2025 no fue un año cualquiera. Los últimos 12 meses, marcaron el inicio de una era en la que cinco líderes mostraron que el destino de la tecnología no se escribe en una sola dirección.
Aunque se desempeñan en cargos y sectores muy diferentes, Jensen Huang, Mark Zuckerberg, Hideo Kojima, Tim Cook y Demis Hassabis comparten un común denominador: la comprensión de que la inteligencia artificial es la fuerza motriz del siglo XXI. Sin embargo, sus aproximaciones a esa idea difieren.
Huang consolidó a Nvidia como líder de la IA con los chips Blackwell, transformando la infraestructura global de los centros de datos. Zuckerberg, por su parte, apostó por un Meta más ambicioso, con una inversión récord en IA y el lanzamiento de Llama 4, su modelo de código abierto.
Mientras tanto, Kojima reivindicó los videojuegos como arte con Death Stranding 2, Cook priorizó la privacidad en Apple con su IA, y Hassabis llevó a DeepMind a la vanguardia científica con AlphaFold, impulsando la investigación en biología y materiales.
La mega capitalización de Jensen Huang
A principios de año, la valoración de la fabricante de chips Nvidia superó los 5 billones de dólares, un hito que la convirtió en la empresa más valiosa del planeta y la ubicó por encima de gigantes como Microsoft y Apple.
La cifra no solo representó una marca bursátil, sino que se dio gracias a un liderazgo que apostó por convertir los chips de inteligencia artificial en la nueva infraestructura de internet. En octubre, Jensen Huang, cofundador y CEO, anunció pedidos por 500.000 millones de dólares de sus procesadores y la construcción de siete supercomputadoras para el gobierno estadounidense, lo que reconfiguró la cadena de suministros global y reforzó el dominio de su empresa en centros de datos.
Pero la verdadera ambición del taiwanés-estadounidense estaba en democratizar la capacidad de cómputo. A mediados de año, Nvidia lanzó la versión para servidores convencionales de los chips Blackwell. El sector los llamó “Blackwell para las masas” porque permitió a empresas medianas adoptar la misma arquitectura que gigantes como OpenAI y Google.
El analista Matt Kimball, de la firma de investigación Moor Insights & Strategy, comentó que esa decisión aceleró la transición de los centros de datos tradicionales a fábricas de IA y consolidó la idea de que los procesadores se convertirían en un recurso tan imprescindible como la propia electricidad.
Pero Huang también se convirtió en protagonista inesperado de conversaciones geopolíticas. Desde la divulgación de pedidos multimillonarios hasta la participación en proyectos como la supercomputadora del Medio Oriente, sus movimientos fueron interpretados como señales de una economía impulsada por la carrera de la IA.
El 2025 fue, para él, el año en que dejó de ser un ingeniero visionario y se transformó en un actor político que define reglas de juego para gobiernos y corporaciones.
Mark Zuckerberg y su apuesta por IA abierta
Si 2023 fue el año de la eficiencia para Meta, 2025 fue el año de la ambición. En enero, Mark Zuckerberg anunció en una llamada con inversionistas que la compañía incrementaría en 66 % el gasto en infraestructura de IA, con una inversión de hasta 65.000 millones de dólares. “Este año marcará el rumbo del futuro. Va a ser intenso”, declaró en su momento.
Su plan incluía duplicar la flota de unidades de procesamiento gráfico de Meta, pasando de 600.000 a 1,3 millones, y construir un centro de datos de 4 millones de pies cuadrados en Luisiana.
Esta escalada buscaba asegurar que Meta AI, el asistente multimodal de la empresa, pudiera atender a más de 1.000 millones de usuarios y convertirse en estándar de referencia.
Pero Zuckerberg no se limitó a la infraestructura. Sus ingenieros presentaron en abril a Llama 4, una serie de modelos de lenguaje de código abierto concebidos como respuesta a las soluciones privadas del mercado. Estos modelos, de 17.000 millones de parámetros, fueron integrados en Meta AI y dotados de capacidad para interpretar imágenes, audio y texto, además de la capacidad de navegar por la web.
