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511 días: historia de Yesenia Rivera y la búsqueda de su mamá que no termina

Luz Leidy Vanegas, su mamá, desapareció en Castilla, en 2020. El caso no registra avances.

  • Mediante jornadas de volanteo, Yesenia Rivera difunde los canales de contacto y el monto de la recompensa a entregar a quien comparta información y ayude a dar con el paradero de su mamá o de los responsables de su desaparición. FOTO Edwin Bustamante
    Mediante jornadas de volanteo, Yesenia Rivera difunde los canales de contacto y el monto de la recompensa a entregar a quien comparta información y ayude a dar con el paradero de su mamá o de los responsables de su desaparición. FOTO Edwin Bustamante
25 de mayo de 2021
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“Ella siempre fue muy juiciosa y responsable. Es una persona que no ve las malas intenciones en los demás. ¿Cómo decirlo? Toda la vida hemos tenido contacto. Algo que descubrí de ella después de ese momento fue su fortaleza, porque, pese a derrumbarse y llorar ante la impotencia, no se ha rendido”.

La incertidumbre ha atracado, de manera constante, en el estar de Yesenia Rivera, desde hace 511 días. Una de sus amigas más cercanas, Maribel Villa, es quien, bajo la premura del tiempo y las intermitencias de un teléfono, permite la descripción anterior.

“Es de estatura mediana. Su pelo es rizado, largo. De contextura delgada. Más blanca que trigueña. ¿¡Qué más!? Es expresiva y amable. También alegre. Muy correcta: si alguien hizo algo mal, ella, de inmediato, lo reprocha. En ese sentido, puede chocar con las personas”.

Continúa Villa, quien, sorprendida por la llamada, trata de compartir un ejercicio de descripción orgánico, que le permita a quien se acerque a estas letras llevarse una impresión primera de esa amiga que conserva desde tercer grado, cuando la vida asomaba, inocente, por las esquinas de la escuela y entre los juegos, divertidos, de colegio.

Ahora esa vida se asoma distinta: Yesenia tiene 24 años y trabaja como analista de servicio al cliente en una empresa de ropa, con sede en Itaguí. Vive con su novio, en Robledo, y visita a su hermano cada que puede, en Castilla.

Participar de manifestaciones, repartir volantes, atender a medios, buscar aliados y estar atenta al teléfono son parte de las actividades que la acompañan desde que su mamá, Luz Leidy Vanegas, salió de su casa el 1° de enero de 2020, a las 5:00 de la tarde, y no regresó.

Desde entonces, la vida ha seguido corriendo, “porque hay que buscarle sentido y continuar”, cuenta Yesenia. Sin embargo, paralelo avanza el anhelo de encontrarla, de que las autoridades entreguen un reporte con hallazgos o de que algún teléfono suene y traiga, consigo, noticias de “mami”, porque estas, hasta ahora, no han llegado.

Una vida

Yesenia nació en la madrugada de un sábado de agosto, en 1996. Tiene un hermano, de 18 años, recién cumplidos. Hoy, vive en Robledo, aunque, desde los siete años, residió en Castilla.

Estudiaba en la Institución Educativa María Montessori, de la comuna 5. En su momento, le dijo a su mamá que quería cambiar de colegio, “porque uno terminaba con un bachillerato básico, y yo quería terminar con algo más completo”.

Después de buscar, terminó en la Institución Educativa Inem José Félix de Restrepo. De allí se graduó con énfasis en administración comercial. Luego, estudió negocios internacionales.

¿Qué recuerda del colegio? Un suspiro traspasa el aire. En la conversación se hace tangible el deseo de hacer un alto, partir el tiempo en dos, y detenerse en el pasado, en la época de colegio, cuando las preocupaciones y la adultez se advertían, pero a lo lejos.

Vivía en un tercer piso. Cuenta que había de todo en el barrio, hasta rumbeaderos, aunque ella no solía frecuentarlos. Sus planes consistían en salir a comer con las amigas. “El barrio es muy bueno, muy grande. Tiene de todo. Uno no debe ir al Centro a buscar nada. Eso me gustaba”.

Yesenia tiene buenos recuerdos del barrio, pero hoy en día siente una “vaina maluca”, al entrar allá. “Desde lo que pasó, voy muy poco. Es duro tener que entrar a esa cuadra y sentir miedo al transitarla. Esa en la que creciste, donde viviste tanto tiempo... Yo voy porque, igual, debo seguir yendo. Mi hermanito se quedó con el papá. Samuel sigue allá”.

