Alone, de John Hyams (2020)

El monstruo detrás del hombre

 “Reconozco el miedo cuando lo veo, la gente cree que puede ocultarlo, pero no de mí”. 

 

Mario Fernando Castaño

La presente crítica hace parte de una serie de reseñas recopiladas en el libro Carretera al Infierno y que pertenece a la vez a la cuarta edición del Festival de Cine Fantástico y de Terror de Fantasmagoría que se presentó en el mes de octubre de 2022 en diferentes salas de cine de la ciudad de Medellín, un evento que cada vez toma más fuerza y presencia a nivel no solo nacional, sino latinoamericano, apoyando a directores y nuevas promesas que apuestan sus esfuerzos creativos y su pasión al séptimo arte con sus películas y cortometrajes enfocados en el género del terror.

Y ya entrando en la ruta arrancaré diciendo que ya hace mucho tiempo Charles Perrault advirtió a modo de moraleja en su Caperucita Roja (1697) acerca de los peligros de salir solo en el bosque a merced de todo lo malo que esto conlleva, la amenaza constante de lo que acecha en la oscuridad y lo que resulta en el riesgo de confundir la valentía y la autosuficiencia con el exceso de confianza. El monstruo caracterizado en un lobo, oso o león en diferentes culturas en donde se adaptó este relato, no era otra cosa más que disfrazar la maldad humana. La fila de acosadores, psicópatas y trastornados en la literatura y en el séptimo arte es larga y esto ha generado que se presenten diferentes clichés que logran que el mensaje principal se desdibuje. Se necesitaba entonces y hasta sin pedirlo una cinta que refrescara estas tramas, que dejara en el público la sabia y antigua advertencia de no enfrentarse solo a lo desconocido, haciendo uso de una ingeniosa mezcla entre lo predecible y lo inesperado, esta cinta es Alone de John Hyams.

Este director estadounidense ha estado al frente de diferentes producciones, no muy renombradas pero que tuvieron un fuerte eco recientemente con la serie Black Summer (2019), una historia que ha tenido una muy buena aceptación por dar un giro fresco y diferente al género zombie, en la que él no solo dirige, sino que también es su creador, en donde su fortaleza es encontrar el punto exacto en el que el espectador se identifica con sus personajes  en un ambiente que, aunque ficticio, roza la realidad de una manera muy convincente. Y esto es lo que precisamente sucede con Alone, estrenada en 2020, narrando un survival que no solo se intuye como una trama repetida, sino que además es un remake de la película sueca, Gone (2011).

Primera recomendación, no ver el trailer, es un inmenso spoiler alert. La historia se desarrolla en un ambiente que podría ser una road movie de terror, pero que cambia de tiempos en cuatro escenarios que parten la narración de forma dinámica, comenzando con el bosque y el camino que como un puente nos lleva hacia él, un sitio que puede ser nuestro aliado y enemigo, un hermoso y a la vez amenazante  paraje que como metáfora de la vida nos muestra que todo lo bueno y lo malo puede suceder en ese lugar. Y es ahí donde el personaje de Jessica (Jules Wilcox) interpreta a una recién viuda que escapa de su pasado y hasta de las personas más cercanas para enfrentar un destino incierto con una actitud entre coraje, esperanza y desesperación. No es spoiler decir que el lobo no tarda en aparecer,  representado por el actor Marc Menchaca una mezcla extraña entre Flanders de los Simpsons y un Kiefer Sutherland desquiciado sacado de la película Freeway (1996), que se percibe como una persona aparentemente normal y corriente encerrando al temible monstruo humano que podría cruzarse con nosotros en nuestra cotidianidad.