El mensaje es claro: en el mediano plazo, Meta pretende liberar la innovación mediante modelos abiertos sin renunciar a la sofisticación técnica.
Además, Zuckerberg se propuso construir un “agente de ingeniería” capaz de programar como un desarrollador de nivel medio, objetivo que calificó de “profundo hito” y que, según dijo, dará ventaja competitiva a quien la logre primero.
Para él, la IA no solo optimizará productos, sino que multiplicará la productividad humana. Mientras, concibe a su empresa como una plataforma donde bots cooperen con personas para generar valor.
Hideo Kojima y la reivindicación del arte
Mientras las grandes tecnológicas convertían la IA en la principal materia prima de la industria, el diseñador japonés Hideo Kojima recordó que los videojuegos pueden ser, como pasa en el cine, obras de autor.
En junio lanzó Death Stranding 2: On the Beach, secuela que mezcla drama humano, acción y alegorías políticas.
Mientras el mercado sigue dominado por los servicios en línea, los títulos ‘game as a service’ y las microtransacciones, el padre de la mítica saga Metal Gear mantiene, en pleno 2025, la apuesta por narrativas complejas y por un tono cinematográfico que, para varios analistas, le valió comparaciones con genios del séptimo arte como Stanley Kubrick.
La crítica no tardó en reconocer la audacia de esta entrega, exclusiva de PS5. Reseñas especializadas, como la que publicó la revista Rolling Stone, la describieron como una obra “grande y audaz”, capaz de ampliar la visión y el estilo del primer juego al explorar temas como el duelo, la crítica al imperialismo estadounidense y la dependencia tecnológica. Esa mezcla de “walking simulator” y ciencia ficción surrealista la convirtió en un evento cultural de gran relevancia este año, y demostró que todavía hay espacio para creaciones personales en un negocio cada vez más estandarizado, recordando que la tecnología también es un espacio para el arte.
Tim Cook y la apuesta por la privacidad
Agosto trajo otro hito: Tim Cook se convirtió en el director ejecutivo con más tiempo al frente de Apple, superando los 5.091 días de labor combinada de nada más y nada menos que Steve Jobs.
Su gestión frente al desarrollo de IA se destacó por encarnar una filosofía distinta a la de sus competidores: mientras otros buscaban capturar datos para entrenar modelos, Apple lanzó Apple Intelligence como una plataforma de IA generativa que procesa información en el dispositivo para proteger la privacidad.
Cook dijo entonces que el sistema permite acceder a la información personal “de forma totalmente privada y segura”, una “IA como solo Apple puede ofrecer”. Y aunque tardó más de un año en llegar a dispositivos iPhone, desde su lanzamiento mundial junto con el sistema operativo iOS 26, ha recibido gran acogida.
Apple Intelligence se apoya en una arquitectura híbrida conocida como Private Cloud Compute, que distribuye el procesamiento entre el dispositivo y servidores cifrados para mantener la confidencialidad.
Análisis independientes indican que la firma utiliza modelos de unos 3.000 millones de parámetros y un esquema de tres capas en el cual la mayoría de solicitudes se ejecutan localmente, mientras que los casos que requieren más potencia se remiten a la nube privada cifrada. De esta forma, la compañía de la manzana demostró que es posible competir en IA sin sacrificar el control de los usuarios sobre sus datos.
La agencia Reuters reveló que Apple aumentaría sus inversiones en centros de datos y su objetivo ahora será adquirir compañías de IA más grandes.
En agosto, el medio especializado TechCrunch informó que Cook dijo a sus empleados que Apple “debe” ganar en IA y reconoció que la empresa nunca fue primera en ciertas categorías, pero suele reinventar productos existentes. Una visión que terminó cumpliendo en noviembre, pues la popularidad de su apuesta ayudó a retornar a la empresa que lidera al primer puesto entre los mayores fabricantes de teléfonos del mundo, lugar que no ocupaba hace más de diez años, con una cuota de 19,4 % de ventas.
