Brexit o la crisis del paradigma de la integración europea.

Giovanny Cardona Montoya, febrero 01 de 2020.

 

Terminó enero y el plazo se cumplió: Brexit ya es una realidad.

Si la salida de la Gran Bretaña desencadenara un pequeño efecto dominó – Polonia, Hungría y algún otro-, se configuraría una gran crisis del modelo desarrollo basado en la integración regional: crecemos todos para desarrollar la región. Hoy los TLC masificados e interregionales no hacen parte de este paradigma, más bien son prototipos de libre comercio que buscan compensar las incapacidades de la OMC como escenario de negociaciones. El Spaguetti Bowl del que habla Baghwati es una ola de acuerdos de liberalización comercial que nada tiene que ver con el modelo de la integración para el desarrollo. Los euroescépticos están de fiesta.

Brexit es un hito en la historia de los procesos de integración regional,  los cuales se han desarrollado a lo largo de siete décadas. Cuando me refiero a procesos de integración regional estoy hablando de experiencias que se pueden entender desde alguna de las siguientes perspectivas:

- Acuerdos Comerciales que se inspiran en la unión de las naciones de Europa Occidental, lo que hoy conocemos como la Unión Europea;

- Procesos de integración reconocidos por el Acuerdo General de la OMC, ya sea, en calidad de zonas de libre comercio o de uniones aduaneras (aunque su profundidad pueda ser mayor, alcanzando el nivel de mercados comunes o de uniones económicas). El artículo XXIV y la Claúsula de Habilitación, reconocen a estos acuerdos como excepciones al principio de Comercio Sin Discriminación de la OMC;

- Procesos regionales de unificación de mercados y políticas económicas con el fin de estimular el desarrollo económico ampliado (crecen las economías nacionales en la medida que se fortalece la región como un todo). Estos procesos nacieron con una base ideológica proteccionista basada en el paradigma del Estructuralismo y el Neoestructuralismo (Cepal 1960-1980)

El primer hito de esta historia es el inicio de la integración europea de la segunda post-guerra mundial (1951): la CECA -Comunidad Económica del Carbón y el Acero-, Euratom y luego el Mercado Común Europeo. Con estrategias diferentes, pero propósitos semejantes, la Unión Soviética y sus aliados crearon el CAME -Consejo de Ayuda Mutua Económica-. Sin embargo, con el muro de Berlín, en 1989, también se vino abajo el proyecto de integración económica de Europa del Este.

El bloque europeo nace con un propósito siamés: evitar que se cimente una nueva guerra (asegurar que Alemania no se vuelva a levantar en armas contra sus vecinos) a la vez que se construye un desarrollo económico regional, entre otras, protegiéndose de la expansión del comunismo pro-soviético.

ingreso a la zona euro

El segundo hito es la réplica del modelo europeo en otras latitudes: ASEAN (Sudeste Asiático), MCCA, ALALC-ALADI (América Latina) y otros casos en el continente africano.

bloques en el mundo

El Tercer hito es NAFTA (TLCAN) que se convierte en 1994 en el primer germen de un bloque comercial que integra naciones industrializadas con un referente del tercer mundo (México). Este hito es, a la vez, el inicio del denominado Regionalismo Abierto que transforma el carácter proteccionista de la integración en un eslabón nuevo del Neoliberalismo Globalizador. Con el NAFTA vino una ola de acuerdos comerciales interregionales (TLC) con bajos niveles de profundidad en materia de integración pero que se convirtieron en vehículo para expandir el libre comercio comercial -una especide de “operación avispa” del librecambio mundial ante la ineficiencia de la OMC como escenario de negociaciones comerciales-.

