Sobre el TPP, la OMC, otros TLC y demás demonios.

Octubre 12 de 2015

Por: Giovanny Cardona Montoya

“Para un marinero sin rumbo señalado, todos los vientos son favorables”.

En materia de relaciones económicas internacionales, Colombia parece ser un marinero sin rumbo. Este país andino se muestra confuso, tanto en su participación en tratados comerciales como en su  modelo de desarrollo económico.

Hace un año, después de haber firmado poco más que una docena de TLC, comenzó un serio cuestionamiento al acuerdo comercial con Corea, al cual se le vieron serios riesgos de afectar la economía colombiana. Sin embargo, ahora, con la aparición del TPP, tratado comercial que reune a 12 naciones del Pacífico, incluidos los Estados Unidos y Japón, comienzan a oirse reclamos de por qué no hacemos parte de este selecto grupo.

Para que no nos dejemos llevar por las emociones y las calenturas de las noticias de moda, pretendo en este corto artículo hacer algunas críticas a la falta de sentido (de norte) de la política de comercio exterior colombiana y de su modelo de desarrollo.

Cuatro aclaraciones necesarias:

1. Colombia entró al Sistema GATT, hoy OMC, en 1985, lo que le dio derecho a ingresar al mercado de todos los países signatarios sin ningún tipo de discriminación comercial;

2. En materia de liberalización comercial, Colombia comenzó a bajar sus barreras aduaneras desde 1990. Recordemos, que antes de la apertura económica algunas posiciones arancelarias de vehículos automotores pagaban un gravamen de 300% y éste bajó a 35%.

3. La firma de acuerdos comerciales, este país la comenzó desde 1960, cuando se creó la ALALC, posteriormente ALADI. O sea, los TLC nuevos hacen parte de una cadena de acuerdos comerciales que ya se extiende por más de medio siglo.

4. Si bien la expectativa en la firma de TLC puede ser diversa, es innegable que un claro propósito de la misma es la diversificación de exportaciones y de mercados. Sin embargo, a lo largo de un cuarto de siglo, Colombia se ha vuelto más dependiente de sus exportaciones de hidrocarburos y del mercado norteamericano.

Colombia ha pasado de ser un país de agricultura, agroindustria y manufacturas de bienes de consumo de baja complejidad tecnológica, a ser un exportador de minerales.

 

Primera crítica: obnubilados o totalmente indiferentes.

Es impresionante la forma como este país se maravilló con la firma del G-3 con México, el TLC con Estados Unidos o la ilusión de la Alianza del Pacífico. Sin embargo, nada se habla de la CAN o del acuerdo comercial con el Mercosur.

Esta primera crítica va enfocada a la falta de rigor para abordar estos temas. Hipotéticamente, para nuestras empresas puede haber tanto potencial en Brasil o Argentina, como en Estados Unidos o México. Todo es cuestión de monitorear con rigor y diseñar estrategias de penetración y permanencia. Cada uno de estos mercados tiene sus ventajas.

Sin embargo, lo que es evidente es que nuestro país no está interesado en profundos procesos de integración, como la Unión Europea, por ejemplo, sino en dinámicas de liberalización comercial. La CAN declaró que soñaba con convertirse en una Unión Aduanera, lo que sigue siendo un sueño, pero, de resto, los TLC sólo buscan abrir las puertas, de manera recíproca, al comercio de bienes y servicios.

Fuente: http://www.offnews.info/verArticulo.php?contenidoID=45963http://www.offnews.info/verArticulo.php?contenidoID=45963

 

Cuando ser firmó la Alianza del Pacífico, con Perú, Chile y México, se habló del enorme tamaño del mercado regional y de que “iríamos en grupo” a posicionarnos del Pacífico. Ahora, nuestros tres aliados entraron al TPP y no nos invitaron. No hay novedad, los TLC son eso, espacios de libre comercio, no procesos de integración regional. Incluso, no debemos olvidar que el comercio liberalizado con estos tres países ya estaba firmado a través de la CAN y del G-2.

 

Segunda crítica: ¿para qué estamos firmando tantos acuerdos comerciales?

El libre comercio en sí no es ni malo ni bueno. El libre comercio es útil en tanto se tenga claro un modelo de desarrollo. Y en Colombia no hay modelo de desarrollo. En este país hay políticas para mantener el crecimiento o para controlar la inflación, ¡ah!, y hay políticas comerciales, nada más.

¿Para qué hacer una apertura económica y firmar unos TLC? para importar en mejores condiciones materias primas y bienes intermedios, para modernizar el aparato productivo, para diversificar exportaciones. Pero, Colombia pasó de vender manufacturas de nivel medio y bajo de complejidad tecnológica, incluida la agroindustria, a exportar petróleo, carbón y oro. Y para eso no hay que firmar TLC.