La química entre estos dos personajes logra que el espectador no solo logre identificarse con las reacciones del protagonista, sino también con las del villano, esto imprime una dosis de credibilidad pocas veces vista. La lógica y la sencillez del desarrollo de la trama y sus inesperados giros apoyan el realismo, nos hace pensar en el qué haríamos en una situación similar, qué decisiones tomaríamos en un punto crítico, hasta dónde nos llevaría la locura y la valentía, todo por vivir un día más. Alone es el  resultado de mezclar con inteligencia y experiencia maravillosas películas que abrazan estas temáticas como pueden ser Duel (1972), The Hitcher (1986), Road Games (1981) o Breakdown (1997), pero esta vez el molde es roto con escenas de acción intensas y una trama atrapante, asegurando una satisfactoria sustentación al título del filme y hasta provocando una nueva moraleja, si ya no hay más remedio que evitar las adversidades, entonces enfréntalas con garras y dientes…hasta el último suspiro.

https://festivalfantasmagoriamedellin.com/

 

Hombre Lobo por la noche, de Michael Giacchino

La luna se tiñe de blanco y negro

Mario Fernando Castaño

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La leyenda del Hombre Lobo proviene de diferentes orígenes y uno de ellos nos lleva a la mitología griega, en la que Zeus, al enterarse que Licaón, rey de Arcadia, sacrificaba seres humanos en su nombre para luego devorarlos, lo castiga condenándolo a convertirse en hombre lobo en cada luna llena afectando también a toda su descendencia, de ahí el nombre de Licántropo, lýkos (lobo) y ánthropos (hombre). Es por esto que este ser siempre ha estado asociado a la maldición y a la rabia, de allí su comportamiento irracional.

Marvel Cómics adaptó la leyenda en 1972 basada en el personaje de Jack Rusell, quien carga con una maldición que se remonta a cientos de años atrás, perteneciendo posteriormente a La Legión de los Monstruos y conservando las características impuestas por la literatura y el cine, como son convertirse en lobo en luna llena, ser vulnerable a las balas de plata, entre otras. La historieta lucha entonces por más de sesenta años contra la censura impuesta por el CCA (Comics Code Authority), que prohibía la aparición de todo ser sobrenatural como vampiros, monstruos, zombies y obviamente los hombres lobo, además de todo tipo de temáticas violentas o sexuales, esto porque según Dr. Fredric Wertham, un destacado psiquiatra neoyorquino, en su campaña en contra de los cómics afirmaba en 1930 que esto generaba una conducta reprochable en la infancia y juventud estadounidense.

El plan de realizar una película de Marvel acerca del hombre lobo se estaba cocinando desde 2001 y hasta 2022 se vino a concretar un cortometraje basado en la historia del cómic que involucra a la Piedra de Boodstone como eje principal, una gema que dota de poderes sobrenaturales a quien la porte, esta fue adquirida por el cazador de monstruos Ulysses Bloodstone; al morir éste, su esposa organiza una especie de concurso convocando a varios cazadores de monstruos para hacerse con la reliquia y ser el nuevo líder.

Para no alargar la historia y no caer en spoilers, nos centraremos en la razón del porqué vale la pena ver Werewolf by Night, y esto es principalmente por dos razones, una es el dar un respiro a las demás historias relacionadas con el MCU y la otra porque es un guiño gigantesco al séptimo arte aunque no se exhiba en una sala de cine.

Marvel, a pesar de sus desaciertos, es arriesgada y de ahí sus aciertos, en esta ocasión decide contar como director con un compositor musical, y este es el afamado y premiado Michael Giacchino, responsable del score de cintas como la saga de Jurassic World (2015 – 2022), Rogue One (2016), Star Trek (2009 / 2013) , Mission Impossible (2011), The Batman (2022)  y varias películas de Marvel Studios como Dr. Strange (2016), Spider-Man No way Home (2021) y Pixar, incluidas Coco (2017), Inside Out (2015) o Up (2009). Giacchino resulta ser entonces una gran elección, pues imprime en su cinta toda la atmósfera que una película relacionada con el género clásico de terror y el licántropo requiere.

Ya desde su apertura la música se hace presente rompiendo su mismo molde en la tradicional intro de Marvel Studios, lanzando al espectador en un viaje en blanco y negro que remonta al cine de la década de los 30´s, 40 ́s y 50´s, época en que abominaciones como Drácula, El Monstruo de Frankenstein, El Hombre Invisible, La Momia o el Hombre Lobo invadían las pantallas.

