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De orejas esponjosas y nariz en forma de cuchara, en ocasiones se confunde con un pequeño oso, pero el koala no es un úrsido, es un marsupial, una subespecie de mamífero que carga a sus crías en una bolsita por varios meses para terminar su gestación.
La koala hembra da a luz a uno o, muy raramente, dos bebés después de un período de gestación de solo 34 a 36 días. Al nacer tiene el tamaño de un frijol con un peso menor a medio gramo y 19 milímetros de largo. Esto cuenta Stephen Jackson en el libro Koala. Orígenes de un icono (Allen & Unwin, 2010). El recién nacido viaja desde su cloaca hasta la bolsa de su madre utilizando solo su sentido innato del olfato y sus pequeñas extremidades anteriores. Una vez en la bolsa, permanece pegado a una de las tetinas de su madre durante cinco a seis meses. Durante este período, la hembra limpia la bolsa, incluidos los productos de desecho, lamiéndola. Cuando tiene unos seis meses, estará completamente peludo y sacará la cabeza hacia atrás de la bolsa de su madre por primera vez. Durante los 6 a 8 meses que el pequeño pasa allí, los componentes de la leche de su madre cambian.
“Biológicamente es una especie muy interesante”, dice Natalia Pabón Mira, especialista en genética de floración del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia. Su sistema inmunológico se forma durante la lactancia y, a la vez, la formación se da durante este proceso de alimentación exclusivo, cuenta Pabón, quien analizó el estudio que registra la secuenciación del genoma del koala, así como las conclusiones del trabajo publicado en Nature Genetics en julio de 2018.
Se podría pensar que una de las razones para conocer la información genética de estos tiernos animales es salvarlos de los peligros a los que se enfrentan, no obstante, añade la especialista, si todo su hábitat desapareciera, ni su genoma ayudaría a traerlos de vuelta.
Aunque los 3.400 millones de pares de bases de su ADN se conocen desde hace más de un año, ante una situación extrema el genoma no lo salvaría, porque este trabajo no se hace para traerlos de nuevo a la vida, explica la bióloga. “La razón es que es un animal raro –ver microhistoria–, las acciones para conservarlo van por otro lado”.
Ir despacio
Cada vez se conoce mejor a este sigiloso peludo que, tal vez por parsimonioso, no se registró antes de 1800. El primer encuentro entre un humano fuera de Australia y un koala se produjo en 1798, y el naturalista George Perry publicó una imagen de este animal en 1810.
Su estado de conservación actual es vulnerable, lo que significa, relata Solari, que “la especie está saludable, hay poblaciones, áreas que las protegen, sus números no han variado mucho, pero si algo cambia de manera extrema la especie se podría extinguir”.
Ese algo podrían ser los incendios que se viven en Australia actualmente, pero no es tan simple, hay varios factores que inciden en clasificar a una especie como extinta.
Sin los koalas, que evolucionaron para comer unas hojas que nadie más se come por su bajo valor nutritivo, alta toxicidad y alto contenido en fibra, el eucalipto seguiría reproduciéndose e incluso podría convertirse en una plaga, explica Sergio Solari, profesor de la Universidad de Antioquia, especialista en sistemática y evolución de mamíferos marsupiales, lo que a su vez desequilibraría el ecosistema en el que vive.
Junto a otros animales, los koalas viven una tragedia en la temporada de incendios sin precedentes en Australia, su lugar de origen. Numerosos incendios forestales arrasan la costa oriental del país, desde Byron Bay hasta la ciudad de Sídney, incinerando casas, bosques y animales. Estos se han consumido, según datos del gobierno de ese país, más de 8 millones de hectáreas (una sola ocupa casi una cancha de fútbol ), y se han perpetuado en la isla durante cuatro meses, con consecuencias devastadoras. Cerca de 800 millones de animales han muerto de acuerdo con estimaciones argumentadas en comunicado oficial de la Universidad de Sídney por el profesor Chris Dickman, con 30 años de experiencia en ecología y biodiversidad australiana.
Por cuenta de estas conflagraciones que continúan activas (unas 200, de las cuales varias están fuera de control) han muerto canguros, ualabíes, wombats y equidnas.
Entre los mejor librados estarían los canguros, sugirió Dickman, que aunque se han visto afectados, saltan y huyen rápidamente de las llamas, y las zarigüeyas o chuchas, que aunque son vulnerables al fuego, pueden resistir las llamas desde profundas madrigueras, al igual que las serpientes y las goannas.
Entre los más afectados estarían las lagartijas, las ratas canguro y los koalas, estos últimos por su paso lento.
Es sabido que Australia tiene la tasa más alta del mundo en extinción de mamíferos, dijo Dickman en una entrevista para la National Public Radio de Estados Unidos el pasado martes, y agregó: “Son este tipo de eventos los que pueden acelerar el proceso de extinción para una variedad de otras especies”.
En menos de un mes los investigadores pasaron de estimar 480 millones de animales muertos a los 800 señalados. El cálculo se basa en un informe que se publicó en 2007 para el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) sobre el impacto de la eliminación de la vegetación y deforestación en la vida silvestre del estado australiano de Nueva Gales del Sur.
