Desde la fría definición del urbanismo, un “barrio isla” es aquel que parece quedar aislado dentro del tejido urbano. Muchos aplican ese rótulo a El Chispero, en El Poblado, pero nada más equivocados no podrían estar: El Chispero no es una isla, es un oasis. Uno que recuerda todo lo que los barrios de Medellín han ido dejando atrás en su frenético tránsito hacia la tal modernidad.
La vida en El Chispero —más cercana a la calma de un pueblo que al vértigo de una gran ciudad— es un privilegio que por generaciones han disfrutado los descendientes del apellido González. Y que, pese al acecho de la presión inmobiliaria, todavía resiste. La comunidad lo dice sin rodeos: hay constructores que no ven la hora de desplazar a las familias para levantar más torres de estética sosa y apariencia aburrida que pululan por allí.
Por fortuna, con un anuncio reciente de la Alcaldía, en El Chispero respiran un poco más tranquilos sabiendo que pese a las ansias de los extraños, su pequeña comunidad podría salvarse del desarraigo así sea por unos años más.
Solución a la vista
Pese a estar ubicado en uno de los puntos con más carros per cápita de la ciudad, el ruido de los motores poco se siente gracias a la cantidad de árboles que hay en El Chispero, un barrio ubicado entre las transversales de El Poblado. Al contrario, allí la tranquilidad es tal que uno tiene el lujo de escuchar cantar los pájaros que se posan de rama en rama.
La zona de amplias casas todavía conserva tiendas con ventanales de madera –una rareza casi extinta en Medellín– y allí aún se ven vecinos amables que conversan desde los balcones y los frentes; pues es una zona donde todos se conocen.
Entre sus habitantes está Alicia González Londoño, una matrona de 87 años que tiene el mérito de haber nacido y vivido toda su existencia en El Chispero en una bella y amplia casa con reminiscencias campesinas que ya quisiera tener uno.
Pese a su edad, la amable señora conserva una lucidez, unos bríos y una memoria envidiables que posiblemente mantiene gracias al ambiente sano de ese barrio al que define como un sector donde por fortuna no pasa nada malo.
Según Alicia, con el tiempo esas cuatro casas con solares en las que los antepasados González sembraban matas de plátano, yuca y arracacha –y que le dieron el nombre a la reconocida loma de la zona– fueron pasando de abuelos a padres y de padres a hijos. “Tuve 10 hermanos y vivíamos en la casa paterna. Como mis hermanos se casaron y se fueron, solo quedé yo con mi mamá acá en El Chispero, así que heredé mi casa”, explicó.
Sin embargo años atrás, por su posición privilegiada, El Chispero ha aparecido en medio de ambiciosos proyectos de movilidad que buscan ampliar las avenidas de la zona, sobre todo hacia el lado del populoso barrio y poco al de sus acaudalados vecinos, situación que ha causado rencillas sobre todo con pasadas administraciones que sin tener en cuenta el arraigo histórico de sus habitantes han buscado sacarlos a “escobazos”.
El asunto ha causado temor en la comunidad que ha mostrado en el pasado resistencia a dichos proyectos que pondrían en peligro de desaparecer a una de las comunidades fundadoras de El Poblado. Uno de ellos es la ampliación de la carrera 34, planeado desde 2012 y cuyo fin es acabar con los trancones que se dan en esta zona de la ciudad. La cuestión es que el proyecto inicial buscaba tumbar al menos 40 viviendas de El Chispero. Algo impensable.
“En administraciones anteriores venían a atacarnos porque querían eliminar el barrio para poder hacer la ampliación. Incluso el alcalde Luis Pérez dijo que nosotros éramos unos invasores ¿¡Ah!? El asunto de salir de acá nos daba tristeza porque era salir sin tener a dónde ir”, añadió Cristian González Isaza, otro vecino que también ha pasado la mayoría de sus 58 años en El Chispero.
Según lo confirman los propios vecinos, en la primera administración de Federico Gutiérrez se comenzaron los diálogos que permitieran redefinir el proyecto para que su impacto no fuera tan agresivo. Sin embargo, en la pasada administración poco se avanzó en el tema y el proyecto quedó empantanado. Aún así, la incertidumbre de saber si iban a tener que irse seguía viva.