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

Aunque la OMC reconoce todos estos TLC como excepciones al principio de Comercio Sin Discriminación, es claro que su espíritu no es exactamente de integración económica, sino de liberalización comercial. Sin embargo, el TLCAN se ha convertido en un verdadero bloque en tanto el comercio intrarregional es el más significativo para Canadá y México, a la vez que tiene un creciente peso en la balanza comercial de Estados Unidos.

comercio mundial 2016

El NAFTA -TLCAN- y el comercio intraasiático aparecen como flujos intrarregionales de mercancías de gran significado para el mundo. El comercio al interior de la UE es equivalente a 25% del comercio mundial. Este último es el mayor flujo comercial del planeta.

 

El cuarto hito es el Brexit. La salida de la Gran Bretaña abre un boquete al bloque europeo.Con una población superior a los 65 millones de habitantes, Gran Bretaña aparece en el top 10 del PIB mundial y en el puesto 22 del PIB per cápita. O sea, en términos absolutos es -hasta hoy- un jugador muy grande dentro de la Unión Europea.

La isla tiene el 3o PIB del bloque, el cual equivalía a casi 10% del de toda la Unión Europea (aproximadamente 2.5 billones de euros en 2018, contra un PIB regional de 25 billones de euros).  La Unión Europea es fuente del 34% de las exportaciones del mundo, 65% de las cuales tienen como destino un país del bloque. En este contexto, 47% de las exportaciones de la Gran Bretaña van dirigidas a Europa (2016).

Según la OMC, entre 2016 y 2017, Gran Bretaña fue el 5o exportador del bloque (cerca de 5oo mil millones de dólares), muy cerca de Francia (3o) e Italia (4o). Alemania y Holanda son, de lejos, las potencias exportadoras del bloque. Sin embargo, es menester destacar que Gran Bretaña aparece en el top 10 del planeta. Ahora, otro dato que le da relevancia a la Gran Bretaña en el contexto de la economía europea y del mundo es el hecho que aparece como el 2o exportador mundial de servicios -por delante de Alemania- y el 6o importador en el ramo.

¿Qué es lo que está en juego?

La Unión Europea no sólo es un acuerdo comercial (libre comercio de mercancías y de servicios); tambien es una Unión Aduanera (un territorio regional aduanero administrativamente integrado) y un mercado común (con un régimen integrado para el movimiento de personas y capitales). Por último, los integrantes del bloque europeo comparten algunas políticas comunitarias, por ejemplo la PAC (política agropecuaria comunitaria). Todo esto está en juego.

A partir del 31 de enero de 2020 comienza un período de transición que va hasta diciembre, en este plazo se negociarán nuevos acuerdos para que Brexit “no sea tan doloroso” para empresas y ciudadanos. Aranceles nuevos, trámites que eran inexistentes y ahora son necesarios, derechos civiles que desaparecen (al convertirse las empresas y las personas en extranjeros), nuevos sobrecostos, restricciones y prohibiciones; son las nuevas realidades que pueden llegar a caracterizar las relaciones socio-económicas entre la Gran Bretaña y la Unión Europea. Se cuenta con apenas 11 meses para elaborar un nuevo régimen que evite que el “nuevo muro” que se construye en Europa sea más restrictivo que lo que fue el de Berlín.

¿Qué esperar en el corto y mediano plazo?

– Un año lleno de incertidumbre sobre lo que serán las nuevas relaciones económicas a partir de 2021, cuando termine la transición y se firme un nuevo acuerdo entre la UE y la GB.

– Incertidumbre para ciudadanos europeos y británicos que habitan a lado y lado del canal de la Mancha. Su condición migratoria puede cambiar dramáticamente.

– Emigración de empresas extranjeras que se beneficiaban del régimen comunitario y que se hallan instaladas en Gran Bretaña.

– Gestión diplomática acelerada y profunda para que los británicos firmen TLC con naciones de otras latitudes con las que han tenido regímenes comerciales preferenciales pero a través de la UE. Ahora cada país del resto del planeta tendrá que firmar con Londres un acuerdo independiente para restaurar los beneficios que se tenían a través de la Unión Europea.

– Desaceleración del Comercio y de las Inversiones entre el continente europeo y la Gran Bretaña.

– Desaceleración en el crecimiento del PIB del continente y de la isla.

