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Las grandes bandas no improvisan, la historia misma lo muestra de manera certera. Y Caifanes es una grande que estará de nuevo en Medellín, escribiendo una nueva página para la historia del rock en habla hispana.
Y como las grandes bandas no improvisan, Caifanes lo demuestra en una historia genuina y brillante, que nos prepara para un rito chamánico repleto de canciones sinceras, que veremos en pocos días en Medellín.
Esta es la historia de una canción que hace parte de nuestra arquitectura musical y emocional, la de una canción creada de manera espontánea por los dueños de la mística rocanrolera de latinoamérica, por los artífices del ritual hecho canción y el chamanismo transformado en arte sonoro.
La historia
Todo empezó hace mucho tiempo cuando apenas Caifanes era una utopía musical. La escena comienza en una taquería popular en Ciudad de México, allí estaban Diego Herrera y Saúl Hernández comiendo las delicias gastronómicas que ofrece el país azteca. Los dos amigos tenían unas pintas bastante extrañas y sus cabellos desordenados e irreverentes, mucho frizz y mucha laca para lucir sus cabelleras en fiestas de amigos y encuentros en pleno centro de la ciudad.
Muchos se burlaban de su aspecto por el gran parecido a la cabellera eléctrica de Robert Smith, de la agrupación The Cure, pero en realidad ellos querían parecerse a Trucutú de Tin-Tan el hombre mono. Seguían caminando, sin mirar a los lados, no les importaba lo que hablaran de sus cabellos desaliñados.
Y allí, en la misma taquería, una pareja bastante adulta no paraba de mirar sus atuendos, su abundante cabello, había curiosidad burlesca en las miradas. De repente el señor se levanta de la mesa, parecía enojado, se dirige hacia los juveniles y capilares Caifanes y les dice: “Quiero felicitarlos jovencitos por tener los huevos para salir a la calle con esa facha”.
Entre risas Saúl y Diego siguieron comiendo, comentando la bizarra situación.
Al final, antes de irse del restaurante, el señor les entrega una servilleta doblada en tres, y finaliza la escena con un “Espero les guste.
Luego, al abrirla, Saúl y Diego se encuentran con un texto que cambiaría la historia de la naciente banda: “Préstame tu peine y peiname el alma”.
Y como las bandas grandes no improvisan, esa servilleta y esa línea de texto fue el insumo para arrancar la composición de la canción Viento, y posteriormente darle fuerza creativa a la constitución de Caifanes, banda que hasta ahora no para de escribir, grabar y tocar corazones, y que en pocos días, el próximo 19 de marzo, visitará Medellín en un encuentro histórico que tatuará el rito caifán en las montañas paisas.
La última vez que la agrupación mexicana tocó en Medellín fue en 1994 en un concierto en el Aeroparque Juan Pablo Segundo junto a Rubén Blades e Inner Circle. 25 años después, varios discos legendarios al aire y una carrera que año tras año solo acrecienta su leyenda, Saúl Hernández, Sabo Romo, Alfonso André y Diego Herrera volverán a Medellín.
