Este jueves 7 de agosto, la nueva política arancelaria global de Estados Unidos —impulsada por la administración de Donald Trump— entra en vigor, y Colombia respira aliviada.
A pesar de tensiones diplomáticas recientes, como la adhesión al banco de desarrollo de los BRICS o los acercamientos del presidente Gustavo Petro con China, el país logró esquivar el golpe: sus exportaciones seguirán enfrentando un arancel del 10%, la tarifa mínima global.
La noticia, que había generado expectativa y algo de nerviosismo en los sectores exportadores, se convierte en una oportunidad para Colombia de posicionarse aún más en el mercado estadounidense. Especialmente porque la competencia directa sí se verá afectada con tarifas más altas.
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Café, flores y petróleo: los grandes beneficiados
Uno de los sectores más favorecidos es el energético. Las exportaciones de petróleo y carbón —que representan cerca del 40% del total enviado a EE. UU.— quedaron exentas de aranceles, lo que garantiza estabilidad para uno de los pilares de los ingresos externos del país.
En un contexto de precios volátiles y ajustes en la demanda global, esta decisión refuerza la competitividad de Colombia como proveedor energético.
Pero no solo el petróleo celebra. También lo hacen las flores y el café, dos de los productos estrella del país.
En el caso de las flores, Colombia compite con Países Bajos, cuyos envíos ahora enfrentarán un arancel del 15%. En café, los rivales Vietnam y Brasil fueron golpeados con tarifas aún más duras: 20% y 50%, respectivamente.
Este diferencial arancelario puede traducirse en una ventaja comparativa inmediata para los exportadores colombianos, especialmente en un mercado como el estadounidense, donde el precio y la disponibilidad son determinantes.
Arancel mínimo del 10 %: ¿colchón o techo?
La permanencia del arancel del 10% para Colombia disipa los temores de una subida al 20%, como se especuló en semanas anteriores.
Según CNN, el nuevo piso arancelario del 15% aplicará para unos 40 países con los que EE. UU. tiene déficit comercial, dentro de una política que busca cerrar brechas externas e incentivar la producción interna.
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Más de una decena de países verán tasas superiores al 15%, bien sea por acuerdos bilaterales más rígidos o por decisiones unilaterales de la Casa Blanca, como el envío de cartas directas a sus líderes comerciales.
En este contexto, Colombia queda en una zona relativamente privilegiada, según análisis del Banco de Occidente, que ya proyecta nuevas oportunidades para los sectores que aún tienen espacio para crecer en el mercado norteamericano.
Para Javier Díaz, presidente de Analdex, el resultado es positivo, pero no suficiente. “Quedamos en mejor condición que algunos de nuestros países competidores, como Ecuador, Brasil, Costa Rica... No así con México, que sigue teniendo ventaja sobre nosotros”, dijo el dirigente gremial, quien además aseguró que el sector privado está listo para negociar con EE. UU. una reducción o eliminación del arancel.
Este llamado a la diplomacia comercial también responde a un escenario donde Colombia ya tiene una relación estable con Estados Unidos, su principal socio comercial, y donde las oportunidades de mejora arancelaria podrían estar a la vuelta de la esquina, si se gestiona bien políticamente.
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Los analistas del Banco de Occidente no prevén cambios sustanciales en la dinámica comercial bilateral. Las proyecciones de crecimiento económico se mantienen en 2,8% para 2025, y no se anticipan impactos relevantes ni en los activos locales ni en la prima de riesgo país.
La decisión arancelaria también refuerza la expectativa de una tasa de cambio estable por debajo de los $4.000, una buena noticia en medio de un contexto regional volátil.