Cuando se lanzó la Operación Agamenón, el 2 de febrero de 2015, las autoridades calcularon que tardarían 70 días en desmantelar una de las amenazas más grandes contra la seguridad ciudadana en Colombia: el Clan del Golfo.
Era tal el despliegue de investigadores, comandos, helicópteros y medios tecnológicos, que se preveía el final de esa estructura, nacida de la fusión de exparamilitares y narcos de la tercera generación.
Sin embargo, ya pasaron cinco años y la lucha no termina. En la contienda han muerto 127 miembros del Clan y 80 uniformados, en el fuego cruzado, los campos minados o los accidentes en desarrollo de asaltos aéreos.
En 2017 fue relanzada como Agamenón II, y después como Agamenón II Plus, sumando los esfuerzos de la Policía, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Fiscalía.
Partiendo del Urabá antioqueño, desplegó acciones en todos los departamentos del país en los que la banda instaló sus tentáculos. La persecución trascendió al extranjero, por la cooperación con agencias internacionales, y aún así parece que el fin del Clan del Golfo no está cerca.
EL COLOMBIANO consultó a analistas, fiscales y oficiales involucrados en esta importante operación, para evaluar sus logros y tareas pendientes con la seguridad.
Integración con las agencias internacionales
En esta operación confluyen los esfuerzos coordinados de la DEA (Agencia Antidrogas de EE.UU.), Europol, Ameripol y el Gobierno británico (agencia MI-6). Esto ha permitido ampliar la persecución a las rutas del Clan en el exterior, logrando la incautación de 75,4 toneladas de cocaína por fuera del país. Como muestra de la cooperación, la base de Agamenón en el municipio de Necoclí ha sido visitada varias veces por delegados del gobierno estadounidense, como el entonces embajador Kevin Whitaker (foto).
Las autoridades extranjeras ya tienen dentro de sus principales objetivos a esta estructura y sus cabecillas, los cuales están solicitados en extradición; por información que lleve a la captura de alias “Otoniel”, por ejemplo, la Casa Blanca ofrece 5 millones de dólares de recompensa. Los gobiernos amigos también dan apoyo con drones, sistemas de comunicación, dotación tecnológica e información de inteligencia.
“En la base de Necoclí hay un oficial de la Fuerza Pública de Panamá (Senafront), y del lado panameño también hay delegados colombianos, para articular la operación en la región del Darién”, contó un oficial que participa en Agamenón.
Debilitar el negocio del narcotráfico y redes al exterior
El narcotráfico es el principal combustible del Clan del Golfo y, según los estudios de la Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU, los cultivos y la producción de cocaína están concentrándose en territorios en los que esa organización tiene redes activas. El 62% de las plantaciones ilícitas se concentran el 5% del suelo colombiano, en especial en El Tambo y Argelia (Cauca); El Charco y la cuenca alta del río Telembí (Nariño); el Naya (Valle); Tarazá y Valdivia (Antioquia); y San Pablo (Bolívar). En estos tres últimos departamentos hay hegemonía criminal del Clan, que también tiene plataformas de exportación en Nariño.
La extensión de los cultivos creció durante los años de desarrollo de Agamenón, y apenas tuvo una leve caída entre 2017 y 2018. En Antioquia, pasó de 13.681 hectáreas a 13.403 hta; en Córdoba, de 4.780 hta 4.636 hta; y en Chocó, de 2.611 hta a 2.155 hta, siendo estas tres regiones los ejes más activos del Clan del Golfo (Censo de Cultivos Ilícitos Onudc 2018).
La Fuerza Pública y sus aliados internacionales, durante los 5 años de la operación, han decomisado 379,4 toneladas de cocaína, pero el negocio ilegal sigue boyante.
Golpes a los jefes “históricos”
El estado mayor, la estructura que reúne a los máximos jefes del Clan, se ha reconfigurado varias veces por las muertes o capturas de sus integrantes. En enfrentamientos con la Fuerza Pública murieron “Gavilán” (foto), “Inglaterra”, “Indio Aristides”, “Guagua”, “Pablito”, “Bigotes” y “Culo e’ Toro”. Y fueron capturados “Nicolás”, “Pipón” y “Cuarentano”, entre otros.
Falta recuperar los territorios afectados
La concentración de la operación en el Urabá antioqueño y el norte de Chocó, trajo beneficios en materia de seguridad para los habitantes, el turismo y el comercio de Turbo, Necoclí, Apartadó, Unguía y Acandí, entre otros municipios, tal cual indicó uno de los fiscales consultados.
