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Necesitan ayuda: en Blanquizal harán colecta para reparar su colegio más querido

El colapso de un muro por la creciente de la quebrada La Iguaná llevó a la Secretaría de Educación a cerrar la institución. Comunidad busca apoyo para las reparaciones.

  • El muro de la cancha del Arenys de Mar colapsó por una creciente de la quebrada La Iguaná, en mayo de 2022. FOTO Esneyder Gutiérrez
    El muro de la cancha del Arenys de Mar colapsó por una creciente de la quebrada La Iguaná, en mayo de 2022. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • Necesitan ayuda: en Blanquizal harán colecta para reparar su colegio más querido
12 de enero de 2023
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En el barrio Blanquizal de la comuna 13 hay tristeza porque su primer colegio, edificado hace más de 30 años, permanecerá cerrado para sus casi 500 estudiantes, por cuenta del colapso de un muro que sucumbió ante las fuertes lluvias, en 2022. La decisión fue anunciada por la Secretaría de Educación de Medellín, el pasado 29 de diciembre, y generó incertidumbre en profesores, padres de familia y alumnos, quienes no han parado de exigir una solución que ya parece ver la luz, pero que no resuelve nada de fondo, por lo que hoy piden ayuda y donaciones.

Esta historia se remonta a mayo del año pasado, cuando una creciente de la quebrada La Iguaná se llevó un muro de la cancha del colegio Arenys de Mar, creado como parte de la misión de las Madres Escolapias y construido con el sudor, los recursos y el esfuerzo de la gente. Esta institución es de cobertura contratada, es decir, forma parte del banco de oferentes de la Secretaría de Educación para prestar los servicios educativos, pero la sede es de la comunidad religiosa que, al final, es la encargada de las reparaciones de la infraestructura.

Las personas del barrio recuerdan que tras el colapso de la pared estuvieron en clases virtuales una semana, mientras que las autoridades avanzaban con los estudios de riesgo correspondientes. Posteriormente, volvieron a los salones, pero tuvieron cerrada la cancha, el patio cubierto y la biblioteca.

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Así terminaron el año escolar y, el pasado diciembre, salieron a vacaciones. El 3 de ese mes, Andrés Felipe Restrepo se graduó de once en esa institución, en la que estudió toda su vida, como gran parte de su familia. Considera que su colegio es el mejor de la zona y dice que es uno de los más apetecidos, no solo de Blanquizal, sino de otros sectores como El Pesebre, Olaya Herrera, Fuente Clara, Paraíso y La Aurora.

Por eso, les cayó como un baldado de agua fría que a finales de diciembre les anunciaron el cierre de la institución y los dejaron a la deriva, sin saber en dónde comenzarían el año escolar la próxima semana. Llevaron el tema a las redes sociales e, incluso, amenazaron con bloquear, el sábado y el lunes festivo del Puente de Reyes, la vía al túnel de Occidente, lo que hubiese colapsado el retorno de buena parte de los viajeros.

Desde la Secretaría de Educación le dijeron a EL COLOMBIANO que la decisión de cerrar el colegio está basada en los conceptos de riesgo. Indicaron que el Área Metropolitana del Valle de Aburrá determinó como “alto el riesgo de amenaza, vulnerabilidad, exposición y capacidad del sector afectado ante una posible avenida torrencial”. La autoridad ambiental detalló que el Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad también establece que este sector es un área con condiciones de riesgo por la quebrada La Iguaná.

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Aunque la comunidad entiende que siempre habrá un riesgo al tener el muro, estuvieron inconformes con el hecho de que les permitieran terminar el año 2022 en la institución y les dieran el nuevo concepto de cierre de una forma tan sorpresiva. Por eso, se mantuvieron firmes con el bloqueo. Y, el viernes previo al puente, fueron contactados por la Alcaldía de Medellín y tuvieron una reunión con delegados de la Secretaría de Educación y otras dependencias.

Diana Patricia Rodríguez, madre de Andrés y presidenta de la Asociación de Padres de Familia del colegio, cuenta que allí les dieron como propuesta matricular a los estudiantes del Arenys de Mar en varias instituciones educativas públicas aledañas, distribuidas en cuatro sectores. Pero la gente, en especial los padres de familia, se negó porque no quieren una educación diferente para sus hijos.

Necesitan ayuda: en Blanquizal harán colecta para reparar su colegio más querido

No es gratuito que así lo quieran, cuenta el líder barrial Walter Hoyos, pues para sacar adelante esta edificación hicieron marchas del adobe, regalaron tiempo para construir, consiguieron plata a punta de bazares y rifas, y salvaron a muchos jóvenes de caer en grupos armados o drogadicción. “Además de todo eso, este colegio brinda una educación integral, que incluye a toda la familia, le apuesta a la investigación, tiene sus laboratorios, buen desempeño en las pruebas externas, un proyecto de la ruta lectora avalado por la Alcaldía y la Gobernación, y ha ganado reconocimientos”, cuenta Andrés.

Tras negarse a la propuesta de la Secretaría, de reubicar a los estudiantes en otras sedes, la comunidad pidió que le mantuvieran el contrato de cobertura al Arenys de Mar y les permitieran a los estudiantes ver clases en el colegio Calasanz Campestre, privado que también pertenece a las Madres Escolapias y que queda a unos 20 minutos a pie de la sede cerrada en Blanquizal.

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Ayer, tras otra larga reunión entre las directivas del colegio y la Secretaría de Educación, esta última aprobó el traslado temporal a la sede del Calasanz Campestre, “mientras las directivas y/o dueños del establecimiento escolar realicen las intervenciones necesarias que permitan el retorno seguro de los estudiantes a sus instalaciones”.

Ahora, el panorama pinta mejor, pero no es fácil lo que sigue. Deberán empezar a tocar puertas para gestionar apoyo con el transporte de los estudiantes que deberán desplazarse más lejos de lo que estaban acostumbrados, si bien, es en una zona cercana. Por otro lado, necesitan recoger dinero y donaciones para reparar el muro y hacer otros arreglos que les exigen en salones, baños, accesos para personas con discapacidad y otros espacios.

Piensan hacerle un guiño a su historia con nuevos eventos, como bazares y bingos, que les permitan recolectar dinero para regresar, tan siquiera en 2024, a estudiar en el colegio que se volvió emblema del barrio.

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