La batalla política que se libró el año pasado por la Alcaldía de Girardota se mantiene álgida y ya dejó un embrollo administrativo único en el Valle de Aburrá: el concejo de ese municipio no votó dentro del tiempo límite establecido por ley —antes de la medianoche del pasado 31 de mayo— el plan de desarrollo 2024-2027 presentado por el alcalde Kevin Bernal.
El viernes de la semana pasada, a las 6:17 p.m., se inició la sesión del concejo que debía culminar con la votación del documento, presentado por primera vez el 30 de abril de este año, pero hasta el último día, es decir un mes después, se le seguían haciendo ajustes basados en propuestas e inquietudes de los concejales de distintas bancadas, tal como consta en registros de video de la misma corporación.
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La dinámica no es extraña, en otros municipios del Valle de Aburrá también se acogieron propuestas de la comunidad y los concejales durante las discusiones hasta el último día, teniendo en cuenta la viabilidad de las mismas, lo que no quería decir que todos los corporados votarían positivo al plan de desarrollo cuando se llegara el momento de hacerlo —el de Medellín, por ejemplo, tuvo dos votos en contra—.
Pero en Girardota pasaron los minutos de discusión en discusión ese último día y cuando se acercaban las 12:00 a. m. comenzaron las alertas de algunos sobre la exigencia de hacer la votación antes de esa hora. En efecto, se pasó el tiempo y los concejales no dijeron ni sí ni no oficialmente a la propuesta de hoja de ruta para los próximos cuatro años del municipio, por lo cual el alcalde Bernal deberá acudir a la figura de decreto para que el plan quede en firme.
El mandatario local calificó la situación como un saboteo de parte de tres concejales, entre ellos el presidente del concejo Juan Ignacio Torres, de quien considera que está ejerciendo una “oposición irracional” y que no construye sobre las diferencias políticas, y anunció que está terminando de formular una queja que presentará en Procuraduría por estos hechos.
Por su lado, Torres ha expresado que esto se debió a que hubo falencias de parte de la administración municipal en la presentación del plan de desarrollo, como errores en indicadores, entrega extemporánea, demora en la presentación de los documentos finales e incoherencia entre el plan de desarrollo y el plan de gobierno con el que Bernal fue elegido alcalde por las mayorías en octubre pasado.
¿Prima la rencilla política?
Lo cierto es que mientras que Torres argumenta las presuntas irregularidades en el proyecto de acuerdo presentado y el alcalde lo niega y dice que supuestamente se quiso obstaculizar el derecho de los demás concejales a votar —por lo menos 8 de 13 lo hubieran hecho positivo—, este episodio demuestra una vez más que en Girardota la rencilla política de las campañas del año pasado no se han superado.
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Para refrescar la memoria, en las elecciones pasadas se presentaron seis candidatos a la Alcaldía de Girardota, entre los que el favorito era justamente José Ignacio Torres, el primo del exalcalde Diego Agudelo y quien era la ficha del continuismo. Su candidatura se avaló por firmas, pero contaba con el respaldo del matiz conservador liderado por el senador Carlos Andrés Trujillo, quien logró quedarse con el coaval de ese partido para Girardota. Pero también contó con el respaldo del exsenador liberal Julián Bedoya.
En campaña, sin embargo, los otros cinco candidatos eran opositores al gobierno de Agudelo y se mostraron como alternativas para romper con su mandato. Bernal aspiró con aval del Nuevo Liberalismo y el Movimiento de Salvación Nacional, pero también contó con el respaldo de los liberales de Envigado, equipo enemigo político de Trujillo y Bedoya, en el que se encuentra el representante a la Cámara Julián Peinado.
Y aunque Torres era el candidato del continuismo del poder municipal y lo apoyaban pesos pesados de la política electoral, no logró quedarse con la mayoría de votos el 29 de octubre pasado —sacó 11.387—, cuando fue vencido por Bernal con 13.041 respaldos ciudadanos. El derecho del estatuto de oposición le dio el asiento en el concejo, donde se ha mantenido como contradictor.
Bernal, por su lado, llegó al cargo de la mano de dos concejales actuales que lo apoyaron desde la campaña, pero por lo menos otros seis se han ido sumando en una especie de coalición de gobierno, pese a que varios de ellos son de vertientes políticas distintas. El hoy alcalde fue cercano en el pasado al exalcalde Agudelo, pero lo que en principio pareció una ruptura de relaciones, luego se vio como una fuerte disputa que tuvo uno de sus momentos más evidentes en la época de empalme.
En ese momento, Bernal denunció que el exalcalde no le entregaba información o diliataba los tiempos, y que hizo cambios de estatutos en sus últimos días de gobierno, algo que Agudelo negó y sostuvo que todo se trataba de un “show mediático”, mismo calificativo que le ha dado Torres a Bernal por situaciones como la del plan de desarrollo.
Era tal la tensión que al alcalde electo ni siquiera le prestaron el parque principal para su posesión, el lugar por tradición para esos eventos, bajo el argumento de que allí estaban los alumbrados navideños, lo cual tuvo como precedente que tampoco le autorizaran un espacio que solicitó para hacer el cierre de campaña.
Los ánimos están tensos en el municipio y algunos concejales ya recurrieron a una acción de tutela hace poco porque consideraron que su derecho a votar en sesión fue vulnerado presuntamente durante la elección del personero. El camino es largo, solo han pasado cinco meses de gobierno y se vienen más proyectos de acuerdo y debates de control político que los girardotanos esperan que se den con altura.
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