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Hace dos décadas Pedro Jiménez Vargas es piloto de barco. Tiene 56 años. Siete hijos. Sonrisa fácil. Se presenta así: “Mi casa flotante es este barco, aquí lo tengo todo. Mi casa queda en la boca de Tamalameque a orillas del río de la Magdalena. Mi familia son mis siete hijos. No tengo esposa, tengo una novia hace 20 años”.
Su rutina a bordo del remolcador Humberto Muñoz, de la Naviera Fluvial Colombiana va, semana tras semana, de Barrancabermeja a Cartagena. Se conoce de memoria los atardeceres, los amaneceres, la soledad del río y su bravura silenciosa. Por ejemplo, en su bitácora de viaje sabe que en el sitio conocido como Bodegas, el río cambia, se vuelve difícil. Del proyecto que busca recuperar la navegabilidad del río y que inició oficialmente...
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