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Cuando todavía faltaban algunas horas para el momento cumbre del Carnaval de Riosucio y nadie sospechaba aún que una lluvia torrencial caería justo a la medianoche, en las calles ya se escuchaban los cantos que recibirán a la primera aparición del diablo.
“Salve, Salve, placer de la vida. Salve, salve, sin par Carnaval”, cantaba un grupo de jóvenes disfrazados con capas rojas y, desde una de las tarimas, el presentador lo llamaba ‘Su majestad’. El resto del pueblo se ponía un par de cachos, una camiseta del renombrado personaje o se tomaba un trago de guarapo en su honor.
Sí, muchos disfrutaban esa expectativa, el secreto mejor guardado de este pueblo de Caldas, el no saber cómo se vería este año el diablo. Pero otros, en cambio, murmuraban...
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