– Posible devaluación de la moneda británica y del Euro con respecto al dólar americano.

En lugar de conclusiones:

Lo que suceda en esta nueva etapa de relaciones entre la Gran Bretaña y la Unión Europea  será referente para los euroescépticos que pululan por todo el bloque (especialmente en Italia, en Hungría y en Polonia). Pero, de otro lado, el Reino Unido verá abiertas nuevamente las venas de su posible desintegración: Irlanda del Norte sufrirá nuevamente las fronteras que los distancian de sus hermanos del Sur, a la vez que los escoceces, quienes votaron No al Brexit, revivirán el debate de su independencia.

De igual manera, servirá de base para nuevas reflexiones (académicas, políticas y empresariales) sobre lo que significa el paradigma de la integración europea en comparación con el Regionalismo Abierto.

La integración regional ya estaba en crisis en América Latina (ni la CAN, ni Mercosur, ni los países centroamericanos han logrado consolidar una Unión Aduanera plena), pero ahora la crisis se vive en continente que les ha servido de inspiración por más de medio siglo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Brexit o por qué la integración regional no es tan simple

Giovanny Cardona Montoya

Marzo 31 de 2019.

 

Desde que la economía de mercado se consolidó en el planeta en el marco de la revolución industrial y de las expansiones empresariales de los europeos hacia los continentes del Sur -África y Asia- a mediados y finales del siglo XIX, el mundo se ha divido -mal que bien- en países industrializados y naciones subdesarrolladas. El desarrollo económico norteamericano y el rezago de las naciones latinoamericanas desde su independencia a comienzos del siglo XIX, completan el mapa al que nos referimos.

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Neoliberalismo vs. Socialismo del Siglo XXI: la muerte de la integración económica latinoamericana.

Agosto 8 de 2017

 

Lo que significaba la Integración Regional Económica.

La historia de los procesos de integración regional se empezó a escribir en la década de 1950 cuando los europeos comenzaron a construir su “casa común” después de las grandes guerras del siglo XX. Ya desde 1960, Latinoamérica emulaba al viejo continente con la firma de ALALC. Sin embargo, la apertura de las economías latinoamericanas después de la crisis de la deuda externa en el decenio de 1980, trajo consigo una revisión de los modelos de desarrollo lo que se tradujo en una propuesta de Regionalismo Abierto que CEPAL trató de explicar como un proceso de integración que no se centraría en los beneficios fiscales (altos aranceles a terceros)  -tal y como fue el regionalismo de las décadas anteriores-.

La integración latinoamericana (1960-1990) se puede explicar de la siguiente manera:

– estimulaba la industria regional, manteniendo altas barreras a las importaciones de terceros países;

– se inspiraba en un pensamiento latinoamericanista, estructuralista y, hasta cierto punto, antiimperialista;

– se beneficiaba, desde la teoría ortodoxa de Viner, de los efectos de creación y desviación del comercio. (Cardona, 2017, p.agina 81).

Sin entrar en detalles del cambio, el hecho es que el Regionalismo Abierto que se erigió con el neoliberalismo y las aperturas económicas de la última década del siglo XX, se había entendido como un proceso en el que:

– se bajarían las barreras a terceros países y

– se atraería inversión extranjera para aprovechar su know how y desarrollos tecnológicos.

 

Lo que está pasando en realidad.

Tal y como lo explico en el libro que publiqué hace poco y que ya puede ser descargado totalmente gratis (La Organización Mundial de Comercio y los TLC: ¿reinventando el Sistema Mundial de Comercio), la realidad del supuesto Regionalismo Abierto dista mucho de los ideales de integración que se propuso América Latina en la segunda mitad del siglo pasado.

libro OMC y TLC

1. No hay un propósito latinoamericanista.

En las décadas pasadas, de alguna manera, élites locales, sindicatos, partidos gobernantes y académicos promovian un modelo de desarrollo industrializador que se fundamentaba en el proteccionismo y la unidad latinoamericana como estrategia. A pesar de esporádicos desacuerdos, los países de la región ejecutaron políticas de sustitución de importaciones en mercados ampliados y de promoción de exportaciones, lo que se tradujo en un fortalecimiento de la agroindustria y de otros sectores de la industria manufacturera. Con ALALC-ALADI, MCCA y el Pacto Andino, principalmente, la región, aunque de modo desequilibrado, se modernizó y redujó su carácter de economías rurales monoexportadoras.

