Pico y Placa Medellín
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Cuando uno piensa que no le cabe un elemento cursi visual más a El gran showman aparece una playa con atardecer arrebolado al fondo y beso apasionado en primer plano. Por desgracia para los espectadores, que a esa altura ya están duchos en lidiar con la obviedad, ni el beso provoca la emoción que debería ni señala el fin de la película.
Que una película esté llena de clichés no la hace necesariamente mala. Los buenos directores son capaces de jugar con ellos y combinarlos para crear propuestas que se sienten novedosas o que usan los elementos tradicionales con inteligencia, al servicio de una buena historia o de un estilo.
No es el caso de Michael Gracey, cuya única experiencia previa como director está en el campo de los spots publicitarios....
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