No es por amargar la fiesta. Tampoco se trata de centrarse en el punto negro de la foto. Esta semana muchos celebraron la mención que hizo el periódico “The New York Times” sobre Medellín. Ese diario, considerado por muchos como el más importante del mundo, destacó a nuestra ciudad por su transformación social. El artículo resalta sus avances, proyectos urbanísticos e incluso la define como una de las capitales “más progresistas de América Latina”. No es por amargar la fiesta. Tampoco se trata de centrarse en el punto de negro de la foto, pero al ver reconocimientos como este, uno se alegra, se siente orgulloso y al mismo tiempo se pregunta: ¿Está Medellín trabajando lo suficiente para lograr la conservación ambiental, uno de los temas centrales en innovación mundial? ¿Estamos esforzándonos al ritmo requerido para proteger y aprovechar de una forma sostenible los recursos naturales de Antioquia?.
Surgen dudas al respecto. En nuestra región la minería ilegal está acabando aceleradamente con los ríos y tierra. Mientras usted lee estas líneas, hay excavadoras extrayendo sin pausa tierra de las riberas y acabando con esa naturaleza que no heredarán nuestros hijos. En Medellín la contaminación aumenta cada día: se ve gente arrojando todo tipo de desperdicios al río, hay más vehículos y autobuses emitiendo gases nocivos al aire y se ven más personas que dejan basuras en cualquier parte del camino como ocurre en tantos barrios altos.
Es cierto que hay iniciativas positivas, como la de la gobernación de Antioquia, que a través de la gerencia de Servicios Públicos ha instalado paneles solares en municipios como Segovia, Urrao o Frontino, donde ya hay escuelas que funcionan con energía alternativa. También es cierto que Medellín tiene entre sus objetivos empresariales -clústeres - el sector eléctrico y existen instituciones fascinantes como Ruta N. Sin embargo y con base en las cifras, queda la sensación de que la conservación ambiental no es prioritaria ni avanza rápidamente. Si queremos ver resultados al respecto en los próximos 15 años, es hora de enfocar nuestros esfuerzos en aprovechar bien nuestra naturaleza. Hace unos días, el reconocido periodista Thomas Fridman publicó un artículo titulado: “Alemania: la superpotencia verde”, en el que cuenta cómo ese país se convirtió en líder mundial de energía solar en la última década. Se calcula que el 30 por ciento de su población ya usa energía renovable generada por fuentes como el sol o el viento. Esto se traduce en un ahorro de recursos naturales para el planeta y ayuda a evitar el cambio climático. Para contrarrestar los altos costos de este tipo de energía, se asociaron con los chinos para masificar estos sistemas.
Si de verdad queremos ser una región innovadora, debemos ser también capaces de conservar nuestros recursos naturales. Ejemplos de países como Alemania, que pasó de la oscuridad nazi a ser potencia de luz y energía, demuestran que es posible soñar en que una región como la nuestra también puede convertirse en potencia verde.