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Así habrían lavado la fortuna del Clan del Golfo en El Hueco

Una organización es señalada de ajustar 10 años blanqueando los activos ilícitos. Van 20 capturados.

  • En el sector El Hueco, también llamado Guayaquil, coexisten el comercio formal e informal. Los clientes acuden a comprar mercancía a bajo costo. FOTO carlos velásquez
    En el sector El Hueco, también llamado Guayaquil, coexisten el comercio formal e informal. Los clientes acuden a comprar mercancía a bajo costo. FOTO carlos velásquez
Así habrían lavado la fortuna del Clan del Golfo en El Hueco
01 de febrero de 2018
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Una red clandestina experta en el lavado de activos, que durante los últimos cinco años financió al cartel de “los Urabeños” con $212.000 millones, logró camuflar sus operaciones en los activos del sector El Hueco, el pulmón comercial del centro de Medellín.

Una investigación que cursa en la Dirección de Fiscalías contra la Criminalidad Organizada y la Dirección de Inteligencia Policial (Dipol), conocida por EL COLOMBIANO, apunta a demostrar que los dineros del narcotráfico obtenidos en el exterior entraron al país convertidos en mercancía de contrabando.

Investigadores cercanos a la situación, que solicitan la reserva de identidad por tratarse de un caso en etapa previa al juicio, precisan que la red de lavado viene actuando hace una década, por lo menos, prestando el servicio de blanqueo de capitales y transporte de dinero a modo de outsourcing para diferentes bandas y carteles.

“Esta gente le mueve plata a quien lo necesite. Han movido dinero ilícito desde China, Centroamérica, Canadá, Holanda y otros países de Europa”, señaló un investigador.

La existencia de la organización no solo beneficia las finanzas de grupos criminales, sino que perjudica la imagen y los negocios de los comerciantes de El Hueco, un lugar que alberga 10.000 locales y genera 50.000 empleos, según la Asociación Centro Unido.

“La gente de Guayaquil ha padecido muchos años el estigma del lavado y el contrabando. Que los hay, los hay, pero estamos tratando de cambiar eso, queremos hacer empresa de forma honesta”, opinó Jairo Bernal, el presidente de la asociación, que agrupa a 120 empresarios de El Hueco.

La trampa

En el argot delincuencial se usa el término “bajar la plata” para referirse a la acción de convertir los dineros ilegales del extranjero en plata contante y sonante en Colombia.

La modalidad que utiliza la estructura, según el expediente, es la siguiente: 1). Un narco o banda les dice a los blanqueadores que tiene, por ejemplo, un millón de dólares en Panamá, y que los necesita en efectivo en determinados sitios de Antioquia.

2). La banda ubica a un empresario que se preste para suministrar el equivalente de esa cantidad en pesos. En este caso, son personas con arraigo en El Hueco y los sanandresitos de Bogotá, a juicio de la Fiscalía. Ese es el dinero en efectivo que la red transporta a los destinos nacionales que el cliente quiera.

3). En Panamá, un contacto de la red verifica que sí exista el millón de dólares y como prueba envía un “token” por mensaje de celular, que puede ser un serial de los billetes. En compañía de un representante del empresario, usan ese dinero para comprar mercancía (en especial licores, gaseosas y cigarrillos), la cual entra a Colombia de contrabando y en contenedores.

Con ese sistema, los narcos evitan ingresar sus fortunas mal habidas al país -lo que despierta sospechas-, obtienen efectivo inmediato y no arriesgan su gente en el transporte. Y los empresarios involucrados evaden impuestos y mitigan los efectos de la tasa cambiaria, porque no tienen que exportar divisas para comprar su mercancía. Al ahorrar de esta manera, pueden vender los productos a menor precio, compitiendo de forma desleal con aquellos que sí pagan tributos.

Por este servicio, la red de lavadores cobra el 14% del monto que vaya a blanquear.

Los implicados

Para las autoridades, al frente de la red están, presuntamente, tres comerciantes oriundos de Santuario, Antioquia. El principal sería Juan Pablo Vásquez Giraldo, alias “Matías”, “delegado para mantener el direccionamiento de diferentes empresas en el país, dedicadas al expendio de bebidas, utilizadas como fachada para lavar dinero”, reza el informe policial vinculado al expediente judicial.

Según esa Institución, este hombre de 38 años sería socio de Aristides Meza Páez (“el Indio”), un miembro de la cúpula de “los Urabeños” o Clan del Golfo y articulador de sus operaciones en la Costa Caribe.

En el negocio también estaría involucrado el hermano de “Matías”, Ómar Alberto Vásquez Giraldo (“Ómar”), de 44 años y quien en 2009 fue detenido en Panamá y extraditado a EE.UU. por lavado de activos. Salió de la cárcel en 2015.

El tercer santuariano es José Delio Pineda Gómez (“Carra”), de 46 años y de quien el reporte policial asevera: “principal cambista de divisas de los sanandresitos de Bogotá y El Hueco en Medellín, coordina el pago de mercancías producto del contrabando, distribuidas en estos lugares. Mantiene contactos en casas de cambio para el canje de divisas de forma ilegal, sin usar el sistema financiero colombiano para lavar el dinero”.