Comienza entonces una cascada de referencias, easter-eggs y personajes ligados no solo al cine clásico, si no a los cómics, entre estos están el mismo Jack Russell interpretado por el actor mexicano Gael García Bernal, Elsa Bloodstone por la actríz Laura Donnelly, la hija rebelde de Ulyses y el legendario monstruo Man -Thing, que por cierto su diseño ya desde las páginas estaba basado en la criatura de Cthulhu de H.P. Lovecraft, aspecto que se respetó en la cinta en cuestión.

La cinematografía de este especial de Halloween es exquisita, presentando en su corta duración una clase magistral de buen cine en donde nada está inventado, pero las técnicas clásicas se manifiestan de una manera armónica y natural al igual que la banda sonora llena de guiños musicales que van desde Psycho (1960) hasta Jaws (1975), la cual está creada obviamente por su mismo director. Las técnicas visuales utilizadas respetan los cánones antiguos, recordando al Mago de Oz (1939) en el manejo primigenio del color, el uso de efectos prácticos evadiendo hasta el límite el CGI, la clásica apariencia de la criatura y hasta las “marcas de cigarrillo” que se colocaban en la parte superior derecha de la pantalla para avisar al proyeccionista de la sala de cine el momento de cambiar el carrete de cinta para que el público continúe la aventura, en este caso Giacchino utiliza estas marcas de una forma muy original separando así los tres momentos de la historia.

Es curioso también cómo Disney ha ido poco a poco dando entrada a dosis de violencia en donde en un exquisito plano secuencia la cámara es salpicada con sangre, aprovechando como un sutil telón de censura el blanco y negro del filme que solo es interrumpido por la luz carmesí que destella de la Bloodstone. Cabe anotar que la icónica escena de la transformación de la criatura es un aspecto a resaltar por su recursividad, originalidad y belleza.

El cómic y el cine unidos crean entonces, como ya ha venido sucediendo desde hace largo tiempo, nuevas mitologías que se mezclan con las antiguas, recreando y reinventando historias de redención y heroísmo con un mensaje de lealtad que va más allá de la monstruosidad. El hombre lobo ha vuelto con mucha fuerza y al parecer con el propósito de que sus monstruosos amigos lleguen también a hacer lo suyo, desde donde quiera que vengan, ya sea desde otra dimensión, un pantano, un castillo o un sarcófago, ellos siempre serán bienvenidos para acompañarnos en la oscuridad y darnos su eterno abrazo.

¿Hacia dónde van las historias de terror?

La incertidumbre del miedo en una fantasía distópica

Mario Fernando Castaño Díaz

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Desde épocas que se pierden en la memoria del tiempo, el hombre ha ido cultivando sus miedos, basados en la negación que trae el silencio al final de la vida, en el enfrentamiento de su propia mortalidad. La pregunta de qué hay al otro lado de este plano ha alimentado esperanzas, creencias y mitos que han ido evolucionando desde antes de que existiera la escritura. En la antigüedad los cambios climáticos obligan a los primeros hombres a migrar y observar los patrones de la naturaleza para poder sobrevivir. La llegada de las estaciones, las actitudes de sus presas, los cambios de la luna y las estrellas, el momento oportuno para cosechar, eran vitales.

Los pocos con capacidad de observación y paciencia que podían predecir estos fenómenos fueron llamados por sus comunidades como sabios, magos, chamanes, taitas, personas que veían más allá de lo aparentemente obvio, que tenían el poder de la magia, ver señales en lo evidente, un don con el que se puede manipular incluso a la naturaleza misma a la vista y fe de sus creyentes. Las sustancias psicotrópicas extraídas de las plantas sirven como puente para invocar o evocar estas energías, entidades que, si no se manejan con experiencia y sabiduría, pueden traer a nuestro mundo terrenal demonios y encarnaciones de la maldad misma.