Hace unos días se encendió un debate en el país por la enorme sanción que la SIC le impuso a los azucareros, por implementar políticas que van en detrimento del libre comercio. No sé si el superintendente tiene argumentos jurídicos para esta sanción, pero me pregunto ¿vamos a dejar a nuestra agricultura y agroindustria, que compitan en igualdad de condiciones con países industrializados que exportan alimentos subsidiados? Y si eso es lo que vamos a hacer ¿cuál es la contraprestación que esperamos obtener? ¿exportarles hidrocarburos y oro?

El problema no son los TLC, el problema es que este país hace un cuarto de siglo compró el modelo de apertura neoliberal, pero no ha hecho la tarea para definir y desarrollar las industrias estratégicas que podrian beneficiarse de estos mercados globales tan competidos. Estamos entregando nuestra economía a la competencia externa, estamos acabando nuestros recursos no renovables, y no nos estamos preparando para aprovechar las oportunidades de los TLC.

Algunos expertos dicen que debemos ser fuertes en agroindustria, otros defienden la industria automotriz; hay quienes sugieren que ingresemos en la industria digital y del software. Yo sumaría a esta lista, la industria textil-confección y la de electrodomésticos. La lista podría ser más larga, pero ¿para qué? No estamos haciendo nada por ninguno de estos sectores.

Colombia no tiene modelo de desarrollo, tiene políticas coyunturales y petróleo para vender, eso es todo…Y este último se agota, es no renovable.

Así como no se puede entrar a la OCDE sólo para figurar, tampoco podemos entrar a TPP sólo porque es el TLC de moda. En otras palabras, Colombia es un marinero sin rumbo, que deja que los vientos lo lleven a cualquier parte, así sea por una catarata.

 

 

 

 

 

 

 

El Multilateralismo y el Regionalismo: conferencia en Argentina

El Centro de Estudios Superiores de Entre Ríos (CESER), Argentina, en la ciudad de Paraná, me ha invitado a su Cátedra Abierta Raúl Cane, para que exponga las ideas surgidas de la investigación que realizo sobre el Sistema Multilateral de Comercio y su relación con el auge de Acuerdos Regionales de Comercio, fenómeno conocido como Regionalismo Abierto.  

La base de la exposición se centrará en los principios históricos y teóricos que dieron origen al GATT y que, posteriormente sirvieron de base para la creación de la OMC:  Comercio Sin Discriminación (fundamentado en la  Cláusula de la Nación Más Favorecida -NMF- y en Trato Nacional -TN-); y Base Estable para el Comercio, apalancada en la Consolidación Arancelaria. Estos principios, se asume, buscan un comercio global transparente y con reglas claras y equitativas.

Sin embargo, por décadas han surgido los Acuerdos Regionales de Comercio -ARC-, los cuales aparecen como excepciones válidas al principio de Comercio Sin Discriminación. Dichas excepciones se han ido masificando, han dejado de ser una dinámica de vecinos como la Unión Europea, el Mercosur o la CAN para pasar a ser un spaguetti bowl que conecta economías de diferentes latitudes del mundo: TLC de Estados y de la Unión Europea con países de todos los continentes. En otras palabras, surge la primera duda: ¿esta integración ha dejado de ser regionalismo?

Por último, las evidencias empíricas permiten, adicionalmente, hacerse dos preguntas trascendentales:

1. ¿Está el Regionalismo Abierto reemplazando a la OMC como ente rector del Comercio Mundial? y;

2. ¿El spaguetti bowl de acuerdos interregionales afecta a los bloques subregionales como la CAN o el Mercosur, los cuales no logran profundizar su integración?  

 

La idolatría a los TLC: paganismo de la integración económica.

TLC con Estados Unidos, TLC con Corea del Sur, TLC con la Unión Europea…TLC con ¡la cochinchina!. Desde hace varios años, el país parece haberse sumido en el dulce sueños de los acuerdos comerciales. Este sueño tiene dos niveles. En el Nivel 1 creemos que Colombia saldrá del subdesarrollo y la pobreza si firma muchos tratados de integración regional. El Nivel 2 simplifica el concepto de integración y lo reduce a la dimensión más elemental que existe: TLCs.

