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Al Metrocable lo han parado más de 130 veces por las tormentas y se viene el riesgo por las cometas

La Línea K, Santo Domingo, es la que más sufre por las cometas que se enredan durante esta época del año, pues se debe suspender el servicio mientras se atiende el incidente.

  • La altura de las terrazas en algunos sectores de la zona Nororiental, hace que la línea del Metrocable que sirve a la zona sea la más susceptible de accidentes con cometas. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
    La altura de las terrazas en algunos sectores de la zona Nororiental, hace que la línea del Metrocable que sirve a la zona sea la más susceptible de accidentes con cometas. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
29 de junio de 2025
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Los equipos de mantenimiento de metrocables de Medellín apenas están terminando de pasar el riesgo que implican las lluvias torrenciales y tormentas eléctricas de principios de año y ya se están preparando para otro peligro de la operación del sistema que suena insólito: las cometas que están asociadas al verano y a los vientos de agosto.

Los dos fenómenos antes mencionados están catalogados entre las principales causas de salida de funcionamiento del sistema de cabinas aéreas.

Este año, por ejemplo, los rayos y los vientos ocasionaron 131 parálisis, en tanto que, aún sin comenzar la época de los papalotes ya ha ocurrido un evento por esos elementos voladores y el año pasado hubo 24 en total, que se concentraron en la temporada de agosto a octubre.

Comencemos por las descargas atmosféricas. Estas suelen implicar inmovilizaciones de los vagones voladores de entre 20 y 30 minutos, es decir que en total pudieron causar una pérdida de entre 44 y 65 horas, con la consecuente contrariedad para los usuarios.

Por meses, se tiene que enero fue el periodo más tranquilo, con un solo evento que se presentó en la línea J de la Comuna 13. En febrero los episodios sumaron 29 y en marzo 34, es decir más de uno por día. El pico máximo fue en abril, con 42 y de nuevo en mayo, con 21, la tendencia se revirtió. Hasta el pasado jueves, en los 18 días que iban de julio, solo se habían registrado cuatro eventos.

Vistos en la perspectiva de la primera temporada de lluvias del año, las 131 interrupciones por descargas denotan un incremento del 20% con relación a las 110 que en total se presentaron el año pasado en el primer semestre, con corte a esta misma fecha. En todo 2024 acontecieron 201 descargas eléctricas en el Metrocable.

Entérese: ¿Por qué estuvo cinco horas fuera de servicio el metrocable de la comuna 13 este lunes?

“Conocemos cuáles son las condiciones atmosféricas en el Valle de Aburrá, donde se dan muchas descargas. Como tenemos claro que la seguridad de nuestros usuarios debe primar, nosotros tomamos la decisión de suspender el servicio cuando hay descargas anómalas”, apuntó el jefe de Cables Aéreos del Metro, Pedro Buitrago.

También, el gerente del Metro, Tomás Elejalde, ha dicho que “debemos saber que nos encontramos en una de las regiones donde más se presentan descargas en todo el mundo y nuestra prioridad es velar por la integridad de los usuarios”.

La empresa cuenta con sus propios mecanismos de monitoreo de vientos y en general de las condiciones climáticas pero se apoya también en el Siata, que ha dicho que progresivamente se advertirá una transición de la temporada invernal hacia el clima seco.

Preparados para lo que viene

Ahora, cuando el primer invierno del año va cediendo, los técnicos no pueden espabilar porque comienza la temporada de cometas, que aunque suene increíble, es otro factor que pone a tragar aceite al equipo de mantenimiento del Metrocable.

Este año ya se superó una primera temporada para el vuelo de los juguetes alados, entre febrero y marzo, pero falta la prueba de fuego de agosto, septiembre e incluso la primera parte de octubre.

¿Por qué cada que una de estas estructuras livianas y pequeñas, hechas de caña y papel, se enredan en la robusta línea metálica del Metrocable y toca apagar los motores del sistema mientras que los técnicos hacen su tarea? Buitrago explica que como normalmente no se conoce qué tan resistentes son los materiales de la cometa, por un principio de precaución se parte de que puede provocar un daño y por eso se cierra la parte del sistema involucrada. En este caso, cada metrocable está conformado por un sinnúmero de componentes, entre los cuales se cuentan poleas y rodamientos —que son especies de balineras— en los cuales se puede enredar la cuerda, generando un frenazo.

“Estos elementos están en constante movimiento, en rotación, soportando cargas y esfuerzos y no queremos que les llegue allá la pita de la cometa porque los puede frenar, los puede afectar, Sí daña su lubricación va a impedir que circulen adecuadamente”, apuntó el jefe de Cables Aéreos del Metro.

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En cada uno de los seis sistemas aéreos que posee la capital antioqueña hay un almacén estratégicamente ubicado con todos los repuestos necesarios para cualquier reparación y cada que ocurre un evento de estos de allí parte un equipo de mantenimiento hacia la dirección en que haya sido reportado. La rapidez con que lleguen y acometan la operación depende de cosas tan impredecibles como el tráfico vehicular que se encuentren en el camino y la dificultad para acceder.

En el ranking del año pasado, el primer lugar de casos con cometas se lo llevó la Línea k (Santo Domingo) con 9 en total. Le siguieron la J, con 4; las líneas P y L (Picacho y Arvi) con 3 cada una; y la Línea M que conecta los sectores de Miraflores y Trece de Noviembre, en el centro oriente de Medellín, con uno.

Si bien el Metro no da una explicación de por qué la mayor accidentalidad por cometas en la Línea K, cualquiera puede constatar la poca distancia que hay entre varias terrazas y las cabinas aéreas.

No existe un cálculo de cuánto le valen al Metro esos incidentes producto de la lúdica ciudadana, pero lo claro es que el mayor costo es social, representado en que representan contratiempos que afectan la cotidianidad de los usuarios.

Ante eso, la única medida preventiva es estar listos para atender una posible emergencia y desplegar campañas educativas dirigidas hacia la población circundante –en especial en colegios y con líderes sociales- para que la gente mantenga un comportamiento que evite las afectaciones.

“No solo es con respecto al tema de cometas, sino sobre el comportamiento al interior, el respetar el acceso a las pilonas, que debemos mantener libres y despejadas para que cuando haya una emergencia el personal pueda acceder y llegar a la parte superior donde están los balancines”, añadió Buitrago.

El control no se hace con mecanismos sofisticados de monitoreo sino a “ojímetro” por parte del personal que permanece en las estaciones.

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