La religión se encarga, entonces, de establecer un orden a su manera, alimentándose del bestiario extraído de las diferentes mitologías, estableciendo un orden y hasta escalafones para el bien y el mal, definiendo un lugar para el cielo y el infierno. Como era de esperar, el arte entra en escena con la materialización de nuestros miedos a través de la pintura y las historias a voces quedan atrapadas en la literatura por medio de la imprenta en textos sagrados elaborados por los primeros escribas. Ya la palabra y la verdad pertenecen a los más sabios, a los letrados, a los poderosos, el resto de las historias es visto como herejía y más tarde será castigado por la Santa Inquisición como satanismo.

Más adelante, llega el terror gótico con sus castillos encantados, fantasmas, vampiros, hombres lobo y toda esta estética del romanticismo oscuro, hasta que aparecería el padre del terror gótico, Edgar Allan Poe, posando los miedos dentro de la psique en donde mora el mayor de los monstruos, nosotros mismos. Estos miedos serían más tangibles con la llegada del cine, en donde se mostraban ya visualmente las fatalidades humanas que eran el reflejo mismo de una nación entera como fue el caso del Expresionismo Alemán. Ya el cine de los años treinta se alimenta nuevamente de esos monstruos antiguos que no tardarían en ser reemplazados en los años cincuenta por invasiones extraterrestres o insectos mutantes, esto fruto de la amenaza atómica.

Posteriormente, en la década de los sesenta y setenta, junto con el fin del hipismo, llegan monstruos humanos como Norman Bates en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) o Michael Myers en Halloween, (John Carpenter, 1978), contrastando con posesiones demoníacas como en El exorcista (William Friedkin, 1973), un monstruo real en Jaws (Steven Spielberg, 1975) y hasta uno espacial con Alien (Ridley Scott, 1979).

Ya el cine hace de las suyas siendo testigo y cronista de los cambios culturales y sus tendencias hasta el día de hoy, viéndose altamente beneficiado por una madurez que se refleja en la belleza oscura que algunas cintas del género nos presentan. Pero viene la pregunta de cara al futuro, ¿qué pasará entonces con estas historias que nos helaban el cuerpo, será que ya nada nos asusta? ¿Será que ese monstruo es la realidad misma por la que atravesamos en esta era de evidente cambio, con sus paradojas, preguntas, incertidumbres y demonios que todo esto encierra?

Las historias de terror han mutado nuevamente y ya no caben los espantos de antaño, estos son vistos ahora con cierta simpatía, ya ni la oscuridad que esconde la mano bajo la cama nos intimida, solo lo hacen los monstruos que habitan en lo más profundo de nuestras mentes, es allí donde moran esos demonios que, de vez en cuando, salen de sus cuevas para recordarnos los frágiles que somos al enfrentarnos a este gran cambio que es un antes y un después en la historia de la humanidad.

Ya asuntos tan cotidianos y aparentemente banales se convierten en el horror mismo, como la incertidumbre económica, las enfermedades, tanto físicas como psicológicas, la pérdida de nuestros seres queridos, la inseguridad, la devastación inminente de nuestro planeta y una nefasta realidad en donde se escuchan y se ven noticias cada vez más cercanas que dan cuenta real de la maldad humana. La vida tiene cada vez un menor valor, esos son los nuevos monstruos, y el cine, la literatura, los cómics y los videojuegos ya han percibido este gran cambio.

Nos están recordando que las distopías de las que nos hablaban no estaban tan erradas o fantásticas y es acá donde la ciencia ficción se une al terror actual al evidenciar nuestras debilidades como la dependencia tecnológica en 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1979), el confinamiento en Alien (Ridley Scott, 1979), la abstinencia al licor en El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), la violencia intrafamiliar en El hombre invisible (Leigh Whannell, 2020) o en la novela y recientemente adaptada a serie televisiva, Apocalipsis (Stephen King, 1978) en donde se implanta un virus mundial llamado El Capitán Trotamundos, estas historias de hace tan solo unos cuantos años, eran dentro de sus códigos, señales evidentes de lo que vivimos en el presente, sus historias son campanazos en la noche, aullidos en el bosque, gritos desgarrados que nos advierten lo que está por venir. La realidad nos lo muestra al evidenciar nuestra fragilidad al desaparecer solo por unas cuantas horas de nuestras pantallas las principales plataformas de redes sociales, el mundo colapsó en su vulnerabilidad.

