Ya sea que le parezcan lindas, feas o simplemente extrañas, las muñecas Labubu están por todas partes. Rihanna, Dua Lipa, Kim Kardashian y hasta David Beckham se han dejado ver con una de estas criaturas colgando del bolso o posando en redes sociales.
Pero más allá del furor estético, lo que está ocurriendo con Labubu es una revolución comercial, cultural y geopolítica.
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Labubu no es una simple moda. Es el producto estrella de Pop Mart, una empresa china nacida en 2010 que hoy opera en más de 30 países y cuyas acciones se dispararon más del 500% en el último año.
Y todo, gracias a esta criatura de vinilo con cuerpo de peluche, dientes sobresalientes y mirada pícara, creada por el artista hongkonés Kasing Lung.
TikTok, celebridades y el efecto sorpresa de la muñeca Labubu
El fenómeno Labubu no se explica sin TikTok, que acumula más de 1,7 millones de videos sobre estas muñecas.
Ahí, el algoritmo y la viralidad han hecho su trabajo, alimentados por una estrategia que mezcla escasez, sorpresa y una estética inclasificable.
Las “cajas ciegas” en las que se vende cada unidad—donde el comprador no sabe qué personaje le va a tocar—desatan furor y hasta peleas en las tiendas.
Fue Lisa, estrella tailandesa del K-pop, quien encendió la mecha en abril de 2024, al subir sus Labubu a Instagram. Luego vinieron Rihanna con su muñeco colgando de un Louis Vuitton, Kim Kardashian mostrando su colección, y Beckham publicando un regalo de su hija.
Resultado: Pop Mart agotó inventarios en varios países y tuvo que mover parte de sus ventas exclusivamente al canal digital para evitar aglomeraciones.
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Hasta en Medellín venden las muñecas Labubu, así lo muestran estos dos videos de TikTok:
¿Qué es Labubu y por qué todos lo quieren?
Labubu es un personaje ficticio de la serie “The Monsters”, con una historia ambigua y una apariencia inclasificable: elfo, gremlin o peluche travieso.
La marca ha sabido capitalizar esa rareza para convertirla en símbolo de identidad: “es un poco fea, pero muy inclusiva”, dice Lucy Shitova, vendedora en Pop Mart Londres a la BBC.
Más allá del personaje central, Labubu tiene todo un universo de personajes: Zimomo, la líder tribal; Tycoco, su novio; Mokoko, su amiga. Todos son codiciados.
En redes circulan estrategias para identificar ediciones raras —los llamados “perseguidores”— agitando las cajas o pesándolas sutilmente en la tienda.
Durante años, el “made in China” fue sinónimo de baja calidad. Pero la revolución silenciosa que encabeza Labubu está cambiando eso.
“Es difícil para los consumidores del mundo percibir China como una nación creadora de marcas”, explica Fan Yang, académica de la Universidad de Maryland para la BBC. Sin embargo, marcas como Pop Mart, Shushu/Tong o Songmont están comenzando a revertir ese prejuicio.
En 2024, el 40% de las ventas de Pop Mart provinieron del exterior. El éxito no pasó desapercibido para Pekín.
Según Xinhua, Labubu “muestra el atractivo de la creatividad, la calidad y la cultura chinas en un idioma que todo el mundo puede entender”. Una narrativa que busca contrarrestar el declive de la imagen china tras la pandemia y las tensiones con Occidente.
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Labubu, un negocio multimillonario
El negocio detrás de Labubu es gigantesco. Las muñecas, que originalmente costaban entre 18 y 50 dólares, hoy se revenden por cientos en plataformas de segunda mano.
La fiebre ha llevado a que las autoridades chinas incauten más de 70.000 unidades falsas en aduanas en los últimos días.
Pop Mart opera más de 2.000 “roboshops” o máquinas expendedoras automáticas alrededor del mundo, y sus ventas se expanden sin freno.
El modelo de negocio es simple pero potente: colección, escasez, marketing digital y un fuerte componente emocional. Fiona Zhang, fan canadiense, lo resume así en redes sociales: “Percibes una gran sensación de éxito cuando logras conseguir una entre la competencia tan feroz”.