LOS FOTOGRAMAS HABLAN

A la boda de la pobre Patricia (Frédérique Feder) llegó un grupo terrorista y la secuestró. El grupo se hacía llamar “Acción Mutante”, una tracamanada de subnormales, feos y deformes que anarquizaron a una sociedad de ricos y bonitos. Patricia era la bella hija de un acaudalado comerciante, es decir, el perfecto objetivo militar para la banda.

Ella cometió el error de no parar de hablar y gritar ni por un instante durante su cautiverio. Pues entonces Ramón, el cerebro del encantador grupillo, ¡zas!, que le manda a coser la boca. Y es que aunque por feos y deformes lo han tenido que soportar todo en la vida, la incansable perorata femenina estaba más allá de sus límites.

Acción mutante (1993) es el debut cinematográfico del más genial y extravante director del cine español: Alex de la Iglesia. Aunque parece un inofensivo y guarro cine de excesos y entretenimiento, sus películas siempre aprisionan en su cerrado puño una verdad.
I.M.

DIARIO DE ÍÑIGO

Septiembre 8 de 2008. La ciudad sin cine continuo. Interior. Día y noche.
A los cinéfilos más jóvenes les resultará, más que ajena, insólita la posibilidad de que hace apenas un par de décadas la usanza para la exhibición de películas era el llamado “cine continuo”: de 11 de la mañana a 11 de la noche se presentaban dos películas “en rotativa”, es decir, empataban una con la otra. Lo insólito es que el público no se programaba, sino que iba a cualquier hora y empezaba a ver una cinta por la mitad o hasta en su final, para tener que esperar a ver la otra y luego el inicio de la que se perdió (había quienes se repetían la segunda). Una práctica nada ortodoxa que quedó inoculada en los genes de imperfectos cinéfilos, quienes siguen haciendo lo mismo con la televisión. Yo me niego a ver una película empezada. Me he devuelto de la puerta del teatro por haberme perdido los primeros minutos.

Podría empezar una secta cinéfila, fundamentalista, por supuesto, para erradicar esas sacrílegas prácticas: ni películas empezadas, ni crispetas, ni celulares, ni opiniones torpes al salir del cine, ni comentarios como de abuelita viendo la telenovela. Erradicar las expresiones como “Qué película tan lenta” o “Qué buena fotografía”. Todo esto sería una buena base para la nueva doctrina cinéfila, y los templos, pues están por doquier, sobre todo en los centros comerciales.

DIARIO DE ÍÑIGO

Agosto de 2008. La ciudad de las películas dobladas. Interior. Día/Noche.
Por estrellécima vez recibí hoy la queja de un pobre espectador que padeció a Batman: el caballero oscuro doblada. Los únicos que no entienden que es una flagrante traición doblar las películas son los exhibidores. Las atolondradas niñas de las taquillas y los acomodadores zombies ni se enteran. Ante el reclamo, no entienden qué se les está reclamando, porque para ellos la felicidad consiste en no tener que leer subtítulos y nunca echan de menos las voces originales de los actores, que en la película en cuestión, había un especial interés en la del Guasón, con esa voz cavernosa y sicóticamente pausada que usó el ya finado y por los gusanos devorado Heat Ledger. En la España de Franco usaban el doblaje para censurar, para cambiar las palabras y mensajes que para el régimen eran inmorales o subversivos. En nuestras salas de cine no hay tanta maquiavélica premeditación, es simplemente ignorancia y estupidez.

Expedientes X: Quiero creer, de Chris Carter

No soy fan de la serie. Pero, en general, ¿No se trataba de extraterrestres? Me dicen que también tenía que ver con lo paranormal, sin embargo, que en esta nueva entrega lo paranormal se reduzca a un simple vidente, es todo un timo.

Tampoco soy fan de Mulder y Scully o la posible relación que tuvieron, pero lo que vi aquí fue un melodrama ininteligible en sus motivaciones. Si el que ha sido fan lo entiende, pues por ahí empiezan los problemas del filme, que no se defiende solo, sino que necesita la muleta de la serie.

Es muy sospechoso que el vidente haya sido un sacerdote pederasta, parece más un guiño para crear polémica. Porque si era por relacionar lo paranormal, la ciencia y la fe, la salida fue muy obvia y sensacionalista. ¡Que protesten los guionistas del vaticano!

Me aburrí tremendamente, y como no soy un hombre de fe, salí convencido del teatro de que la única razón por la que hicieron esta película, fue porque sus creadores y el dúo de ex estrellas se estaban quedando sin “blanca”.
I.M.

DIARIO DE ÍÑIGO

Julio 24 de Julio de 2008. La ciudad de los estudiantes tontos. Interior. Día.
Hoy padecí a otra estudiante pintándose las uñas en clase. En el futuro será jefe de comunicaciones de alguna gran empresa y tendrá a su cargo a muchas personas más inteligentes que ella. Salvo por un leve comentario para que quedara constancia pública de lo que hacía, no le increpé nada. Ya nunca lo hago. Recuerdo mi indignación cuando, hace muchos años, por primera vez una de ellas se las pintaba mientras veíamos El ciudadano Kane. Ahora entiendo que el problema no es mío sino de ellos, de los estudiantes que llegan a un curso de cine diciendo de antemano que no les gustan las películas en blanco y negro. El cine mudo, por supuesto, lo detestan. Ya no me indignan, me dan un poco de lástima. Les doy acaso una mirada, sintiendo pena por ellos y sus futuros subalternos, y me concentro en los otros estudiantes, en los que les interesa el cine y que serán mejores profesionales y personas viendo películas con y sin color. 