“La importancia de las capturas o neutralización de sus principales cabecillas radica en la necesidad de fortalecer las condiciones de seguridad y convivencia en una de las regiones que históricamente ha sido más golpeada por los diferentes actores armados, como lo es la región del Urabá”, añadió el general Fabio López Cruz, director de la Dijín.
No obstante, la presión militar y policial en esta subregión produjo que el Clan del Golfo se fortaleciera en otros territorios, los cuales padecen problemas serios de orden público por sus enfrentamientos contra otras estructuras.
Bajo Cauca, Ituango y el medio Atrato están al rojo vivo, lo que está generando desplazamientos forzados (Tarazá y Cáceres) y confinamiento de comunidades indígenas y negritudes (Murindó y Bojayá). En esos lugares el Clan está en pugna contra el Eln, “los Caparros” y las disidencias de las Farc.
Ataque a las redes de finanzas y de corrupción
Una de las ventajas de articular los esfuerzos de la Policía, el Ejército y la Fiscalía, es que no solo se afecta el aparato militar de la organización criminal, sino también su sistema financiero. “La operación ha permitido identificar una red de testaferros que adquirieron propiedades en Urabá y otras regiones, producto del dinero ilícito, por lo cual fueron embargados 2.102 bienes por $853.316’850.000”, declaró el general López.
En medio de esas investigaciones también se destaparon escándalos de corrupción, que han llevado a la cárcel a miembros de la Fuerza Pública y otros funcionarios. Entre los casos más conocidos están el del inspector de Policía de Santa Fe de Antioquia, Samuel Zapata Calle, condenado a 13 años de cárcel por nexos con el Clan, bajo cargos de concierto para delinquir agravado y porte ilegal de armas.
También fue sentenciado el mayor Héctor Murillo Rojas, a seis años de prisión, por concierto para delinquir y prevaricato por omisión. Era el jefe del Modelo Nacional de Cuadrantes de la Policía en Antioquia y les ayudaba a los cabecillas de la organización a evadir a las autoridades.
Ya no es la prioridad para el gobierno nacional
Durante el periodo de diálogos de La Habana (2015-2017), Agamenón tuvo gran importancia para el Gobierno, pues consideraba al Clan del Golfo como la principal amenaza para la transición a la paz de las Farc. En ese entonces, al frente de Agamenón había cuatro generales de la Policía (de Antinarcóticos, Investigación Judicial, Carabineros e Inteligencia). Adicionalmente, tenía recursos para actividades sociales que permitieran a los uniformados ganarse la confianza de la población, lo que incluía jornadas de vacunación para ganado, asesorías agrícolas, donaciones de agua (foto) y recreación infantil. A 2015, se habían realizado estas labores en 8 municipios y 22 corregimientos, con 57.882 habitantes beneficiados con agua potable.
Sin embargo, el presupuesto para actividades sociales fue reducido y el nuevo Gobierno centró las prioridades en la persecución al Eln y las disidencias de las Farc, por lo que muchos recursos e investigadores fueron asignados a otras misiones. Un fiscal que participó en Agamenón señaló: “A los investigadores les mermaron el dinero para el pago de fuentes, y el personal disponible también lo rebajaron”.
Un modelo para otras operaciones
En sus inicios, Agamenón se concentró en el Urabá antioqueño, el norte de Chocó y el sur de Córdoba. Con el tiempo desplegó operativos en Norte de Santander, la Costa Caribe y el Pacífico, persiguiendo los tentáculos del Clan del Golfo.
En cada uno de esos territorios se articularon agentes de la Policía, la Fiscalía y recientemente de las Fuerzas Militares, lo que permitió dar golpes más estructurales y, sobre todo, que todas las agencias hablaran el mismo idioma, compartieran información y priorizaran los objetivos.
Este modelo de trabajo sirvió para que en otros lugares del país se implementaran nuevas operaciones, con el mismo esquema y contra otros objetivos:
- Operación Esparta: se desarrolla en Norte de Santander, contra “los Pelusos”, Eln, “los Rastrojos” y Clan del Golfo.
- Operación Atenea: en los Llanos Orientales, contra el “Bloque Meta” y los “Libertadores del Vichada”.
- Operación Aquiles: en el Bajo Cauca, contra el Clan del Golfo, “los Caparros” y el Eln.
- Operación Escudo Darién: contra el narcotráfico en la frontera de Colombia con Panamá.
“Otoniel”, una deuda pendiente
Todas las fuentes consultadas coinciden en que uno de los principales pendientes de Agamenón es la captura de Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, el máximo jefe del Clan del Golfo. Comenzó su carrera delincuencial a los 16 años, fue guerrillero del Epl y después paramilitar de las Auc. Ahora es uno de los narcos más buscados y escurridizos del mundo.