Desde ese inicio de año, ha redoblado los esfuerzos, aunque la práctica era usual, “de toda la vida”: avisar dónde está, para dónde va, con quién salió y cuándo va a llegar. Esas preguntas —y respuestas— atracaron, con mayor frecuencia, en su rutina. Y con la zozobra que eso implica.

Otra vida

Al preguntar por su hermano, y por la última pareja de su mamá, Fernado Yepes, Yesenia corta la atmósfera con respuestas cerradas: “Sí; No”. ¿Qué más pedirle cuando se es, simplemente, un desconocido? Pese a ello, su voz, apacible, se desliza por entre los recuerdos. Se permite, ella, acariciar el pasado. Posar la mirada en la casa, en la sala y en las situaciones que, durante años, se sumaron al archivo doméstico.

“Vivíamos nosotros cuatro (Luz Leidy, su hermano, Samuel, y Fernando, su padrastro). La relación no era mala. Ellos —su voz se pausa, arrastra las sílabas, las cristaliza y extiende, como una figura musical de cuatro u ocho tiempos— se entendían. Él (Fernando) era muy respetuoso. Pero su cultura, muy a la antigua. Era machista”.

Esta descripción conduce el relato de Yesenia a esa tarde, cuando partió hacia Robledo, para celebrar el primer día de 2020 con la familia de su novio. Pero, por cronología, retrocede una jornada más. Viaja, como lo habrá hecho en otros espacios, a la antesala de esa búsqueda que se instaló en su vida.

“En diciembre nos reunimos, siempre, los 31. Estábamos donde mi tía. Nos dimos el feliz año. Luego, nos fuimos para donde otra familia, y allá estuvimos hasta la madrugada. Esa noche se sentía algo raro: nosotros siempre hacíamos mapas de sueños, y esa noche no lo hicimos. Mami habló con Fernando por celular. Estaba rara”, expone.

Al otro día, se organizaron. “Mi mamá y mi hermanito se fueron para la casa. Yo me fui para Robledo”. En Castilla, cuenta, su mamá y Fernando discutieron, antes de salir a almorzar al centro comercial Florida. “Almorzaron, regresaron a la casa, volvieron a discutir y, a eso de la 5:00 de la tarde, fue que mami salió de la casa. No se llevó nada. Salió, según mi hermanito, como cuando uno dice: ya vengo”.

Después de esperar y tratar de hallar explicaciones esa tarde, “se instaló la imagen de que mamá ya no estaba”. Su rutina cambió. Con su familia comenzó a salir todos los días a buscarla, sin rumbo fijo. Así estuvo su vida, por lo menos, los primeros 15 días: dormía, cada noche, donde un familiar distinto. La necesidad de movimiento, y de que su madre apareciera, fue la reacción inmediata ante el impacto de la ausencia.

“Los primeros días no lloré. Luego me di cuenta de que no estaba. Es la cotidianidad la que le deja advertir a una la falta que hace: ya no está para contarle lo que hice ni lo que tengo que hacer. Pero, pese a todo, tenía que seguir con la vida, con el trabajo, el hermanito y en la búsqueda de mami”.

En ese indagar diario se conectó con activistas, concejales y medios de comunicación. “Este caso ha sido visible porque Yesenia ha hecho la bulla que corresponde y ha logrado unir a medios, por su propia cuenta, de manera insistente. Ha sido muy berraca en eso. Ha tenido mucho coraje, denunciando y resistiendo ante las instituciones”, confiesa Diana Caballero, del movimiento político Estamos Listas, que mediante su apuesta “Buscarlas hasta encontrarlas” ha acompañado la búsqueda de la mamá de Yesenia y la de otras mujeres.

A partir de su caso, y de la visibilidad que ha adquirido, se ha convertido en un puente para personas que afrontan situaciones similares.

“Mami se convirtió como en un símbolo, sin querer queriendo. Como mi tía y yo nunca nos quedamos quietas, eso ha servido para que muchas personas se unan a la lucha de buscar a las mujeres desaparecidas. No la hemos encontrado, pero hemos podido ayudar para que otras aparezcan”, sostiene.

Sobre el caso, Yesenia concluye que, aunque la Alcaldía subió la recompensa a $100 millones para quien ayude a dar con el paradero de su mamá, Luz Leidy Vanegas, “no dan mucha información: siempre nos dicen que está en indagación” (ver Para saber más).

“Ella es una persona perseverante y tranquila. Nunca deja de buscar. No se queda quieta. Eso lo heredó de su mamá”, remata Villa, su amiga. Yesenia espera, todavía, hallar a su mamá mediante el movimiento. Por ahora, es su única salida

$100
millones ofrece la Alcaldía por información sobre el paradero de Luz Leidy Vanegas.

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