Sin embargo, como seres humanos que somos, necesitamos de la fantasía y también de la sala oscura para alejarnos de los demonios reales que están a la vuelta de la esquina. Afortunadamente aún existen y permanecen las historias que son tan valiosas por estos días oscuros, es necesario entonces el hechizo de las brujas, los colmillos de un vampiro en nuestra garganta, el mordisco de un zombie o un hombre lobo, es vital el zarpazo de Freddie Krueger al final del callejón y que nos lleve a soñar nuevamente con recuperar la magia que lograba que nuestros ancestros se estremecieran de miedo placentero al escuchar las historias de monstruos y espantos que se contaban en medio del fuego de una apacible fogata o en la finca de nuestros abuelos, el sabor del miedo, la adrenalina que nos hace conscientes de nuestra presencia y de lo afortunados que somos de estar vivos en medio del caos.

Igual y sin importar lo que suceda, siempre prevalecerá incólume la frase lapidaria del maestro del terror cósmico Howard Phillip Lovecraft, “La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.”

 

Llanto maldito, de Andrés Beltrán

El drama y el terror tocando realidades juntos desde la fantasía

Por: Mario Fernando Castaño Díaz

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El cine de terror es un género que ha ido evolucionando constantemente y a pesar de haberse convertido en algo justo para el mero entretenimiento, se ha acercado cada vez más a lo que siempre ha sido, arte y este, al estar ligado a la fantasía también lo hace con la realidad que es el lugar en donde verdaderamente moran nuestros miedos.

Esto es algo que ha sabido entender y plasmar en su primera película de este tipo el director Andrés Beltrán, quien es el responsable de dirigir la segunda temporada de la aclamada serie de Netflix, Distrito Salvaje. Desde hace tiempo le atraía la idea de dirigir una cinta del género del terror y se embarcó en la tarea de escribir el guion, pero luego de varios intentos decidió contar con el apoyo del guionista español Anton Goenechea, esto porque el considera que las películas de miedo durante algún tiempo se han concentrado en lo efectista y no en el contenido, algo que afortunadamente ha ido cambiando.

La historia en la que se inspiró Beltrán luego de una ardua investigación viene de las profundidades del bosque nariñense con una entidad fantástica llamada Tarumama y según cuenta la tradición es un ser femenino que queda embarazada por el arcoíris, pero pierde a su bebé en las aguas del río, como respuesta este ser llora a su hijo mientras roba a los que se pierden en el bosque. Su apariencia es una anciana con patas de cabra y su historia nos lleva inevitablemente a la leyenda de la Llorona, que es un mito muy popular no solo en México sino en varias regiones de Latinoamérica.

Óscar (Andrés Londoño) y Sara (Paula Castaño) son una pareja que quiere salvar su matrimonio luego de una crisis familiar y decide alejarse de la ciudad con sus dos hijos internándose en una cabaña (que, por cierto, fue construida cerca al Parque Nacional Natural Chingaza, Colombia, por el equipo de producción), en medio de la profundidad de un bosque que casi es otro personaje, evocando todo su frío y húmedo misterio, allí habita Tarumama y ella no necesita alterar una paz desde su plano paranormal, ésta de hecho ya estaba viciada desde lo real, a pesar de las buenas intenciones.

La cinta obtuvo diferentes galardones y ha sido seleccionada para estar en SITGES el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña en el Blood Window Showcase de Cannes 2021. La productora colombiana Dynamo ha sido la responsable de este logro y ya tiene en su haber diferentes producciones de éxito reconocido con series como Distrito Salvaje, Narcos o Frontera Verde.