El ángel del acordeón, de María Camila Lizarazo

 La verdad, esta película no inspira mucho ni siquiera para hablar demasiado mal de ella. Es simplemente una cinta floja y malograda, incluso ingenua. No importa que su argumento sea obvio, que la historia de los rivales que se la pasan toda la vida compitiendo en habilidad para ganar el amor de la chica, ya se haya contado muchas veces (incluso con vallenatos y acordeones algo muy parecido se vio en la serie de televisión Escalona), el caso es que lo que se cuente tenga alma, sea verosímil y recreado con naturalidad.

En esta película no hay nada de eso. Las actuaciones son irregulares de principio a fin, tanto de los niños como de los adultos, a veces suenan convincentes y otras como recitando el parlamento. El tono general de la cinta es como de melodrama televisivo y la narración avanza a saltos sin la agilidad propia de un relato envolvente, de una historia de amor, rivalidad y vallenatos. Se puede rescatar de ella las logradas imágenes que consiguen con la complicidad del paisaje y la luz de la costa colombiana. Aunque por eso mismo resulta muy brusco el cambio a las imágenes documentales del reinado vallenato.

Para terminar, juego al abogado del diablo. ¿Qué pueden decir todas esas personas que dicen que el cine colombiano debe dejar de hacer películas sobre la violencia y la realidad del país, cuando las respuestas a ese requerimiento son fallidas películas como ésta? ¿Qué pueden decir al ver que el mejor cine que se ha hecho en el país, el cine que perdurará, es ése que se confronta con la dura realidad nacional y trata de entenderla y explicarla?

I.M

Las salas de cine de Medellín

¡Soltá al pelao!

En Medellín parece que a pocos les importa ver bien una película, sea ésta buena o mala.  No debería ser cosa de puristas y cinéfilos el deseo de ver una película en las condiciones ideales. Y es que la manera en que muchas salas de cine atropellan al espectador es, esencialmente, debido a que el público nunca reclama.

Hace muchos años la gente gritaba: ¡Foco! o ¡Cuadro!, en medio de la proyección, cuando era necesario (el jocoso, que nunca falta, se burlaba del proyeccionista vociferando: ¡Soltá al pelao!). Incluso en los festivales de cine es una práctica común que el público esté atento y exija una buena proyección. A continuación los requisitos para una buena proyección y las peores salas de la ciudad.

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Sex and the city, de Michael Patrick King

Monumento a la Banalidad y al mal cine

Uno de los momentos más emotivos de esta película es cuando la protagonista le regala a su asistente una cartera de marca. La música, los planos, los diálogos y las actuaciones,  dan cuanta de lo emocionalmente significativa que era la situación. Y así toda la película gira en torno a las posesiones materiales, más que al sexo, que poco de eso hay, o al amor, que estas cuatro mujeres escasamente saben qué es.

La célebre serie televisiva de HBO, que tuvo seis exitosas temporadas (1998 – 2004), en la pantalla grande no se ve ni célebre ni exitosa, es más bien un monumento a sí misma, a la superficialidad de sus protagonistas en particular y de las mujeres norteamericanas en general. Porque no es una cosa que tenga que ver con tener poder adquisitivo o no, pues a esa mujer que le regalaron la cartera, con su sueldo de aspirante a asistente alquilaba carteras de marca, lo cual de por sí ya es una monumental aberración.

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DIARIO DE ÍÑIGO

Junio 23 de 2008. La ciudad del cine de verano. Exterior. Día.

LA cartelera está hecha un asco, puro cine de vacaciones, el cine de verano gringo. Spielberg sigue ordeñando a Indiana Jones, Narnia es la peli fantástica diseñada para hipnotizar con crispetas y efectos especiales a los infantes y adultos infantilizados del mundo, mientras Sex and the City y el Agente 86 son la prueba de que Hollywood, cada vez más, tiene que recurrir a refritar lo que ya se ha quemado en la TV.

De todas formas, voy de mala gana al cine, aunque sea a ver al vejete de Harrison Ford hacer de duro y a la cara de caballo de Sara Jessica Parker (como le dijeron en Ed Wood) a dárselas de sexy. Yo sé que es pura basura de Hollywood. Pero me traiciona mi espíritu vagabundo y reciclador. Algo bueno puede salir de tal bazofia, suele suceder, porque de eso está lleno el cine de aquel vano imperio, de polvo de estrellas que se hace pantano o de basura que, bien mezclada, termina contribuyendo a esa mitología que tanto nos gusta y que nos pone a escribir diarios en blogs donde no nos pagan nada.

LOS FOTOGRAMAS HABLAN

Después de esta “estirada”, Ida Lowry (Katherine Helmond) quedará más joven que su hijo Sam, el atribulado y soñador protagonista de Brazil (1985), esa obra maestra de Terry Gilliam.

En la sociedad distópica y mounstruosa en que viven, en ese futuro-retro dominado por la burocracia y castigado por otras aberraciones sociales, tenía que haber una alusión al enfermizo culto al cuerpo, a la grotesca superficialidad de los que persiguen la juventud y la belleza eterna. Al final, un ataúd lleno de una colada de carne, víceras y huesos, que contiene lo que queda de otra mujer también sometida a constantes cirugías plásticas, parece ser el futuro que igualmente le espera a la vanidosa Ida Lowry.

I.M.