<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

En Abriaquí la gente se muere de vieja y no por las balas

  • FOTO CORTESÍA GOOGLE MAPS.
    FOTO CORTESÍA GOOGLE MAPS.
12 de noviembre de 2015
bookmark

Han pasado más de 3.285 días o mejor, nueve años largos, en los que los pobladores de Abriaquí ya ni se acuerdan cuando fue la última vez que escucharon doblar las campanas de la iglesia Santa Cruz para el sepelio de una persona que fuera asesinada.

Este municipio del Occidente de Antioquia goza de una tranquilidad inquebrantable desde comienzos de la década del 2000, cuando erradicada la presencia de las Farc y la desmovilización de los grupos paramilitares, sus calles solo reflejaron el eco de los cascos de los caballos y no de las balas.

La última víctima violenta, recuerda Edwin Arenas, secretario de Gobierno de la localidad, fue un hombre asesinado en una vereda en el 2006, pero del que nunca se supo la identidad porque quedó registrado como NN. Desde aquel día se empezó a vivir una paz duradera que hoy, casi una década después, lo tiene como el municipio de Antioquia con el menor índice de homicidios en los últimos años, seguido por Caracolí y Anzá que no reportan muertes violentas en los últimos dos años.

La tolerancia y la hermandad son los dos valores que las autoridades locales atribuyen a que este pueblo de 2.128 habitantes sea un ejemplo para el país en tiempos que se habla de paz. El secretario Arenas destacó que el llamado “Pesebre de Antioquia” conserva esta orgullosa cifra porque “como la población es tan pequeña se conoce mucho y ve al otro como un hermano, y en nuestra idiosincracia popular un hermano no te hace daño”.

La colaboración ciudadana, la denuncia de hechos irregulares, la promoción del respeto por el otro y el ataque contra focos de microtráfico que han intentado llegar al municipios han sido erradicados y contrarrestados por las autoridades que no dejan que su territorio de paz se vea vulnerado por agentes externos. Por el momento, las denuncias que llegan a la estación de Policía están relacionadas con violencia intrafamiliar y algunos casos de abuso sexual que han sido solucionados por vías judiciales.

Abriaquí, convertido en un territorio de paz, dejó de preocuparse por los hurtos, que desde hace más de tres años no se registra alguno, y se dedicó por completo con sus campesinos a la producción ganadera de lácteos y de la granadilla, una fruta que solventa gran parte de la economía de los abriquiceños.

Otros pueblos ejemplo de lo bueno

Lo bueno de Abriaquí lo copiaron otros siete municipios de Antioquia que, gracias a las campañas de convivencia cuidadana, la tolerancia y el respeto bajaron a cero los índices de muertes violentas en los últimos años. Caracolí (2 años), Anzá (2 años), Heliconia (1), Liborina (1), Concepción (1), Murindó (1) y San Juan de Urabá (1) gozan hoy por hoy mínimo de 365 días sin que se rompa la calma que reina en sus localidades.

En el Magdalena Medio, una de las zonas más violentas en los años 90 y en la primera década del nuevo siglo por la violencia paramilitar las cosas cambiaron para bien. Caracolí, una pequeña población que no supera los 4.600 habitantes también supo ganarse un espacio entre las zonas más pacíficas del departamento, pese a ver cargado sobre sus hombros la violencia en años anteriores.

“El ejercicio que nosotros hemos tenido es sentarnos con Julio, con Pedro y con fulanito en las veredas a conversar con ellos y eso ha sido algo muy productivo, porque permite una comunicación constante y la mejor manera de construir la paz es sentarse con el campesino a pensar en proyectos, hablar de las inversiones, de cuánto cuesta y que realmente el Estado le apueste a ese tipo de políticas, que van generando caminos de paz”, señaló Carlos Alberto Muñoz, alcalde de Caracolí.

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD