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Jaime Gilinski, millonario colombiano de bajo perfil

De bajo perfil, audaz para los negocios, este egresado de Harvard ha construido su emporio desde Colombia y gana activos en Europa.

  • FOTO LA REPÚBLICA
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  • Reunión de magnates en 2009: Jaime Gilinski (izq.), Alejandro Santo Domingo y Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez. FOTO colprensa
    Reunión de magnates en 2009: Jaime Gilinski (izq.), Alejandro Santo Domingo y Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez. FOTO colprensa
Jaime Gilinski, el caleño enlistado entre los más ricos del mundo
06 de abril de 2015
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Desde muy joven forjó su inclinación por los grandes negocios financieros, aunque su familia venía de una larga tradición industrial en el Valle del Cauca.

Una habilidad que Jaime Gilinski Bacal reforzó en las aulas de la Universidad de Harvard, y luego en el banco de inversiones Morgan Stanley, que le abrió a sus 22 años las puertas para conocer la economía global. Trabajaba allí hasta 16 horas diarias.

Hace unas semanas volvió a ser noticia cuando la Revista Forbes lo ubicó en el puesto 577 de los más adinerados del planeta, con una fortuna personal de 3.100 millones de dólares.

En el 2013 llegó a la lista de los billonarios colombianos de la que hacen parte el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo y los hermanos Andrés y Alejandro Santo Domingo. Todo por cuenta de los exitosos negocios que empezó en los años 90.

Aún muchos lo recuerdan por su arriesgada operación en 1997 para comprar el Banco de Colombia (hoy Bancolombia), del cual fue presidente con apenas 35 años. Fue una transacción audaz por 400 millones de dólares que él ideó tras convencer a un grupo de inversionistas encabezado por el filántropo y magnate George Soros, su amigo.

También fue famoso el litigio que empezó en 1999 por el detrimento en el valor de los títulos de los accionistas minoritarios, luego de que el Banco Industrial Colombiano (BIC), se fusionara con el Banco de Colombia para crear el Bancolombia. Eso le generó la animadversión del sindicato antioqueño.

El proceso acaparó titulares diarios de la prensa nacional e internacional. Su epílogo en 2010 es todavía un secreto. “Siempre fue una persona respetuosa de las decisiones, y ante todo transparente”, señala el exprocurador General de la Nación, Jaime Bernal Cuéllar, quien participó en el pool de abogados que contrató durante el litigio.

“No fue fácil para él, pues se trató de un proceso dilatado, complejo y poco entendido por la justicia de aquel entonces”, recalcó. Pese a ello, “fue muy serio y prudente”.

Un joven inquieto

Gilinski nació en diciembre de 1957 en Cali en el seno de una familia de ascendencia judía con raíces en Lituania. Es hijo de Isaac Gilinski Sragovicz y Perla Bacal.

Estudió en el Colegio Hebreo Jorge Isaacs en Cali, y partió de Colombia a los 17 años para estudiar ingeniería en el Instituto de Tecnología de Georgia y a los 20 una maestría de negocios en Harvard. Reconoce que hablaba poco inglés, pero le fue bien en matemáticas.

“Recién salido de la universidad era un muchacho muy inquieto y con un gran afán por hacer cosas importantes”, recuerda el empresario Diego Sanint, quien compartió con Gilinski en 1986 cuando laboraba en la Financiera Internacional. “Era un motor de ideas. El mundo globalizado era para él, y así lo ha aprovechado en sus negocios”.

Igual opinión tiene Mauricio Tello, un exbanquero caleño, quien lo conoció en 1979, cuando su padre Isaac lideraba un creciente emporio de empresas como Yupi, dedicada a fabricar golosinas, Plásticos Rimax y Andina de Herramientas.

“Se le veía desde joven ese afán por sobresalir. Podría decirse que hoy es un ‘banquero de miedo’, en el buen sentido de la palabra, por su gran trayectoria y habilidad en los negocios”, anota Tello.

Una dinastía industrial

La familia Gilinski tuvo sus inicios en la industria manufacturera. Su padre Isaac, hijo de inmigrantes lituanos, nació en Barranquilla y junto a su hermano Lazar abrieron una fábrica de curtiembres en el municipio de Piedecuesta, (Santander).

