Impuestos a bebidas azucaradas, el otro renglón de la tributaria de Petro

El ministra de Salud designada le pedirá a la cartera de Hacienda incluir esa tasa para los productos ultraprocesados.

Carolina Corcho cooperará con su par de la cartera de Hacienda para implementar un impuesto a las bebidas azucaradas. FOTO: ESNEYDER GUTIÉRREZ

Para el próximo gobierno es prioritario implementar un impuesto a las bebidas azucaradas que tendría como objetivo financiar los gastos en salud del Estado y desincentivar el consumo de esos productos procesados.

Así lo detalló la ministra de Salud designada, Carolina Corcho, quien le pedirá a su par de la cartera de Hacienda, José Antonio Ocampo, tener ese renglón en cuenta en la reforma tributaria que se tramitará en este 2022 y que es la bandera del presidente electo, Gustavo Petro.

La creación de esa tasa ha sido una cuestión de años de debates en el Congreso, pero que jamás ha llegado a buen término por falta de apoyo legislativo y porque la Casa de Nariño no le ha dado mensaje de urgencia.

Eso, sin embargo, podría estar por cambiar porque la ministra Corcho considera que los impuestos a las bebidas azucaradas, “además de tener efectos saludables en la salud pública porque desincentiva el consumo de gaseosas y azúcares, disminuyen las enfermedades crónicas no transmisibles y podrían ser una fuente de recaudo”.

Además de subirle los gravámenes a las gaseosas, jugos de cajita o de bolsa, en las discusiones también se ha tenido en cuenta la posibilidad de implementar un etiquetado de alerta en los productos ultraprocesados.

Todo indica que esas premisas ahora sí encontrarán el visto bueno de los congresistas, pues el tema entraría en la agenda del Gobierno, cuya bancada será mayoritaria en el hemiciclo que tomará posesión el próximo 20 de julio.

Y es que durante años, organizaciones como Red Papaz han pedido a los congresistas que tramiten una ley de comida chatarra que obligue a que los empaquetados de alimentos tengan sellos octagonales señalando los peligros para la nutrición de esas comidas altas en azúcares, sodio, grasas saturadas o edulcorantes.

Ese tipo de etiquetas se aprobaron en Chile desde 2016, el país pionero de Latinoamérica en este tema, y también consiguieron el visto bueno en Argentina y México durante 2021.