El oro arrancó la semana con un tono inequívocamente positivo donde la búsqueda de refugio volvió a imponerse mientras el cierre parcial del gobierno en Estados Unidos se alarga y el mercado redibuja el mapa de riesgos de cara a las decisiones de la Reserva Federal (FED).
Felipe Barragán, estratega de Investigación de Mercados de Pepperstone, mencionó que la marca simbólica de los US$3.900 por onza quedó atrás en la sesión de este lunes, un hito que no responde a un solo titular sino a la superposición de un Washington bloqueado —con amenazas de despidos masivos en la administración si las negociaciones siguen empantanadas— y a la lectura de que los próximos mensajes de la FED validarán más recortes si la actividad pierde pulso. “Ese binomio (incertidumbre fiscal y menor costo de oportunidad) es, hoy, el motor inmediato del metal”, apuntó.
A ese telón de fondo se suma un elemento táctico: el reacomodo de divisas tradicionales de “refugio” tras el giro político en Japón.
La debilidad del yen tras el cambio de liderazgo dejó a algunos gestores sin una cobertura clásica y elevó, en el margen, el atractivo de una posición larga en oro como escudo más puro frente al shocks de política.
La propia dinámica de “momentum” —máximos históricos que llaman flujos— también jugó su parte, empujando a participantes rezagados a subirse al tren ante la posibilidad de testear la barrera psicológica de US$4.000.
Pero lo que está sosteniendo el andamiaje no es solo coyuntura. Barragán anota que detrás del brillo hay una base estructural que lleva meses construyéndose: compras persistentes de bancos centrales —especialmente de emergentes que diversifican reservas— y entradas a ETF físicos que consolidan al oro como componente “core” en carteras multi-activos, no solo como seguro de última hora. Esos dos pilares han dado profundidad al rally y amortiguan tomas de utilidades cuando cede el impulso diario.
“De aquí en adelante, el guion es claro pero sensible a matices. Si el cierre federal se prolonga y la señal de la FED converge hacia más relajación —o, al menos, evita contradecir las expectativas que el mercado ya descuenta— el soporte para el oro se mantiene y la narrativa de “umbral US$4.000” gana tracción”, añadió el analista de Pepperstone.
La expectativa del precio del oro es cambiante
Pero, un giro más duro de la FED, una resolución rápida del frente fiscal en Washington o un rebote amplio del dólar podrían forzar un respiro técnico, con consolidación sobre los avances de las últimas semanas. Mientras tanto, cada nuevo máximo refuerza el papel del oro como activo de prima de riesgo macro, en un mundo donde la política compite con los datos por definir el precio de los activos.
Con todo hoy manda la demanda por refugio financiero, con Estados Unidos aportando el ruido político y la FED la convicción de que el costo de carry seguirá bajando; Japón añade un matiz de divisas y los flujos estructurales hacen el resto.
“En ese cruce, el metal no necesita grandes sorpresas para sostener niveles; solo que no aparezca, de golpe, una razón convincente para desarmar la cobertura”, concluyó el experto.