No hay rincón de Colombia en que se desconozca la pujanza y prosperidad de Envigado. También se habla de sus mitos y realidades sociales, y aunque el municipio del sur del Valle de Aburrá sigue siendo modelo de desarrollo, su crecimiento urbano es considerado como desmedido y peligroso.
Que no hay tugurios. Que es difícil ver un habitante de calle. Que hay equipamientos en salud y espacio público suficientes para dignificar a sus habitantes. Que el nivel de vida es tan alto como envidiable son atributos que hacen de este territorio de 78,21 kilómetros cuadrados (entre rural y urbano), ser el lugar soñado por muchos colombianos.
Algo hay de cierto en esa percepción, pero para Sergio Restrepo, líder cultural de Envigado, también son muchas las carencias y los males que ha traído, en los últimos 20 años, la transformación de su municipio.
“Envigado no ha dejado de crecer pero su desarrollo es estático. El suelo lo seguimos sobre explotando en dinámicas inmobiliarias. El concepto de crecimiento económico, muy occidental, nos está matando la realidad de una concepción de ciudad”, establece.
Restrepo se refiere a la pérdida del significado de barrio tradicional que ha preponderado en Envigado con el Obrero, La Paz, Mesa o Trianón, entre otros. Hoy los conjuntos residenciales van expandiéndose y muestran una dinámica social diferente.
“Tenemos unidades de vivienda donde la mayoría de personas que duermen en esos conjuntos, porque no viven ahí, desconocen la historia y realidad del municipio”, explica.
Una historia de grandeza
Se habla de 1775 como una fecha de fundación de Envigado, pero algunos historiadores locales consideran que la constitución del municipio se dio de manera paulatina y muy jalonada por la expansión de Medellín, particularmente la del barrio El Poblado.
Y es que para Vedher Sánchez, quien ha gastado media vida investigando la historia de Envigado, la presión de Medellín creció al Sur, con terrenos costoso como los de El Poblado, pero de una manera desordenada y en una expansión en la que imperaba la especulación de tierras.
“Hay grandes presiones para el uso de la tierra en un espacio tan pequeño. Hablamos de 20 kilómetros de largo por 5 de ancho en el mejor de los casos. Lo que significa poca tierra para acomodar tanta gente”, explica.
“El parque de Envigado era sembrado de guayabales y en la parte baja era un mar de vigas. De ahí viene el nombre de Envigado”, anota.
Revisarán expansión
La administración actual de Envigado asumió un compromiso por la conservación de las laderas y los recursos naturales.
Según el director de Planeación local, Esteban Salazar, buscarán determinar si el modelo de ocupación establecido si se está dando tal y como estaba planteando en el POT y si los impactos que se han generado por el modelo son positivos o han tenido efectos negativos.
“Vemos que en la parte del Valle de San Nicolás hay unos problemas que ya se evidencian en Rionegro, La Ceja y Guarne, porque hay procesos de urbanización que generan inconvenientes en movilidad, ambientales, por ocupación de zona de recargas de acuíferos, y de retiros”, dice
Salazar, pone el dedo en la llaga de algunos urbanizadores que construyen en zonas rurales y revela que en el sector de Palas y Pantanillo se crearon viviendas de estratos altos y ese modelo hay que revisarlo para establecer si se continúa o se modifica la zona.
“Tenemos que mirarlo desde una perspectiva de racionalizar la ocupación, de tal manera que la oferta de servicios ambientales no se afecte”, concluye .
