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Juanes merece todo lo que le ha pasado. La valentía por decidir vivir de las canciones, el cariño verdadero que le tiene la gente, sus 23 Latin Grammy, sus dos Grammy, su lucha utópica por cambiar el mundo, su amor por la tierra, su apuesta de memoria en las canciones, su guitarra parrandera, su familia, su fundación, su música y el rock que le cambió la vida.
También merece su abrazo con Draco Rosa, que reciba cariño verdadero de Andrés Calamaro y participen juntos con el piano y la guitarra dispuesta. Merece que Fito haga una de sus canciones al igual que Rosalia, Alejandro Sanz, Juan Luis Guerra y muchos otros. Juanes merece que el reconocimiento más importante de su carrera sea entregado por uno de los integrantes de la banda que fue y seguirá siendo escuela, Metallica. Por esto y por muchas otras cosas más, a Juan Esteban Aristizábal, el hijo de Medellín, se le reconoció en este 2019 como la persona del año en los premios de La Academia Latina de la Grabación.
Este reconocimiento se otorga a músicos de herencia Iberoamericana y se entrega no solo por sus logros artísticos en la industria de la música, sino también por sus profundos esfuerzos humanitarios, muy relevantes además. José José, Gilberto Gil, Juan Gabriel, Carlos Santana, Caetano Veloso, Vicente Fernández, Julio Iglesias, Juan Luis Guerra o Plácido Domingo son algunos de los galardonados en los años anteriores.
Pero, ¿qué puede significar un homenaje de este peso? Persona del año no es un título menor, teniendo en cuenta que ese lado de la industria musical está repleto de millonarios números, de un ego incalculable, miles de kilómetros de sonido, cientos de puertas de habitaciones de hotel, horas sin dormir y toda la presión enfrentando a la musa inspiradora de la poesía y la armonía.
El homenaje llega cuando más vivo está Juanes, cuando su vigencia es entendida por las nuevas generaciones, llega cuando dijo no al óxido perverso de los años y cuando en momentos es perceptible la decadencia de una ficción despampanante de luces, cámara y espectáculo, en la cual no cayó.
Este reconocimiento, que quizá en unas semanas será olvidado por muchos, es la reafirmación de un momento de la vida, de la justicia en un guitarrazo, de la carretera recorrida y la oportunidad para recordarle a ese paisa noble que hace canciones, a manera de aplauso de pie, que ese viaje asustador, esperanzador y premonitorio que hizo hace más de 20 años luchando por un sueño, valió la pena y ahora es orgullo.
La coherencia de Juanes hace que muchos entiendan que no es solo por hacer música, sino por representar, por ayudar a los que vienen en el camino con el mismo sueño, por movilizar corazones y entender que la historia de vida se hace desde el primer acorde, que en este caso fue metalero, hasta el último que puede tener el pincelazo actual del dembow. Hacer canciones por siempre. Música, hermosa música al fin y al cabo.
Todos de pie, grandes y más grandes, en unos premios a la música mundial, para aplaudirle a una persona del año, para toda la vida.