Sueño del Nivel 1

La experiencia internacional ha demostrado que el gran éxito de las economías industrializadas y de varios de los países emergentes no se reduce a la firma de acuerdos comerciales. Vamos al grano:

Chile: además de firmar Tratados Comerciales, Chile ha tomado decisiones fundamentales que transforman su aparato productivo. La inversión bruta de capital fijo del país austral supera, en promedio, a la del resto de naciones de América Latina. En otras palabras, Chile invierte más que sus vecinos en infraestructura física y humana para elevar y diversificar su capacidad productiva. O sea, Chile, para venderle más a otros países, amplia, moderniza y diversifica su capacidad de producción. Colombia, como decíamos en el artículo de la semana pasada, sigue siendo un exportador de commodities.

Tigres asiáticos: Durante sus reformas, los países del sureste asiático, 20 años atrás, no permitieron que el Estado renunciara a su rol director. Si bien, se realizaron privatizaciones y se desreguló el mercado, los gobiernos de estos países dieron claras directrices fiscales, monetarias y administrativas para estimular las inversiones en educación, ciencia y tecnología e infraestructura.

China: la expansión económica del país más populoso del mundo no se explica por la firma de acuerdos comerciales. La China comunista, guiada por el Estado, ha atraído inversiones extranjeras para desarrollar nuevos sectores productivos, ha promovido la creación de empresas nacionales en sectores estratégicos y ha mantenido un fuerte control sobre las variables macroeconómicas críticas.

Los tres grandes centros de la economía mundial: el comercio entre Europa Occidental, Estados Unidos y el Este Asiático es el más grande del mundo. Sin embargo, la razón por la que Japón le vende a Estados Unidos o la potencia norteamericana a Europa, no es la existencia de acuerdos comerciales entre ellos. El intercambio se da porque producen y consumen bienes de alto valor agregado. El comercio mundial más creciente (excepto por la actual bonanza de combustibles y alimentos) es el de mercancías tecnológicamente complejas y servicios.

Sueño del Nivel 2

Los TLC son la forma más precaria de integrarse. Este modelo de integración es un esquema simple que sólo busca la reducción de barreras para el intercambio recíproco. Pero no tiene pretensiones de desarrollo económico: no se acuerdas políticas comunes de infraestructura o de sectores específicos, ni se unifican reglas de juego en materia de políticas macroeconómicas. En otras palabras, sino se coordinan, por ejemplo, las políticas cambiarias, se corre el riesgo que al abrir el mercado recíproco, uno de los dos actores salga ganando por una devaluación competitiva de su moneda. De igual manera, sectores frágiles pero potencialmente competitivos, no serán atendidos con estrategias que eviten que salgan como perdedores en el mediano o largo plazo. Existen otros modelos más ambiciosos:

Las Uniones Aduaneras: esquemas de integración que crean bloques. Crear un territorio aduanero regional reduce los costos transaccionales y evita que se tengan que establecer criterios de origen en el mercado regional. Esto facilita el comercio y el trabajo de las aduanas. Se reducen los riesgos de una competencia desleal entre socios. Igualmente, se afecta en menor medida a socios que no hacen parte del bloque.

Los Mercados Comunes: permitir que los inversionistas y los trabajadores amplíen su área de desempeño local a toda una región, es una gran oportunidad para la capacidad productiva de cada uno de los países socios. Firmar un acuerdo comercial no tiene que ser una herida de muerte para un sector débil. Empresarios visionarios pueden repensar su estrategia y en lugar de exportar productos, pueden trasladar su capacidad productiva hacia países menos competitivos, pero que poseen capacidades instaladas, a la vez que se reducen los costos logísticos para abastecer el mercado ampliado.

Las Uniones Económicas. Es más fácil viajar desde Colombia hacia Europa o Norteamérica que visitar a nuestros vecinos suramericanos. América Latina necesita una infraestructura que nos una. De igual modo, temas como el potencial de recursos naturales: agua, oxígeno, biodiversidad –negocios que marcarán el futuro-, deberían ser objeto de acuerdos regionales.

Las Uniones Económicas son procesos de integración que, al unificar las políticas macroeconómicas y sectoriales, reducen los riesgos de competencia desleal, a la vez que aumentan el potencial de desarrollo regional.

Está de moda hablar mal de la Unión Europea. Está en crisis, es un hecho. Pero la integración europea es un proceso histórico que, con sus vaivenes, ha sacado a millones de personas de la pobreza. El ingreso per cápita y los niveles de bienestar de griegos, españoles, irlandeses y portugueses de antes de su anexión al bloque era muy inferior al actual. Hoy están viviendo problemas serios, no lo podemos negar, pero ese es el reto de una región que se ha consolidado como tal y que deberá resolver sus dificultades en bloque. La integración requiere de compromisos.

Colombia debe mirar a la Unasur, a la CAN y su potencial conexión con el Mercosur…pero no sólo para expandir, sino, especialmente, para profundizar la integración.

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