio, completar el bachillerato y encontrar una vocación que le permita ayudar a otros con su condición.
Santiago Jaramillo, líder de la fundación, contó con alegría que más de 200 personas se unieron con donaciones para cumplirle el sueño a Matías. Gracias a esa solidaridad colectiva, no solo se logró adquirir la prótesis —fabricada en carbono—, sino que también se cubrieron terapias, pasajes para continuar su tratamiento, una cama y colchón (pues dormía en uno inflable), además de un mes de arriendo y la cuenta de los servicios públicos del hogar.
Jaramillo explicó que, además de la prótesis, fue necesario mandar a fabricar una goma de silicona especial que no se produce en el país, para que se ajustara correctamente a la pierna de Matías. “Primero se pone un protector y encima va la prótesis, sujeta con una rodillera”, detalló.
Una fisioterapeuta también donó su tiempo para acompañar el proceso de adaptación. Serán unas nueve sesiones guiadas, aunque Matías deberá hacer ejercicios diarios en casa. Se estima que en uno o dos meses pueda caminar con soltura.
“Este fue un favor especial, un favor a un muchacho que solo tenía un deseo: volver a caminar”, concluyó Santiago. “Ya habían puesto tutelas, tocado puertas sin éxito. Pero esta vez, entre todos, lo logramos. Cada día podemos llevar el mensaje de la importancia de hacer favores, es en verdad lo que nos mueve a todos”.