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Aumentan los años y en muchos casos, aumentan las pastillas. Entre las que tomamos por una enfermedad crónica, las preventivas, más las que utilizamos de vez en cuando para una gripa, un dolor de cabeza o una indigestión podemos casi que llenar una copa de coctel.
Los medicamentos son uno de los grandes avances de la ciencia y en gran medida, gracias a ellos podemos mantener una buena calidad de vida, pero cuando se van sumando, pueden presentarse interacciones peligrosas y por ello siempre deben estar supervisados por un médico de familia que conozca nuestro historial clínico.
“Las personas mayores tienen mayor riesgo de presentar interacciones y reacciones adversas a medicamentos porque tienen menor reserva homeostática en órganos y sistemas, proceso de autorregulación por medio del cual el cuerpo se mantiene estable; mayor fragilidad y tendencia a tener enfermedades crónicas y comorbilidades; menor capacidad de absorber los medicamentos; deterioro en ciertos órganos y menor efectividad en cumplir su función”, explica Jesualdo Fuentes González, médico y farmacólogo.
Si a esto se le suma el tratamiento simultáneo de varias enfermedades (hipotiroidismo, infecciones, problemas respiratorios, demencia, dolor articular) por varios especialistas y la automedicación, no es extraño que las reacciones adversas y las hospitalizaciones sean más frecuentes en este grupo de edad.
El mal uso de medicamentos va desde la aparición de síntomas o trastornos como pérdida del equilibrio y mareo hasta la adicción o intoxicación.
En el caso de personas con patologías cardíacas, el cuidado debe ser mayor porque un mal manejo de la medicación puede desembocar en algo tan grave como un infarto o una falla cardíaca. ¿Qué hacer? No necesariamente dejar de tomarlos, pero sí consultar con un médico que indique cuál es la mejor opción para cada caso en particular.
“Los medicamentos son importantes porque evitan recaídas, detienen o ralentizan el proceso de la enfermedad y en algunos casos específicos pueden ayudar a curar la enfermedad”, afirma el internista Pablo Robles Vergara. Sin embargo, añade que los Aines, antiinflamatorios no esteroides, como el ibuprofeno, naproxeno y el diclofenaco son los que más interfieren en los tratamientos cardíacos por el abuso por parte de los pacientes. Según explica, estos retienen sodio, agua por lo que aumentan la sobrecarga del corazón y aumentan la presión