Por fortuna, en este nuevo periodo, aparte de la reactivación de la ampliación los diálogos se retomaron. “Desde el primer momento les dijimos que en vez de imponer, llegamos a generar confianza porque lo esencial para la Alcaldía actual son las personas”, dijo Angélica Arias, directora de Fonvalmed.
”Es una buena noticia”
Producto de los diálogos también surgió una nueva solución para que en vez de tumbar 40 casos solamente se demuelan 14. Pero además se buscó que estas 14 familias afectadas no salieran del barrio. Para ello la solución fue aplicar la figura inédita, según la Alcaldía, de reasentamiento en sitio.
“En un lote de Fonvalmed ubicado en El Chispero crearemos una solución habitacional, un bloque de cuatro pisos con 14 viviendas para igual número de familias propietarias”, explicó Arias.
La novedad es que las viviendas, aparte de seguir en la misma zona y conservar el estrato 2, tendrán unas especificaciones especiales acordes a las condiciones físicas de sus residentes. Esto es vital, pues los 14 apartamentos serán habitados por casi 60 personas, muchas de ellas –como doña Alicia– adultas mayores o con movilidad reducida.
“Ojalá pudiéramos trasladar las casas de estos residentes íntegras al nuevo punto, pero eso es imposible. Por eso, la idea es que al menos los nuevos apartamentos de 44, 53 y 77 metros cuadrados sean una oportunidad de continuar en el territorio”, añadió Arias.
El Isvimed –por medio de uno de sus constructores aliados– será el encargado de realizar el bloque que tendrá un costo de casi $3.000 millones. Esta entidad indicó que se espera que el proyecto arranque a inicios de 2026 y que culmine al final de 2026.
“La ampliación de la carrera 34 se hará en dos etapas. La novedad es que la segunda etapa está principalmente condicionada a que el bloque esté terminado. Necesitamos que las familias estén ubicadas en sus nuevas viviendas para que pueda arrancar el segundo tramo de La 34” explicó Valentina Aguilar, directora de Isvimed.
Según Aguilar, las familias del El Chispero a reasentar, no deben aportar dinero para el nuevo bloque ya que los costos se cubren principalmente por el valor a reconocer de sus predios. Aguilar también comentó que si bien ya es un hecho que las viviendas No Vis se entregarán con acabados, desde ya se están buscando alternativas para que los demás apartamentos tengan el mismo beneficio vía subsidio de mejoramiento de vivienda.
La noticia de que los 60 vecinos no tendrán que irse de El Chispero cayó como un gran anuncio en el sector y fue celebrada por ellos, incluyendo a doña Alicia.
Otro vecino que consideró como acertada la idea planteada por la alcaldía fue Pedro –sobrino de doña Alicia– quien dijo que vive muy contento en El Chispero “La opción que nos ofrecieron en algún momento era pagarnos y que ya viéramos para donde nos íbamos. ¿Pero a dónde nos íbamos a ir por Dios si no hay pa’ donde con estos arriendos tan caros?”, agregó.
“Con este reasentamiento logramos lo que anhelábamos: seguir en el barrio porque este es un punto muy especial. Sí, el cambio es drástico porque saldremos de vivir en casonas a apartamentos, pero todo es costumbre. Además, puede que las casas nuevas sean más luminosas y aireadas. ¿Es que quien se quiere ir de un barrio como este, tan tranquilo y tan bacano?”, concluyó Cristian.
¿Tras culminar La 34 se acabaría temor en El Chispero?
Una última gran noticia recibida en El Chispero la dio la directora Arias pues, según dijo, tras culminar la ampliación de la 34 se acabarían los fantasmas de que El Chispero desaparezca por cuenta de obras públicas ya que con este proyecto las obras de este tipo en El Poblado quedarían concluidas, lo que sin duda puede ser un parte de tranquilidad para los vecinos al menos por unos años más.
“La prioridad es el respeto por los residentes de El Chispero y que ellos se mantengan acá. La visión de la Alcaldía es hacer el proyecto de la 34 siempre y cuando las personas del barrio vivan dignamente en el espacio”, explicó Aguilar.