El Zancudo, en Titiribí (Suroeste), fue la empresa más grande del país en el siglo XIX. Propiedad del Burro de Oro, Coriolano Amador, generó tanta riqueza que emitió su propia moneda y pudo contratar ingenieros y metalúrgicos en Europa. La llegada de tecnología permitió la primera ola industrializadora.