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Como los felinos, "el puente de los gatos" tendrá una segunda oportunidad en la vida. Tal vez no llegue a siete, como esos animales, pero sí renacerá en otro sector de la ciudad. Hasta ahora, ha estado anclado a la Avenida Las Vegas, al lado del Inem.
A pesar de los llamativos gatos ornamentales que desde 2009 están apostados sobre sus barandas, la estructura está subutilizada. Según la Secretaría de Infraestructura Física, solo el 1 % de los transeúntes que cruzan la calle lo hacen subiendo al puente. Por eso gozará una nueva vida y, en Manrique, al otro lado de Medellín, recibirá la atención que nunca tuvo.
El traslado del puente hace parte de una estrategia de la actual administración que pretende, entre otras cosas, hacer la ciudad más segura para el peatón y afianzar el modelo de "ecociudad". En 2020, recién llegado el alcalde Daniel Quintero, se anunció que 16 puentes peatonales de Medellín serían desmontados o trasladados. Hasta ahora solo se cumplió con uno, el que cruzaba la calle Barranquilla para llegar a la Universidad de Antioquia (ver recuadro). El de los gatos será el segundo.
En una crónica publicada en estas mismas páginas, pero en 2009, se contó la historia de los gatos que, desde entonces, ágiles y pétreos, han acompañado al puente. Son 20 en total y están hechos de una resina de poliéster. Fueron puestos para "invitar a los peatones a cruzar por el puente", materia en la quedaron en deuda. Su creadora fue la artista María Teresa Cano. "Esta obra se llama Manecu, palabra china que invita a pasar", dijo Cano en su momento.
Natalia Urrego, secretaria de Infraestructura Física de Medellín, justificó el cambio de lugar del puente. Dijo que era una manera de "reciclarlo" y, de paso, ahorrar esfuerzos y materiales: "La estructura metálica, que hoy no cuenta con un acceso universal, será trasladada a un lugar en el que sí prestará un servicio a la comunidad. Con esto nos ahorramos un 70% de energía y 71 % de emisiones de CO2 a la atmósfera con respecto a si lo construyéramos desde cero".
Fabio Álvarez, presidente de la Junta de Acción Comunal de Manrique Central # 2, advirtió que el traslado del puente servirá para comunicar a su barrio con Restrepo Isaza. Comentó que la unión de esos vecindarios por medio de un puente se estaba esperando desde hace varios años. La secretaria Urrego agregó que la estructura será modificada para cumplir con acceso universal, es decir, que personas con cualquier tipo de discapacidad puedan cruzarlo sin dificultades.
El puente de los gatos estará ubicado, con exactitud, en el sector El Pomar y servirá para pasar la quebrada La Honda, que corre por allí y separa los barrios.
La estrategia de desmonte o traslado de los puentes se hace en conjunto entre la secretaría de Infraestructura Física y la de Movilidad. Desde esta última se hace un estudio previo en el que se analizan variables de tráfico y seguridad vial. Infraestructura Física, por su parte, no ha dado detalles del proyecto. Aún no se sabe cuándo se hará el traslado definitivo del puente ni cuáles serán los siguientes a intervenir.
Tendencia mundial
Fabio Nelson Giraldo, experto en seguridad vial, comenta que "las tendencias mundiales han encontrado que los puentes peatonales son costosos y poco accesibles para personas con movilidad reducida". Agregó que el desmonte de estas estructuras tiene en Guadalajara, México, un ejemplo a seguir: "Esa ciudad ha mostrado muy buenos resultados. Nos han enseñado que la prioridad la tiene el peatón y no el carro. Una alternativa son los pasos a nivel elevado, que son un pequeño resalto para que el peatón pase y el vehículo disminuya su velocidad".
El experto añadió que el desmonte de los puentes debe venir acompañado de una pedagogía fuerte para el respeto del peatón: "Si no lo intentamos, nunca lo vamos a lograr. Falta mucha cultura para el respeto de los peatones, pero es peor si no hacemos nada por lograrlo".
La alternativa, según Giraldo, es poner semáforos en los cruces en los que se desmonten los puentes, cosa que tiene planeada la Secretaría de Movilidad. Eso, sin embargo, desencadenaría quejas por parte de los conductores. "Si no se ponen semáforos, el peatón correría mucho riesgo. Acá hay que llamar la atención y es que es primero la seguridad que la velocidad. La gente va a decir que va a haber más lentitud, pero es que siempre la prioridad es la seguridad del peatón", concluyó el experto.
Por su parte, el exsecretario de Movilidad de Medellín y urbanista, José Fernando Ángel, expresó que tener puentes peatonales en zonas urbanas y céntricas no es consecuente. "En el centro de Berlín, Nueva York o París no vas a ver nunca un puente peatonal. Tal vez hay pasos subterráneos, pero, en general, lo que se hace es darle prioridad al peatón con semáforos y cruces. Todo, por supuesto, con una cultura hacia el respeto del transeúnte", anotó Ángel.
Daniel Carvalho, urbanista y concejal de Medellín, consideró que la idea de desmontar los puentes es "adecuada". No obstante, expresó que más allá del desmonte o el traslado, podría hacerse algo más con el espacio perdido. "Sería muy bueno, por ejemplo, que se instalaran jardines colgantes o se aprovechara mejor el desmonte. Lo que sí veo con buenos ojos es que se trasladen a otras zonas, pues así se manda un mensaje de seguridad vial y se solucionan problemas de infraestructura", dijo el cabildante. Y añadió, haciendo un llamado de atención: "Debe acompañarse de cultura, no vaya a ser que por quitar el puente, la gente se arriesgue más y se haga matar irrespetando los semáforos".
Finalmente, Iván Sarmiento, PhD en ingeniería de transporte, advirtió que "en una red de 2.500 km urbanos con 10.000 esquinas (como la de Medellín) no tiene mucho sentido mantener 50 puntos con puentes peatonales que se pueden resolver con pasos seguros mediante semáforos. París, Barcelona, Londres y Berlín son ciudades con mucho más tráfico que Medellín y no tienen puentes peatonales en sus vías semaforizadas de su zona urbana"