Hoy no sucede nada de eso. Los países se han dividido: gobiernos neoliberales y otros más enfocados en nacionalismos o en ideologías de izquierda (autodenominadas del Socialismo del Siglo XXI), se confrontan abiertamente en lo político y en lo económico. La partida parecen estarla ganando los neoliberales y la consecuencia está siendo la desintegración regional.

 

2. No hay una modernización del aparato productivo.

Con pocas excepciones, la economía latinoamericana ha retrocedido en términos de modernización, diversificación y sofisticación de sus aparatos productivos. Naciones que eran autosuficientes en materia de alimentos y diversas materias primas con desarrollo en algunos sectores de industria liviana  (Colombia, por ejemplo) se han ido transformando en proveedores de commodities de la minería, abandonando su incipiente sector manufacturero, deteriorando el medio ambiente y abandonando su seguridad alimentaria. Con la apertura económica los países de la región, con un par de excepciones (Brasil y México), se han convertido en importadores de todo tipo de manufacturas, se han desindustrializado y han abandonado el campo. Los consumidores de estos países acceden a productos de alta tecnología y están conectados con el mundo; sin embargo, la sostenibilidad de este estilo de vida es dudosa puesto que la minería es proveedora de bienes no renovables, a la vez que el deterioro ambiental producto de la misma, en muchos de los casos, es irreversible.

¿Por qué está pasando esto?

3. Hay más TLC pero menos integración.

La integración regional económica, en su acepción más simple, se entiende como un proceso gradual de unificación y homogeneización de los mercados, a través del incremento de la interdependencia comercial, tecnológica, financiera e, inclusive, cultural. Un ejemplo de esta interpretación es la Unión Europea, bloque que ha roto las fronteras nacionales para los movimientos de mercancías, de capitales, de servicios e, incluso, de mano de obra.

América Latina anda en otra dirección. Los acuerdos regionales se derrumban, se estancan o se desdeñan. ¿Quién se acuerda de la Comunidad Andina de Naciones y su proyecto de crear una Unión Aduanera? El Mercosur es un ping pong entre neoliberales y proteccionistas (desde moderados hasta los del socialismo del siglo XXI), el G3 se convirtió en G2 y de la ALADI ya nadie habla. Sólo hablamos de los TLC.

El tema no son los debates ideológicos de los gobiernos de las dos últimas décadas. La pregunta que nos hacemos es si América Latina piensa en la integración como una estrategia para el desarrollo. Todo indica que no. Lo que tenemos es una proliferación de TLC que no llevan en su interior el ADN de la integración sino que son vehículos para que las Cadenas Globales de Valor accedan a materias primas y coloquen sus productos terminados, sin mayores barreras, en nuestros mercados. Con excepción de México, Brasil y Chile, la región está ausente del potencial de desarrollo que ofrecen dichas cadenas Adicionalmente, tampoco estamos desarrollando estrategias alternativas, por ejemplo, clusters regionales o parques industriales para estimular nuestra industrialización, diversificación y sofisticación de la oferta exportadora.

El auge de TLC interregionales, tal y como pretendo demostrarlo en el libro, sirve para dinamizar el propósito de la OMC de un comercio más libre a nivel global, pero va en detrimento de los proyectos de desarrollo regional integrado, estrategia que en la actualidad les sería tan valiosa a naciones aún subdesarrolladas que dicen ser “mercados emergentes” pero que no lo son. Hay una gran brecha entre China, India o Corea, líderes de las economías emergentes, y lo que pasa en Colombia, Ecuador, Bolivia, Argentina, Perú o Venezuela.

