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El urbanismo táctico, que tiene sus orígenes en la París del siglo XVI, y más recientemente en la ajetreada Nueva York del siglo XXI, echó raíces en el Valle de Aburrá desde 2016. Y, aunque en Medellín su futuro está en veremos, y su espíritu parece estar palideciendo, en La Estrella, por el contrario, vive su apogeo. Estas son las dos caras de una estrategia controvertida por unos y aclamada por otros.
Su pasado remoto, según señalan algunos estudios, se remonta a la capital francesa. En su momento, los buquinistas, es decir, los vendedores de libros en las calles, decidieron quitarles el espacio a las carretas para ofrecer sus productos. Hicieron una revuelta que solo fue reivindicada siglos más tarde, cuando por fin se les ofreció un espacio peatonal.
El urbanismo táctico que se ha aplicado en Medellín tiene la misma lógica: quitarles espacio a los carros para dárselo al peatón. “La idea es pacificar la vía. Con eso quiero decir: disminuir la velocidad de los vehículos para evitar conflicto entre los que caminan y los que conducen. En su momento, en Medellín se hicieron en lugares de alta accidentalidad”, explica Humberto Iglesias, anterior secretario de Movilidad.
Para definir qué es urbanismo táctico, Diana Álvarez, profesora de Arquitectura en la UPB, nos da una idea. En primer lugar, comenta, debe ser una propuesta creativa y de bajo costo. Se trata de una intervención ligera del espacio público con materas, bancas o señalización que segreguen a peatones y vehículos. En segundo lugar, la docente explica que debe ser una estrategia temporal y experimental. Sus materiales deben ser low cost-low tech, es decir, de bajo costo, pero eficientes.
“Debe ser una instalación efímera y transitoria pero que se propone a las autoridades para un cambio permanente”, concluye la arquitecta.
Doris Tarchópulos, profesora de Arquitectura de la Universidad Javeriana, explica que el referente contemporáneo fue la peatonalización de Times Square, en Nueva York. Fue un proceso gradual, que duró ocho años. “Ellos fueron poniendo materas, delimitaron el piso; luego pusieron mesas y miraron cómo funcionó la cosa. Una vez se dieron cuenta de que fue positivo, sacaron un concurso para hacer una intervención definitiva”, precisa Tarchópulos.
Y ese es precisamente el fin último del urbanismo táctico: hacer un experimento primero, con materiales baratos, para ver qué pasa. Si la cosa funciona bien, se hace de manera definitiva.
El caso La Estrella
La actual administración de La Estrella decidió apostarle al urbanismo táctico. Lo enmarcó dentro del plan Sistema de Espacio Público para la Biociudad (Sepbio). Ana María Sánchez, secretaria de Planeación de ese municipio, indica que, en total, se han invertido $1.000 millones en el proyecto, que además contempla murales y recuperación de espacios deteriorados.
Como sucede en Medellín y sucedió antes en Nueva York, la idea es hacer experimentos para mejorar la seguridad vial de conductores y peatones. Lo que se ha hecho, hasta el momento, es mejorar visualmente los cruces peatonales. “Con el urbanismo táctico estamos evaluando las dinámicas de cada uno de esos cruces. También hemos hecho andenes solo con pintura y nos hemos dado cuenta de cómo los conductores respetan esos nuevos espacios. El proceso de estudio dura unos dos años. O sea, después de eso y los análisis, estaremos haciendo las intervenciones definitivas”, anota la secretaria de Planeación.
En los cruces, como en el de la calle 59, se pintó el pavimento con llamativos colores. Entre las críticas ciudadanas resaltan dos: que la pintura deja la vía resbaladiza y que los conductores pueden distraerse. “Eso no es cierto. La pintura es plástico en frío, que es especial para eso. Se aplica de una manera diferente y genera fricción. Al comienzo se comentó mucho eso, pero quedó demostrado que no es liso”, advierte Sánchez.
Por ahora, en las intervenciones en La Estrella no se ha puesto mobiliario urbano como materas o bancas. La secretaria, al respecto, añade que las intervenciones físicas solo se harán cuando el experimento haya funcionado. “Urbanismo táctico no quiere decir, necesariamente, que sea provisional. Por ahora podemos resaltar que la cultura vial ha ido mejorando”, concluye Sánchez.
¿Pasó de moda en Medellín?
El urbanismo táctico lo puso en marcha la administración de Federico Gutiérrez. En total, se invirtieron $1.300 millones en 31 puntos de la ciudad. Como explica Humberto Iglesias, secretario de Movilidad que promovió esa estrategia, la idea era evitar conflictos entre peatones y conductores. “Lo primero que hicimos fue en La Playa. Nos dimos cuenta de que funcionaba, que los incidentes bajaron. Después de eso hicimos una solución definitiva. En el 90 % de las zonas donde se instalaron, funcionaron de la mejor manera”, explica Iglesias.
La situación hoy, sin embargo, es diferente. Lina López, gerente de Movilidad Humana de Medellín, comenta que la administración actual está midiendo los resultados de las intervenciones que se hicieron entre 2016 y 2019. “Para nosotros, el urbanismo táctico es parte del proceso, no el fin. Estamos haciendo una juiciosa evaluación de los puntos que fueron intervenidos. Fueron casi 8.000 metros cuadrados. Hasta ahora se han consolidado siete de los 31 puntos”, revela López.
La funcionaria añade que, para tomar los datos de los puntos, se monitorea la velocidad de los carros y los impactos en la seguridad vial. También da una noticia importante: además de los 31 puntos dejados por la alcaldía pasada, esta administración no hará nuevas intervenciones con el nombre de urbanismo táctico. “Vamos a hacer cambios en mobiliarios y los llamaremos procesos de transición. O sea, que sea solo un paso para la obra final. Lo haremos con un proceso de pedagogía, algo que ha faltado. Pero el modelo de urbanismo táctico no se va a hacer más como se hizo en la administración pasada”, precisa López.
Algunas críticas
Para Álvarez, la profesora de Arquitectura, el urbanismo táctico no fue debidamente socializado en Medellín, lo que trajo, en su opinión, dificultades. “En su mayoría tienen la dificultad de no haber sido definidas o propuestas por la comunidad, lo que ha traído en muchos casos más conflictos que soluciones. Por lo tanto no tienen el máximo impacto positivo esperado”, considera la académica.
Iglesias, por su parte, dice que su administración hizo todo lo posible por comunicar las 31 intervenciones. “Con los habitantes de cada sector hicimos socializaciones. Los vecinos lo entendieron muy bien. Fue más difícil con las personas que iban de paso por esos sectores. En ese sentido fue complicado. Eso llevó a que en algunas zonas, aunque no de manera recurrente, se vandalizara el mobiliario”, anota.
Mientras tanto, José Fernando Ángel, exsecretario de Movilidad de Medellín, se considera un “escéptico” de esas intervenciones. Dice que las obras fueron de “muy baja calidad”. El experto añade: “Creo que el urbanismo táctico fue mal aprendido de Nueva York. Creo en el urbanismo, que son intervenciones duraderas y pensadas a futuro. El urbanismo debe ser un modelo de ciudad, no una pequeña moda heredada de Nueva York”