Dos años después de firmarse el Acuerdo de París, en el que 195 naciones se comprometieron a luchar contra el cambio climático y reducir las emisiones de carbono, la pelea, por ahora, se está perdiendo.
Es la percepción que tiene el presidente de Francia, Emmanuel Macron, al destacar que “no avanzamos lo suficientemente rápido y esa es la tragedia”, por lo que aseguró que es hora de pasar a una “fase de acción”.
La comunidad internacional celebra los dos años del Acuerdo, con una llamada a acelerar el cambio de modelo económico para luchar contra el clima y empezar a cumplir los objetivos.
La directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) con sede en París, Teresa Ribera, considera que el papel de Europa sigue siendo clave para cumplir, para lo cual “no es posible rebajar la propuesta de la Comisión sobre los objetivos europeos a 2030”.
En su opinión, el papel europeo continúa siendo fundamental, pero “ser creíble” conlleva un proceso convincente de descarbonización de la economía europea, en un contexto marcado por el Brexit o la “vergonzante reacción a la presión migratoria”.
Entre los logros planteados están los esfuerzos por la reducción del aumento de la temperatura a 1,5 grados.
El primer paso es generalizar las soluciones que ya existen hoy: impulsar al máximo la eficiencia y el ahorro energético, revertir la deforestación e impulsar las infraestructuras verdes-naturales.
Hoy por hoy, todos los países, más una organización regional –la Unión Europea– forman parte del Acuerdo; Estados Unidos es el único país que lo rechaza, tras la decisión del presidente Donald Trump, quien ha expresado su escepticismo acerca del calentamiento global y dijo que “dañaría a las empresas norteamericanas”.
Tarea de todos
Por ello Ribera considera que “llegó la hora de tocar la campaña y exigir a nuestros dirigentes que salgan de la cómoda zona de confort, en la que gracias a Trump parecen haberse instalado”.
En cambio Macron está empleando este aniversario para ganar influencia internacional, por eso no invitó a Trump.
“Macron ha hecho del clima una prioridad de su agenda doméstica, europea e internacional, porque sabe que es una cuestión geopolítica y de industria”, agrega Ribera, quien recuerda que Francia exige ya a las empresas cotizadas que reporten el riesgo climático de sus inversiones.
Entre los compromisos anunciados, el Banco Mundial dio a conocer que dejará de financiar la exploración y extracción de petróleo y gas después de 2019, y que se acerca al objetivo que el 28 % de sus préstamos para 2020 se destinen a la acción climática.
“Estamos determinados a trabajar, poner dinero sobre la mesa y acelerar nuestra acción”, afirmó el presidente de la institución, Jim Yong Kim, decisión que fue celebrada por Greenpeace, al destacar que es una clara señal de la “falta de confianza hacia el futuro de la industria de combustibles fósiles”, indicó Gyorgy Dallos, vocero de la ONG.
Para Samuel Martín-Sosa, miembro de la organización Ecologistas en Acción, el acuerdo fue “débil, sin dientes” y que “ni siquiera menciona los combustibles fósiles, no contempla la aviación y el transporte marítimo internacional”.
Los optimistas consideran al Acuerdo como un generador de conciencia en la sociedad, puntapié inicial de un cambio. Por tanto, se puede decir que París es un posible punto de inflexión. Puede representar una etapa más, para un cambio de modelo respetuoso con el clima, y esto dependerá, en gran medida, de las políticas que se implementen en cada país.