Demis Hassabis: IA para la ciencia
En 2024, el científico británico Demis Hassabis y su colega John Jumper recibieron el premio Nobel de Química por crear AlphaFold, una herramienta de inteligencia artificial que predice la estructura tridimensional de las proteínas.
Esa distinción reconoció que, tras cinco años de uso libre, el sistema se convirtió en recurso fundamental para biocientíficos y dio origen a 240 millones de estructuras de referencia. La tecnología aceleró investigaciones en vacunas, longevidad y cultivos resistentes al clima, demostrando que la IA puede ser una herramienta al servicio de la humanidad.
En una entrevista con la revista Time, Hassabis recordó que AlphaFold resolvió un “desafío de 50 años” y que su sueño es construir un sistema capaz de no solo resolver problemas, sino formular nuevas teorías.
Para él, la auténtica “inteligencia general” sería aquella que cree teorías como la relatividad con la información disponible en tiempos de Einstein, y se define a sí mismo como científico defensor de la idea sobre una IA dedicada al descubrimiento y el bienestar colectivo.
Esta visión se tradujo en proyectos concretos dentro de DeepMind, una filial británica de Google dedicada a la investigación y desarrollo de IA, fundada en 2010 por el propio Hassabis, que actualmente funge como CEO.
Google Research destacó en octubre pasado un “ciclo mágico” que conecta investigación fundamental con aplicaciones reales, por el desarrollo de modelos que detectan variantes genéticas en cáncer, algoritmos cuánticos para materiales y sistemas que analizan el clima.
Además, este mes el gobierno británico anunció que DeepMind abrirá su primer laboratorio automatizado en Reino Unido para acelerar el desarrollo de superconductores y brindar acceso a modelos como AlphaEvolve y AlphaGenome para investigadores y especialistas.
En un coloquio en el MIT, Hassabis comentó que su objetivo es “construir sistemas de aprendizaje general para resolver problemas del mundo real” y citó a AlphaFold como ejemplo de cómo la IA puede abordar retos que durante medio siglo desafiaron a los mejores científicos del mundo.
Por eso, su visión sobre el uso de IA es particularmente útil para la Humanidad. A diferencia de otros líderes enfocados en chatbots y asistentes conversacionales, este año Hassabis orientó su laboratorio hacia la ciencia.
Su prioridad ahora es convertir a la IA en herramienta que acelere descubrimientos en biología, clima y materiales, y se esfuerza por mantener la investigación abierta y responsable, una postura que equilibró el entusiasmo inicial de la industria tecnológica con la advertencia de que estas plataformas deben ser desarrolladas con ética, transparencia y cooperación internacional.
Arquitectos de la IA
La prestigiosa revista TIME eligió para 2025 a “The Architects of AI” como Persona del Año, un reconocimiento colectivo que pone en el centro a empresarios, científicos y financistas responsables de la explosión de la inteligencia artificial.
La decisión, según explicó el editor en jefe Sam Jacobs, refleja que este fue el año en que el potencial de la IA se volvió visible y las discusiones sobre su impacto coparon todos los titulares.
La portada rinde homenaje a figuras como Jensen Huang (Nvidia), Masayoshi Son (SoftBank), Robin Li (Baidu), Mark Zuckerberg (Meta), Demis Hassabis (Google DeepMind) y Dario Amodei (Anthropic).
Juntos representan el poder económico, la investigación científica y la ambición empresarial que impulsan la revolución de la IA. El reconocimiento también incluye a inversionistas y a responsables de infraestructura, recordando que la innovación es un esfuerzo colectivo.
Al anunciar la publicación, TIME resaltó una declaración de Jensen Huang: “Cada industria necesita la IA; cada empresa la usa y cada nación debe construirla... esta es la tecnología más impactante de nuestro tiempo”.