Estas últimas no emergen…se sumergen.

 

 

 

Internacionalización de la economía: más pragmatismo, menos dogmatismo.

Cuando los estrategas de una organización planean su futuro, fijan el rumbo guiados por una Visión, la cual indica el Norte de su desarrollo. La Visión es el faro que inspira las decisiones estratégicas de los directivos de una empresa. ¿Cuál es la Visión que lleva a Colombia hacia el futuro?

Internacionalización de la economía colombiana: medidas y resultados.

Hace casi un cuarto de siglo, Colombia renunció al modelo proteccionista y abrazó el proyecto neoliberal de apertura y modernización de la economía. Más allá de las presiones de organismos financieros internacionales, promotores del Consenso de Washington, hay que reconocer que el relativo éxito de los llamados tigres asiáticos inspiró a muchas naciones latinoamericanas para liberalizar sus economías.

En esta tabla se evidencia que desde finales de la década de 1980, los países latinoamericanos han venido reduciendo sus barreras aduaneras al comercio, ya sea vía unilateral -curva roja- o a través de convenios preferenciales bilaterales -líneas amarillas-. En promedio, los aranceles han bajado de 42% a poco más del 12%.

 

En el marco de esta estrategia, el país ha liberalizado su comercio y ha firmado una docena de acuerdos comerciales, algunos con vecinos de la región -CAN, G-2, Chile, Mercosur- y otros con mercados de otras latitudes: TLC con Estados Unidos, Unión Europea o el reciente con Corea. En esto  nos parecemos a muchas naciones de la región y del planeta que han desarrollado un regionalismo abierto, fundamentalmente apoyado en la firma de TLC.

La presente tabla muestra que las exportaciones de muchos países latinoamericanos se realizan gozando de preferencias arancelarias fruto de acuerdos comerciales regionales (barra roja) o extrarregionales (barra azul).

 

Como resultado de esta estrategia, las exportaciones colombianas también han sido beneficiadas con preferencias aduaneras, primero con países latinoamericanos en el marco de los acuerdos subregionales reconocidos por la ALADI, y a través de preferencias unilaterales de Europa y Norteamérica (SGP y ATPDEA). En el futuro cercano estas preferencias estarán enmarcadas en los TLC recientemente firmados.

Sin embargo, tras 23 años de apertura económica un hecho relevante se presenta: la oferta exportadora colombiana no cambia, seguimos siendo exportadores de commodities, sin valor agregado. El proceso de apertura económica no se ha traducido en una modernización evidente del sector industrial, lo que se notaría en una diversificación y sofisticación de la oferta exportadora colombiana.

A pesar de las preferencias arancelarias, Colombia sigue siendo un exportador de combustibles (carbón, petróleo, ferroníquel), de bienes agrícolas tropicales (café, bananos) y de unas pocas manufacturas de baja complejidad tecnológica (confecciones). De hecho, el peso significativo de las manufacturas en las exportaciones sólo es evidente en el marco del mercado andino. ¿Por qué no se ha dado la transformación económica?

 

¿Dónde se embolató la receta?

Cuando miramos casos exitosos como los de Corea o de sus vecinos asiáticos, encontramos que los resultados han sido más que evidentes: diversificación de su oferta exportadora, agregación de valor a sus bienes y servicios, crecimiento significativo de sus exportaciones y del PIB per capita, caída en los niveles de pobreza, entre otros. Chile, nuestro vecino, con resultados menos asombrosos pero que van en la misma dirección, ha reducido su dependencia de las exportaciones de cobre, y ha ganado mercados importantes en Asia y Latinoamérica, además de incrementar sus ventas a Europa y Norteamérica.

Tanto en el caso asiático como en el chileno, el Estado no ha renunciado a su rol director de la economía, implementa políticas fiscales enfocadas al estímulo a la inversión, la innovación, el desarrollo tecnológico y la investigación. Además, son crecientes los recursos que utiliza para fortalecer las capacidades productivas: educación, infraestructura, capacidades científicas y tecnológicas, etc. O sea, las razones de su éxito no se reducen a la firma de acuerdos comerciales.

La formación bruta de capital fijo es la creación de capacidades para aumentar y diversificar la producción: nuevas industrias, infraestructura, tecnología, etc. Chile es un país que desde hace más de 20 años viene dedicando más de 1/4 de su PIB a formación bruta de capital fijo.

 

En Colombia no surgen nuevas industrias, los recursos para Colciencias son limitados, además de los problemas de gestión que aún vive, en Colombia no se patenta, la cobertura educativa sigue siendo baja, se tienen grandes problemas de vías terrestres y de puertos, además de una ausencia de opciones ferroviarias y fluviales. Pasados más de 20 años desde el cambio de modelo, Colombia no tiene nuevas industrias, el país sigue dependiendo de hidrocarburos, de café, de flores, de bananos y de una industria liviana tecnológicamente poco desarrollada.

En la cadena global de valor, donde la producción de bienes conecta a fábricas de países de todo el mundo, distribuyendo tareas de diversa complejidad, Colombia participa sólo en las puntas: de un lado, abastecemos de combustible a las fábricas asiáticas, europeas y norteamericanas y, del otro, ensamblamos productos de baja tecnología, vendiéndoles nuestra mano de obra barata.

En ejemplos más complejos que el que veremos a continuación, hay grandes oportunidades para empresas que incursionen en procesos tecnológicos apoyados en estrategias de innovación y de investigación. En estos eslabones de la cadena es que debemos incursionar si queremos, realmente, superar los niveles de pobreza y ausencia de oportunidades para gran parte de la población:

El comercio mundial de tareas representa casi el 50% del intercambio de mercancías y servicios entre el Este Asiático y las empresas de Europa y Norteamérica. Si un producto tan simple como éste requiere la participación de fábricas de 6 países, entonces, mayores oportunidades existen en la cadena global de valor de aeronaves, TIC, agroindustria, biotecnología, entre otros.

 

La firma de TLC y la apertura unilateral de comercio son parte de una estrategia que no nos llevará muy lejos si no la complementamos con acciones contundentes para fortalecer nuestra capacidad productiva: infraestructura, educación, desarrollo, investigaciones, innovación y emprendimiento, principalmente.

La idolatría a los TLC: paganismo de la integración económica.

TLC con Estados Unidos, TLC con Corea del Sur, TLC con la Unión Europea…TLC con ¡la cochinchina!. Desde hace varios años, el país parece haberse sumido en el dulce sueños de los acuerdos comerciales. Este sueño tiene dos niveles. En el Nivel 1 creemos que Colombia saldrá del subdesarrollo y la pobreza si firma muchos tratados de integración regional. El Nivel 2 simplifica el concepto de integración y lo reduce a la dimensión más elemental que existe: TLCs.

Sueño del Nivel 1

La experiencia internacional ha demostrado que el gran éxito de las economías industrializadas y de varios de los países emergentes no se reduce a la firma de acuerdos comerciales. Vamos al grano:

Chile: además de firmar Tratados Comerciales, Chile ha tomado decisiones fundamentales que transforman su aparato productivo. La inversión bruta de capital fijo del país austral supera, en promedio, a la del resto de naciones de América Latina. En otras palabras, Chile invierte más que sus vecinos en infraestructura física y humana para elevar y diversificar su capacidad productiva. O sea, Chile, para venderle más a otros países, amplia, moderniza y diversifica su capacidad de producción. Colombia, como decíamos en el artículo de la semana pasada, sigue siendo un exportador de commodities.

Tigres asiáticos: Durante sus reformas, los países del sureste asiático, 20 años atrás, no permitieron que el Estado renunciara a su rol director. Si bien, se realizaron privatizaciones y se desreguló el mercado, los gobiernos de estos países dieron claras directrices fiscales, monetarias y administrativas para estimular las inversiones en educación, ciencia y tecnología e infraestructura.