¿Pero qué hace que Tarumama, como es llamada la cinta a nivel internacional, esté llamando la atención hacia nuestro país? Una de las razones es la impecable producción, en la que su fotografía logra que lugares comunes, cotidianos y hasta agradables cobren un sentido contrario y amenazante, apoyado por su inquietante sonido en medio de la música compuesta por el músico Felipe Linares, quien imprime una atmósfera que nos recuerdan al compositor Alan Korven en El Faro o La Bruja, de Robert Eggers, en donde lo que prima no es la melodía propiamente sino sonidos que en conjunto transmiten una atmósfera inquietante, una efectiva fórmula que impusieron películas como Jaws (1978) o Alien (1979) en la que menos es más al no mostrar la criatura, pero sí sugiriendo su constante presencia, incluso a plena luz. Otro punto a tener en cuenta es la cuota actoral, que logra algo que muy pocas cintas de este género consiguen, la empatía con el espectador. Llanto Maldito juega con los diferentes clichés del género, pero los procesa y los expone con resultados inesperados y todo esto con el uso mínimo de jumpscares y sangre excesiva.

Quizás el pronto reconocimiento que ha obtenido Llanto maldito en la crítica internacional se deba a la esencia de la historia, en donde el equilibrio que existe entre el terror y el drama se va decantando en cuidadosas dosis, logrando que se erice la piel y conmueva el corazón al mismo tiempo. De alguna manera, y a pesar de estar fuera de la ciudad, los personajes se encuentran encerrados en medio de sus temores, algo que puede ser muy cotidiano para diferentes familias por estos días, y no es el temor al monstruo que está tras la puerta o debajo de la cama, es uno más real que se materializa en los terrores que pueden tener las personas al no considerarse buenos padres, al fracasar su matrimonio y, en sus hijos, al afrontar la realidad de que estas parejas se separen. De alguna manera, Tarumama con sus actos da un mensaje intrínseco a no descuidar a los hijos en medio de las crisis familiares y, si esto pasa, ella se los llevaría.

Llanto Maldito ha demostrado que las películas de terror pueden cumplir con su cometido de colocar sus fríos dedos en la espalda, pero también de entrar en la mente del espectador cuando toca problemáticas sociales que lleven a la reflexión y al cuestionamiento. Invita también a que producciones como esta alejen al espectador de la percepción errada de que “están tan bien logradas que no parecen de este país” y los acerque, por el contrario, a sentir orgullo por la realización de un trabajo autóctono de calidad.

Halloween, de David Gordon Green

La mujer, la experiencia y el amor por el horror

Santiago Colorado – Escuela de crítica de cine de Medellín

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La última vez que fui tan feliz en una sala de cine fue durante Trainspotting 2, que curiosamente también era la secuela de un clásico del siglo pasado. Esto me lleva a concluir que quizá a este tipo de películas solo lo pueden amar –y apreciar por completo– los y las verdaderas fanáticas.  Continuar leyendo

Actividad paranormal, de Oren Peli

Un demonio está en casa

Por: Íñigo Montoya

Inevitable pensar inmediatamente en El proyecto de la bruja de Blair (1999) a propósito de esta película. El esquema es el mismo: una entidad misteriosa que acecha y ataca a unas personas, a una pareja en este caso, y que la veracidad del suceso es legitimada por el lenguaje documental, del cual hace parte la leyenda, plantada por los mismos productores, de que no se trata de una reconstrucción sino de la cinta encontrada luego del horrible suceso.

La bruja de Blair golpeó primero y por eso golpeó más fuerte, pero después de ella la fórmula del falso documental es menos efectiva porque, como se sabe, el cine de horror es el género que más se desgasta. Aún así, en esta nueva cinta la fórmula es bien aplicada y eficazmente mezclada con otro de los clásicos esquemas del cine de horror, el de la “casa embrujada”.

Es una película sólo para los fanáticos del género, para quienes gustan de dejarse llevar por las emociones y el miedo creado por las imágenes en la pantalla, sin importarles la factura visual o el efectismo. Y si, además, se trata de espectadores que cuando entran a una sala de cine se les diluye la diferencia entre realidad y ficción, pues ésta es la película perfecta para crearles sensaciones fuertes. Porque no se trata de una película de horror “tramposa”, es decir, de esas que le meten sustos al público en lugar de meterles miedo. Lo suyo es un trabajo limpio, sugestivo y bien planificado.

