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José Guillermo Palacio
De La Catedral que le construyó el gobierno a Pablo Escobar, en el valle de La Miel, en Envigado, para tratar de encerrar su maldad, no quedó piedra sobre piedra. Todo desapareció en el festín del saqueo, público y privado.
Lo único que no lograron arrancarle a la montaña fue esa sensación que deja la muerte cargada de odios, de las energías trascendentes de los asesinados por Pablo, que se sienten en las noches, que desatan presencias infrahumanas, gritos y sonidos; que deambulan, como almas en pena, a la espera de que les abran puertas en el más allá para, por fin, escapar de este mundo de tantas cosas inexplicables, comenta el monje benedictino Elkin Ramíro Vélez García, un ermitaño que deambula por esos parajes.
El monje...
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