Finalmente, aterrizaron en Cali con Andina de Herramientas y Rimax. Muy pocos conocen que los Gilinski fueron los que impulsaron la marca de productos de aseo Bon Bril, que hace 15 años fue vendida a la multinacional Clorox.

Pese al éxito de esos negocios, Jaime siempre tuvo un interés especial por la banca y el mundo financiero. “Es una persona extremadamente disciplinada y persistente en sus proyectos. Y ante todo tiene un afán innato para fortalecer los indicadores de sus empresas”, comenta un exejecutivo de una de sus compañías.

Muy pocas veces se le ve ahora, por sus ocupaciones, en las factorías de su emporio industrial. En sus años mozos no les perdía detalle y aprendió mucho sobre su administración (ver recuadro).

Siendo aún muy joven, su primera aventura financiera fue en 1991 cuando junto a su padre Isaac apostó 13 millones de dólares por la filial colombiana del Banco de Crédito y Comercio Internacional (Bcci), que estaba sumergido en un escándalo.

El Bcci se transformó en el Banco Andino y tras una recuperación, que no fue fácil, los Gilinski multiplicaron por cinco su inversión. Con esa carta de presentación exitosa, Jaime pudo dar el gran salto hacia el Banco de Colombia.

Luego fue artífice del grupo financiero que en el 2003 se hizo al Banco Sudameris, que adquirió posteriormente el Banco Tequendama. Ese músculo financiero le permitió convertirse en el nuevo dueño de la red de cajeros Servibanca y de dos comisionistas de bolsa.

En el 2012 apostó con fuerza desde Sudameris GNB que, a cambio de 400 millones de dólares, se quedó con el control de las operaciones del banco Hsbc en cuatro países. El Hsbc tiene 62 sucursales en América Latina, de ellas 24 en Perú, 20 en Colombia, 11 en Uruguay y siete en Paraguay. Así fortaleció aún más su protagonismo en la élite financiera.

Sus últimas movidas

Como empresario y financista inquieto, Gilinski está inmerso ahora en un gigantesco proyecto inmobiliario en Panamá, en los terrenos que recuperó el estado panameño, tras la entrega del canal por parte de los Estados Unidos.

El contrato se firmó en 2005 durante la presidencia de Martín Torrijos, con inversiones por unos 700 millones de dólares.

El mismo Jaime lo está desarrollando junto a los hermanos Ian y Richard Livingstone, dueños de la inmobiliaria London & Regional Properties. Ambos tienen fortunas de 3.500 millones de dólares.

Otra de sus movidas fue en octubre del 2014 cuando el grupo Gilinski se convirtió en el mayor inversionista del banco español Sabadell, al quedarse con el 7,5 por ciento de la propiedad por 360 millones de dólares . Sabadell es el cuarto grupo bancario de capital privado de España y el segundo en Cataluña. Sus activos a 2014 sumaron 163.346 millones de euros.

En aquel entonces Jaime afirmó: “Mi apuesta por Sabadell es una apuesta por la recuperación de España”, al referirse al despertar que ha tenido la economía ibérica tras varios años de recesión.

En Colombia también se baten negocios. El pasado 3 de febrero, el Grupo Gilinski firmó un acuerdo por 100 millones de dólares con la cadena Four Seasons Hotels & Resorts para operar los icónicos hoteles Casa Medina y Charleston Bogotá.

Y la última jugada de Gilinski fue entrar a la banca del Reino Unido con la compra del banco británico TSB (Trustee Savings Bank), por parte del banco catalán Sabadell, en una inversión que ascendió a los 2.521 millones de dólares.

“Sabadell considera que el mercado bancario británico, y en particular el de banca comercial y para pequeñas y medianas empresas, dispone de un marco reglamentario preciso y estable, y ofrece una rentabilidad estable y buenas perspectivas de crecimiento”, explicó la entidad española.

De esa manera, Gilinski vuelve a romper paradigmas y abre camino, pues lo usual entre los empresarios colombianos es buscar expandirse en América, pero nunca mirando a Europa y a economías consolidadas como la británica

Su más reciente aparición en Colombia fue en una charla que dictó el año pasado en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa), en Bogotá. Allí contó su trayectoria. Para muchos estudiantes fue algo inspirador.

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