El bienestar, la salud y la prosperidad los venden en botellas de 10.000 pesos. Para que surta efecto, quien la compre debe bañarse el 31 de diciembre con su contenido: albahaca, hierbabuena, menta, abrecaminos, citronela, vetiver y anís, siete de las múltiples hierbas dulces que prometen atraer la buena suerte, una de las más buscadas entre cambio y cambio de año.
“Primero se baña con las hierbas amargas para limpiarse y alejar lo malo, luego se baña con las dulces y así atrae lo bueno”, explica Aracelly Chaverra, quien ofrece la instrucción y el producto. Aracelly es la propietaria de El Bienestar y desde hace 30 años trabaja asesorando a quienes buscan, por estos días, mejorar su fortuna.
“Yo tengo clientes fijos todo el año, pero para diciembre nos preparamos con lo mejor de las hierbas. Tengo para bañarse y para limpiar la casa y el negocio”, sigue Aracelly con un discurso en el que menciona los nombres de todas las hierbas, dulces y amargas, las esencias, los ramos de la prosperidad, las flores de ajo, los sahumerios, y una serie de productos con los que promete mejorar la vida de los creyentes, “porque si no cree, no sirve”.
El Bienestar es uno de los negocios ubicados en el segundo piso de la Placita de Flórez de Medellín, lugar que con 125 años de historia ha albergado la sabiduría curativa ancestral de las plantas porque quienes hoy recetan, lo aprendieron de sus padres, antiguos propietarios del negocio.
Nancy del Socorro Chaverra, hermana de Aracely, tiene un puesto al frente de su hermana. Aunque las hierbas que ella vende no varían en características, ni efectos, sí lo hacen en gustos. Aracely recomienda la albahaca porque “es bendita para muchas cosas y atrae las buenas energías”; para Nancy la mejor es la flor de ajo porque “aleja lo malo y atrae la buena vibra”.
Marina y José Ordóñez son dos de los tres hermanos que tienen puestos de plantas medicinales y de la suerte en la Placita. Su mamá, doña Ana Yépez, murió hace dos años siendo una de las yerbateras más antiguas y reconocidas del lugar gracias a que sus recetas podían curar casi cualquier enfermedad.
Quien vaya buscando suerte a la Placita encontrará todas las esperanzas de hallarla. A don Álvaro, por ejemplo, se le vio con lo que parecía una familia, un señor, una señora y dos muchachas jóvenes, quienes desde hace varios años llegan todos los diciembres de Bogotá a que él les prepare sus “contras”. “No nos puede faltar la visita a la Placita cada año, pero él le cuenta mejor que yo, qué es lo que nos hace”, afirma el hombre como quien no quiere revelar su secreto.
Entre un olor penetrante a caléndula, ruda y sahumerio se multiplican los compradores por vísperas de año nuevo en el lugar. Aunque muchos salieron con flores, la mayoría llegaba buscando la ayuda de las botellas.
Para quienes dudan de la efectividad de los baños Aracelly responde: “si uno hace las cosas bien y con honestidad, ¿cómo no le van a servir?”