Estimaron, agregan datos obtenidos por BBC, que en promedio hay 17,5 mamíferos, 20,7 aves y 129,5 reptiles por hectárea. Los autores, entre ellos Dickman, multiplicaron esos números de animales por la cantidad de tierra destruida por los incendios. Sin embargo, la cifra que presenta el experto solo incluye a especies en Nueva Gales del Sur, y los incendios ya se han extendido a otros estados como Victoria, de manera que es probable que muchos más estén afectados.
Deliberadamente los investigadores usaron estimaciones altamente conservadoras al hacer sus cálculos. Estos datos se obtienen de manera metódica, sin embargo su cautela es importante para no inflar números que podrían generar virajes en cuánto a la inversión económica y política que la solución de la situación requiera. Por lo tanto, es probable que la mortalidad real sea sustancialmente mayor que la estimada. Porque el no ser cauteloso trae noticias: esta semana se dijo que el koala está en peligro de extinción.
A medida que los “primos” de los canguros sufren en los incendios forestales de Australia, se ha extendido información errónea sobre su desaparición. Las imágenes de estos marsupiales quemados y moribundos surgieron como un símbolo del colosal número de víctimas del incendio: son indefensos y se quedan atrapados donde estén. No son tan ágiles para huir.
“Evaluar su estado tomará tiempo. Su riesgo sí incrementa con estos incendios, pero su categoría de conservación, en este momento ‘vulnerable’, no cambiaría a ‘en vía de extinción’ de un día a otro”, explica Solari, quien ha tenido experiencia participando en evaluar el estado de conservación de algunos animales. Entonces, ¿por qué la idea de la extinción de los últimos días?
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), entidad encargada de evaluar el estado de conservación de la naturaleza y los recursos naturales, creó la Lista Roja de Especies Amenazadas, que es actualmente la fuente de datos más completa del mundo sobre el riesgo global de extinción de las especies. En esta, cuenta Solari, la IUCN considera el número de individuos, el área de la distribución y las condiciones de amenaza para situar a la especie en alguna de las nueve categorías que establecen: no evaluado, menor preocupación, casi amenazado, vulnerable, en peligro de extinción, en peligro crítico, extinto en la naturaleza, extinto.
Sin embargo, un nuevo criterio es sugerido a tener en cuenta por recientes investigaciones científicas, aclara Solari: la función ecológica.
En un comunicado oficial de mayo de 2019 Deborah Tabart, presidenta de la Fundación Australiana de Koala, afirmó que los koalas están “funcionalmente extintos”. Sus palabras se retomaron en el contexto de los incendios, generando confusión porque en varios casos se le agregó algo que ella no dijo: que la causa era la desaparición del 80 % del hábitat de esta especie.
“Funcionalmente extinto”, lo que ella sí afirmó, implicaría tener en cuenta lo que pasaría si una población animal reducida deja de cumplir su función en el ecosistema. Por ejemplo, agrega Solari, en el caso de los koalas, controlar el eucalipto, un servicio que a su vez generaría un efecto en cadena en otras especies. Esta especie hace parte de un ciclo en el cual su relación con los árboles crea un estado de salud a su ecosistema que en algunas ocasiones impacta a otras especies.
La idea hizo ronda en memes y algunos titulares, pero, ¿los incendios realmente diezmaron tanto su hábitat? Diana Fisher, profesora asociada en la escuela de ciencias biológicas de la Universidad de Queensland, comentó a BBC este miércoles que sí se ha perdido parte de su hábitat, pero que esto no necesariamente implicaba su desaparición. Los recientes incendios forestales en Nueva Gales del Sur y Queensland cubren aproximadamente hasta un millón de hectáreas, precisó Fisher, pero el área de bosque en el oriente de Australia donde pueden vivir los koalas es de más de 100 millones de hectáreas. Solari explica entonces la importancia de tener en cuenta el amplio rango de distribución de estos marsupiales, que se extiende a lo largo de toda la costa oriental de Australia.
Solari, investigador peruano que trabaja hace más de siete años en la U. de A., recuerda que los debates para estimar que una especie está extinta tomarán varios meses. “A estas conclusiones se debe llegar con cautela, afirmar que una especie está en una categoría de vulnerable para arriba genera acciones que incluso afectaría a otras especies: los gobiernos podrían redirigir dineros hacia esta, quitándole recursos a otra, por eso no pueden hacerse a la ligera”. Él está seguro de que esta circunstancia que por su intensidad atribuye a la crisis climática que se vive actualmente, ha diezmado su población y seguramente podría tener una incidencia en la categoría de conservación en la que se establezcan, pero hay que esperar. Para declarar una especie extinta se revisan varios factores, como el número de individuos, los programas de protección y su hábitat.
La situación preocupa y con toda la razón. La cifra de muertes es abismal y en el caso de los koalas desoladora: su única defensa real es trepar más alto en los eucaliptos donde hacen sus hogares, poca defensa en absoluto en un incendio forestal.