Arràstrame al infierno, de Sam Raimi

De maldiciones y fluidos

Por: Iñigo Montoya

Si se promocionara esta película como la del director de la exitosa saga de El hombre araña, cualquiera creería que es una película más del horror convencional de Hollywood. Pero si se tiene en cuenta el tipo de cine con el que empezó su carrera este realizador norteamericano, las expectativas cambiarían de forma radical.

Y efectivamente, Raimi no decepciona con esta cinta que bebe de las viscosas fuentes del cine de horror de la serie B, ese cine que se hace con dos pesos y muchos litros de sangre, y que aún así, produce películas de culto que los fanáticos repiten una y otra vez. La opera prima de este director, The evil dead (1983) tiene todas estas características.

Con esta nueva película, Raimi vuelve a sus raíces, presentándonos una trepidante película de horror llena de dinamismo y cargada de todas esas emociones básicas pero efectivas del cine de horror de serie B: la tensión, el miedo, el susto efectista, la truculencia de la acción y lo repugnante de los fluidos y las mutilaciones.

La historia es tan simple como lo puede ser la idea de un personaje al que le cae una maldición y trata de librarse de ella. Pero es en la puesta en escena ingeniosa y con oficio que este director, aún a partir de los más conocidos recursos del género, consigue una película que sorprende y seguramente gustará a los fanáticos de este tipo de cine.

Pero hay que aclarar que no sólo es cine de horror, con el miedo y los sustos de todas las otras películas, además, para poder disfrutar y aguantar esta cinta, hay que tener un estómago fuerte, porque también puede ser una experiencia repugnante.

Sangriento San Valentín, de Patrick Lussier

Dos interesantes variantes del nuevo 3D

Por: Iñigo Montoya

Ésta es otra película más de asesinos en serie que matan uno a uno a adolescentes tontos o mujeres indefensas. Un gastado esquema que hemos vistos desde las sagas de Martes 13, Pesadilla sin fin y Halloween. Y para ajustar, no tiene nada de novedoso ni algún cambio significativo en su construcción, como para que siquiera los fanáticos de este tipo de cine la disfruten.

Sin embargo, la variante la tiene es por vía de la tecnología, pues se trata de una película en 3D, no la animación que sólo simula volumen, sino aquella que simula además profundidad. Ya en el último año se había visto este sistema con películas como Bolt, Coraline o La edad del hielo 3, pero se trataba de películas animadas a las que muy poco les interesaba explotar las posibilidades de efectismo con su público (seguramente porque más de un niño rompería en llanto cuando algo se saliera violentamente de la pantalla contra su blanda carita).

Esta película, en cambio, es para adultos y enmarcada en el género de horror, es decir, así como ocurrió en los años ochenta cuando hubo un nuevo apogeo de esta tecnología (cuyo uso comercial data de los años cincuenta), en esta cinta se aprovechan todas las posibilidades para causar un efecto adicional en el espectador, especialmente diseñando escenas y acciones para lanzarle objetos, entre más amenazantes o peligrosos mejor. Este efecto, sumado a los recursos propios del cine de horror, busca crear en el espectador una experiencia más intensa en la sala de cine.

Por otra parte, existe una gran diferencia entre ver películas en 3D animadas a verlas con espacios y personajes reales. Las animadas muchas veces se asemejan a un libro pop-up, de esos que se abren y se levantan los dibujos troquelados. Con imágenes reales captadas por una cámara –y no generadas por un computador- la sensación es completamente distinta. En realidad sí se trata de una nueva experiencia visual que se convierte por sí sola en la razón para ver esta película.

Seguramente llegarán más cintas con esta tecnología y lo más probable es que sean menos descerebradas (ya James Cameron está anunciando la cinta que romperá con todo lo conocido en esta área), pero de todas formas esta peliculilla de horror es pionera y la primera oportunidad que tenemos para tener una novedosa experiencia en el cine, ese arte y espectáculo que está siendo olvidado por muchos y que la industria quiere inyectarle algo de vida con la tecnología 3D.