Desde el vientre materno estamos expuestos a bacterias, eso es la microbiota, el conjunto de organismos que habitan en nuestra piel, sistema digestivo e incluso genitales.
Toda esta vida que convive en nuestro cuerpo, y se va desarrollando a medida que crecemos, adaptándose a cada momento: infancia, adolescencia, adultez. La microbiota es única por cada ser.
¿Para qué sirve?
La función principal de este sistema es proteger al cuerpo, especialmente de las bacterias patógenas como: sustancias carcinógenas, metales tóxicos, químicos nocivos presentes en el ambiente, partículas de polvo y suciedad.
Existen estudios que sugieren que hasta un 70% del sistema inmunológico depende de la microbiota, se encarga de que este funcione correctamente. También, tiene un papel en la regulación del metabolismo y balance energético.
Además se encarga de digerir algunos componentes de los alimentos que el cuerpo no puede por sí mismo, como, por ejemplo, aquellos que generan ácidos grasos de cadena corta. Estos son potentes antioxidantes y ayudan a equilibrar los niveles de colesterol y triglicéridos.
La microbiota está relacionada con la producción de vitaminas como la K y la B12. Asimismo, de regular la secreción de neurotransmisores intestinales, (sí, en el estómago hay neurotransmisores e influyen en el estado de ánimo y la sensación de bienestar), de igual manera, influye en la insulina y cadenas de aminoácidos fundamentales para procesos vitales.
¿Qué ocurre si se altera la microbiota?
Como vimos, la microbiota tiene una influencia en muchas partes de nuestro cuerpo, por lo que una alteración de esta puede causar una reacción en todo el organismo, un desequilibrio entre las distintas cepas bacterianas puede desencadenar infecciones, desarrollo de enfermedades autoinmunes, obesidad, diabetes, algunos cánceres digestivos, fibromialgia, Parkinson, etc. La lista es larga.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la alteración de la microbiota conocida también como disbiosis, suele generar molestias intestinales, dolores de cabeza y pérdida de energía.
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Causas y cuidados
Diversos factores pueden influir en un desequilibrio de la microbiota, como: mala alimentación, sedentarismo, estrés, contaminación ambiental, exceso y mal uso de antibióticos, etc.
Para cuidarla, lo ideal es una dieta sana y equilibrada, ejercicio de manera regular, un buen descanso y evitar la automedicación, además de actividades que reduzcan el estrés.
Este artículo se desarrolló gracias a información encontrada en Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas.