Colombia crece, pero no es como para “elevar cohetes.”

Giovanny Cardona Montoya, agosto 17 de 2019.

 

El DANE ha reportado el crecimiento del PIB para el primer semestre de 2019. Luego de revisar al alza el dato del primer trimestre, la conclusión es que la economía colombiana viene creciendo a una tasa del 3.05%, lo que es muy positivo en un mundo que va camino de la recesión.

Según los informes del DANE, los sectores que más crecen son, el financiero (5%), comercio (4,4%) y comunicaciones (4%). La construcción, otrora motor de la economía, ahora se ha deprimido (-2,4%). Igualmente es relevante destacar que el sector manufacturero perdió 0.1 en la participación del PIB (ahora es 12.0%).

La sostenibilidad de este crecimiento en el futuro cercano dependerá del consumo doméstico y de las obras civiles, principalmente. El hecho de que la economía colombiana se vea en el corto plazo en una perspectiva de recuperación es algo alentador, ya que, el escenario mundial va en otra dirección.

Adicionalmente, lo más llamativo es el hecho que la formación bruta de capital (inversión productiva) fue uno de los datos que mejor salió librado en la revisión del PIB del primer trimestre. En el primer informe se reportó con un crecimiento de 2,8% y ahora con la revisión se elevó a 4.2%.

El dato alentador se ha vuelto la noticia más reproducida por los medios, respaldando el optimismo en los análisis de líderes gremiales y de algunos expertos. Sin embargo, ¿estamos realmente en una fase sostenible de crecimiento económico?

El Entorno Global: camino de la recesión.

Esta semana -el miércoles 14 de agosto- tuve la oportunidad de visitar al Comité Intergremial de Antioquia y exponerles a los líderes gremiales de la región algunos argumentos de la muy posible volatilidad del tipo de cambio en el corto y mediano plazo.

La economía mundial vive una coyuntura compleja que se nutre de dos factores críticos que la empujan hacia la recesión: el Brexit y la guerra comercial entre Estados Unidos y China. El primer argumento, el Brexit, es un fenómeno que seguramente afectará la frágil economía europea. El comercio intrarregional de la Unión Europea es responsable del 25% de las exportaciones mundiales; y todo indica que la salida de Gran Bretaña será dolorosa: el ascenso de Johnson al cargo de Primer Ministro, quien lideró la campaña por el Brexit, hace pensar que la salida se hará en términos “poco amigables”.

Adicionalmente, las guerras comerciales de Trump con China no sólo mantendrán la dinámica de crecimiento desacelerado del coloso asiático, sino que afectarán a las firmas norteamericanas que extienden sus cadenas de valor a lo largo del Este Asiático.

Interdependencia en cadenas globales de valor

Imaginemos que Apple envía componentes para su IPhone a fabricantes chinos, los cuales ensamblan su producto. Dichos manufactureros compran otros componentes a proveedores de otras naciones (Corea, Alemania, Taiwán, otros), ensamblan el dispositivo y lo exportan a Estados Unidos ¿qué pasa si Estados Unidos coloca un arancel a este producto? ¿quién sale afectado?

La creciente interdependencia que generan las Cadenas Globales de Valor -fruto de estrategias de economías de escala y de la hiperespecialización-, hace que las guerras comerciales afecten tanto al país al que va dirigido al ataque, como a las propias empresas del atacante.

En consecuencia, tanto Johnson como Trump se están “dando un tiro en el pié”.

Estos dos detonantes de recesión se acompañan de factores previos que son caldo de cultivo: la extendida desaceleración económica de China y el trimestre recesivo de Alemania, locomotora de la Unión Europea.

desaceleracion economica de china

En más de dos lustros, China viene en un proceso continuo de desaceleración económica. Para recuperar la senda expansionista de décadas anteriores, el gigante asiático tiene que realizar ajustes en su política económica, particularmente para estabilizar su mercado doméstico. Eso no sucederá en el corto plazo, éste es un ajuste doloroso, riesgoso y complejo. Será una solución de mediano y largo plazo.

 

¿Y Colombia, qué tan vulnerable es?

A pesar de que el primer semestre de 2019 pinta bien para Colombia, el país tiene una serie de factores estructurales que lo hacen vulnerable ante una posible recesión económica global:

– Más del 70% de las exportaciones colombianas son commodities, por lo tanto, la recesión global puede bajar los precios de los combustibles y de otros commodities agudizando nuestro déficit de cuenta corriente. Ello, adicionalmente puede afectar las finanzas públicas puesto que el Estado es el principal accionista de Ecopetrol;

– El déficit fiscal de Colombia tiene algunos componentes estructurales que conforman un pasivo muy costoso: el pensional y la cobertura subsidiada de salud. Mientras no crezca la formalización del empleo, estos rubros seguirán siendo onerosos. Por lo tanto, el déficit tiene un componente crónico que hace imposible mantener unas tasas de interés bajas en el mediano y largo plazo;

– El déficit de cuenta corriente tiene un componente adicional: la repatriación de utilidades por parte de las multinacionales. Mientras Colombia no atraiga IED a los sectores agrario y manufacturero; y mientras no logre ser tan atractivo para la reinversión de las ganancias, el flujo negativo de divisas por cuenta corriente se mantendrá casi constante.

Estos tres factores hacen vulnerable a la economía colombiana, lo que se traduce en fenómenos coyunturales como las altas fluctuaciones de la tasa de cambio y la caída en la calificación de riesgo país. En el mediano plazo esto se puede traducir en desaceleración e, inclusive, recesión económica.

 

 

 

 

 

¡¡¡¡A subir el dólar!!!!!

El gobierno acaba de anunciar dos medidas fundamentales para frenar la revaluación del peso. ¿De qué estamos hablando?

En septiembre de 1999, el dólar por primera vez superó la barrera de los dos mil pesos,hoy, 11 años después, la divisa alcanza mínimos históricos. Veamos la TRM en un día de septiembre de los últimos once años:

99 00 01 02 03 04
2013 2216 2328 2828 2879 2600
05 06 07 08 09 10
2290 2399 2013 2105 1951 1801

El dólar tiene un valor nominal (o sea, medido en pesos, no en poder adquisitivo o capacidad de compra) equivalente al que teníamos a comienzos de 1999, más o menos. De hecho, la divisa norteamericana ha estado en cotizaciones más altas, como lo muestra la tabla. Su crecimiento sostenido llegó a 2360 pesos y la zozobra política, asociada a la especulación, la llegó a colocar cerca de los tres mil pesos (año electoral 2002).

Si no lo  miramos nominalmente, sino en términos de poder adquisitivo, entonces, tenemos un panorama mucho más impactante: nunca un dólar había tenido tan poca capacidad de compra en Colombia. En otras palabras, hace once años, cuando un dólar tenía una tasa de cambio similar a la actual, su poder adquisitivo era mayor, o sea, un exportador con dos mil pesos, hace once años compraba muchos más bienes y servicios que en la actualidad –¿cuánto ha subido la inflación en este tiempo?-. En síntesis, el dólar no sólo está muy barato nominalmente, sino, especialmente en términos reales, o sea de su capacidad de compra.

Si miro este tema desde la medición de nuestra riqueza, podemos decir que el salario mínimo colombiano ha crecido en dólares. En la década de 1980, el salario mínimo de un colombiano era equivalente a 100 dólares más o menos, hoy está cercano a los 300. El ingreso total y el per-capita de los colombianos han subido comparativamente, si se les mide en dólares.

Por eso hoy los colombianos podemos viajar al exterior con una mayor capacidad adquisitiva o comprar productos importados más baratos, con nuestros mismos salarios. Pero, si lo miramos desde la orilla del empresario, sus costos han subido. Hoy los salarios que paga, en dólares son más altos, y sus costos de producción, medidos en la divisa americana, han subido. En otras palabras somos más caros, menos competitivos.

El dilema es, ¿cómo desestimular la entrada de dólares a una economía que todavía tiene muchos problemas sociales que resolver?. Para ello, el gobierno colombiano ha anunciado dos sabias medidas:

Frenar la entrada de  parte de sus ingresos por exportaciones de petróleo, o sea no monetizar a pesos, parte de las divisas que obtiene por regalías de exportaciones de petróleo.

Menguar el déficit fiscal. Para ello, acelerará la desaparición de una exención del impuesto de renta.

Sabias medidas, correctas medidas. Pero no por ello, menos dolorosas. Bajar el déficit fiscal reduce las presiones inflacionarias que genera el Estado y estimula la tasa de interés hacia abajo –el gobierno pide menos dinero prestado-. Pero, aquellos que se beneficiaban de las exenciones tributarias ahora asumirán la carga plena de sus impuestos. Unas son de cal y otras son de arena. Esperemos que esto logre frenar la caída del dólar que, aunque es una tendencia global, está pegando especialmente fuerte en Colombia.

Amigo lector: ¿qué opinas? ¿vamos bien así?, ¿se debe hacer algo más?