La navegación fluvial genera tráficos considerables y, por supuesto, riesgos y accidentalidad. No se trata de un trasporte de pasajeros, deportivo o recreativo, de menor importancia. Guatapé, sitio de altísimo movimiento turístico, está mostrando debilidades en cuanto a los controles dentro y fuera de las embarcaciones.
Una nota de este diario confirmaba ayer, por ejemplo, que después de las seis de la tarde el área del embalse apenas cuenta con un policía fluvial.
Los accidentes del 25 de junio y el último este sábado 5 de agosto, tras el cual falleció el joven Santiago García Zea, de 16 años, exigen el máximo rigor de las autoridades y el diseño de protocolos y normas cada vez más estrictas para la navegación allí.