China: la expansión económica del país más populoso del mundo no se explica por la firma de acuerdos comerciales. La China comunista, guiada por el Estado, ha atraído inversiones extranjeras para desarrollar nuevos sectores productivos, ha promovido la creación de empresas nacionales en sectores estratégicos y ha mantenido un fuerte control sobre las variables macroeconómicas críticas.

Los tres grandes centros de la economía mundial: el comercio entre Europa Occidental, Estados Unidos y el Este Asiático es el más grande del mundo. Sin embargo, la razón por la que Japón le vende a Estados Unidos o la potencia norteamericana a Europa, no es la existencia de acuerdos comerciales entre ellos. El intercambio se da porque producen y consumen bienes de alto valor agregado. El comercio mundial más creciente (excepto por la actual bonanza de combustibles y alimentos) es el de mercancías tecnológicamente complejas y servicios.

Sueño del Nivel 2

Los TLC son la forma más precaria de integrarse. Este modelo de integración es un esquema simple que sólo busca la reducción de barreras para el intercambio recíproco. Pero no tiene pretensiones de desarrollo económico: no se acuerdas políticas comunes de infraestructura o de sectores específicos, ni se unifican reglas de juego en materia de políticas macroeconómicas. En otras palabras, sino se coordinan, por ejemplo, las políticas cambiarias, se corre el riesgo que al abrir el mercado recíproco, uno de los dos actores salga ganando por una devaluación competitiva de su moneda. De igual manera, sectores frágiles pero potencialmente competitivos, no serán atendidos con estrategias que eviten que salgan como perdedores en el mediano o largo plazo. Existen otros modelos más ambiciosos:

Las Uniones Aduaneras: esquemas de integración que crean bloques. Crear un territorio aduanero regional reduce los costos transaccionales y evita que se tengan que establecer criterios de origen en el mercado regional. Esto facilita el comercio y el trabajo de las aduanas. Se reducen los riesgos de una competencia desleal entre socios. Igualmente, se afecta en menor medida a socios que no hacen parte del bloque.

Los Mercados Comunes: permitir que los inversionistas y los trabajadores amplíen su área de desempeño local a toda una región, es una gran oportunidad para la capacidad productiva de cada uno de los países socios. Firmar un acuerdo comercial no tiene que ser una herida de muerte para un sector débil. Empresarios visionarios pueden repensar su estrategia y en lugar de exportar productos, pueden trasladar su capacidad productiva hacia países menos competitivos, pero que poseen capacidades instaladas, a la vez que se reducen los costos logísticos para abastecer el mercado ampliado.

Las Uniones Económicas. Es más fácil viajar desde Colombia hacia Europa o Norteamérica que visitar a nuestros vecinos suramericanos. América Latina necesita una infraestructura que nos una. De igual modo, temas como el potencial de recursos naturales: agua, oxígeno, biodiversidad –negocios que marcarán el futuro-, deberían ser objeto de acuerdos regionales.

Las Uniones Económicas son procesos de integración que, al unificar las políticas macroeconómicas y sectoriales, reducen los riesgos de competencia desleal, a la vez que aumentan el potencial de desarrollo regional.

Está de moda hablar mal de la Unión Europea. Está en crisis, es un hecho. Pero la integración europea es un proceso histórico que, con sus vaivenes, ha sacado a millones de personas de la pobreza. El ingreso per cápita y los niveles de bienestar de griegos, españoles, irlandeses y portugueses de antes de su anexión al bloque era muy inferior al actual. Hoy están viviendo problemas serios, no lo podemos negar, pero ese es el reto de una región que se ha consolidado como tal y que deberá resolver sus dificultades en bloque. La integración requiere de compromisos.

Colombia debe mirar a la Unasur, a la CAN y su potencial conexión con el Mercosur…pero no sólo para expandir, sino, especialmente, para profundizar la integración.