Los demás integrantes tienen funciones bien definidas: coordinadores, transportadores y custodios de los billetes, enlaces logísticos y encargados de contactar a los clientes en Centroamérica.

Entre ellos, la Fiscalía enfatiza la supuesta participación de Juan Guillermo García Mesa (“Juangui”), de 48 años y nacido en Venecia, Antioquia, sospechoso de camuflar los dineros calientes con la compra de camionetas, cuatrimotos, camiones y fincas en la subregión de Urabá; además, de manejar una especie de caja menor para mantener a los familiares de los cabecillas con plata disponible.

Y de Fran Marín Ospina (“el Transportador”), propietario de buses adscritos a una empresa de servicio público que transporta pasajeros y encomiendas entre Medellín, el Occidente de Antioquia y Urabá. En dichos viajes se ocultarían, al parecer, paquetes de hasta $500 millones en efectivo.

La relación con el Clan

La investigación contra esta red nació en diciembre de 2013, cuando la Policía ejecutó la Operación Corazón Colombia, capturando a varios miembros de “los Urabeños”.

Entre los detenidos estuvo Nini Johana Úsuga David, hermana de alias “Otoniel”, el máximo líder de esa facción y el narcotraficante más buscado de Colombia.

En los registros a sus propiedades y a las de su círculo de confianza en Urabá, Medellín, Barbosa, La Ceja y Sucre, en sucesivas acciones que se prolongaron hasta agosto de 2014, las autoridades encontraron caletas con más de $20.000 millones.

Los investigadores comenzaron a rastrear la procedencia de esa fortuna y detectaron en 2015 una transacción: un sujeto identificado como “el Viejo”, delegado de “el Indio” del Clan del Golfo, recibió una maleta llena de plata.

Se la entregó Mauricio Alberto Londoño (“Cinco Pesos”), quien al parecer trabajaba para la red de lavado de los santuarianos. A través del monitoreo de su teléfono, la Fiscalía fue conociendo el entramado de la red y quiénes daban las órdenes.

Durante dos años se recaudó información de sus movimientos, hasta dar el primer golpe el 10 de agosto de 2017. Ese día, en la Operación Corazón Colombia Fase III, cayeron 20 presuntos integrantes de la red, incluyendo a “Matías”, “Ómar”, “Carra”, “Juangui”, “el Transportador” y “Cinco Pesos”, y algunos familiares, socios y empleados.

En El Hueco les allanaron dos oficinas en los centros comerciales Cúcuta Tenerife y Nuevo Guayaquil; y en los sanandresitos de San José, en zona céntrica de Bogotá, una más en la galería Acuaries.

Fueron 32 allanamientos en total, en ocho ciudades, donde les decomisaron $471 millones 390.000, una escopeta, una pistola, dos revólveres y abundantes medios de almacenamiento electrónico.

Las Fiscalía imputó cargos por lavado de activos, enriquecimiento ilícito, contrabando, testaferrato y concierto para delinquir. Ninguno los aceptó.

En la actualidad, 18 de ellos están en prisión y a la espera del juicio oral; una más tiene detención domiciliaria y solo uno, Édison Arley Ramírez (“el Papero”), aceptó un preacuerdo con el ente acusador y ya fue condenado a cuatro años de cárcel.

El análisis de las pruebas incautadas reveló otras modalidades de lavado. El grupo se valía de 10 empresas y fundaciones en pro de la niñez, la mayoría ubicadas en Urabá, para darle apariencia legal a las finanzas. Ahora hacen parte de las 105 propiedades y bienes que están en proceso de extinción de dominio.

En la lista están Todo Bebidas, Inversiones Vasgir, Grupo Smart Vesugi, Bebidas y Mercadeos, Corpucom, Alianza Big, Funipaz, Suministros y Estanquillos Urachoc.

Algunas de las compañías tienen como objeto la distribución de licores y gaseosas en Urabá. A juicio de los investigadores, esto explica por qué varios embarques de contrabando llegan al puerto de Turbo con protección de “los Urabeños” y por qué solo hay amenazas y extorsiones para unas empresas surtidoras de gaseosas y para otras no.

La plata circularía presuntamente entre las firmas de la red, usando a unas como proveedoras de las otras. Como caso particular, sucedía que una fundación de niños compraba constantemente licor a una de las compañías, situación que fue advertida por un asesor de la organización.

“Ellos tienen contadores que les explican cómo hacer los fraudes. En uno de los audios analizados, un contador regaña a un integrante del grupo por esas compras de licor de parte de la fundación”, indicó un investigador.

Con estas modalidades fue que la estructura, según un reporte de la Fiscalía, lavó $212.000 millones para “los Urabeños” desde 2012.

Las autoridades consultadas reconocen que el golpe propinado no frenó el blanqueo de capitales. Hasta ahora solo han capturado a los intermediarios, faltan algunos empresarios de El Hueco y los sandresitos sospechosos de prestarse a la conspiración.

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