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El anuncio del restablecimiento paulatino de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos “envía un impulso positivo al proceso de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc”.
De esta manera califica lo ocurrido Víctor G. Ricardo, quien fue Alto Comisionado para la Paz en las pasadas negociaciones de El Caguán con ese grupo subversivo.
“La división entre esas dos naciones impedía que toda América estuviera sentada en la misma mesa para discutir los temas importantes, por eso esta noticia es recibida con gran positivismo y proyección”, señala el político.
En el entendido de que tanto E.U. como la isla apoyan de manera independiente las conversaciones para el fin del conflicto en Colombia, “que ellos lleguen ahora a un principio de acuerdo envía un mensaje y un claro ejemplo a La Habana: que las diferencias sí se pueden resolver”, expresa Ricardo.
A su parecer, los beneficios podrían extenderse por la región, pues otros estados que tienen desacuerdos con la Casa Blanca, como Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, habían puesto como condición para cooperar que le retirara el embargo a Cuba. Y este es el primer paso.
Una opinión contraria esgrime el senador Alfredo Rangel, del partido Centro Democrático, para quien los acercamientos entre Barack Obama y Raúl Castro “no tendrán ningún efecto sobre los diálogos de paz”.
El congresista de la bancada uribista va más allá en su apreciación: “Lo que sí tiene efecto es que Cuba esté violando su condición de país facilitador, apoyando al grupo terrorista de las Farc y ayudándole a esparcir su propaganda terrorista y a denigrar del Estado colombiano”.
Rangel asevera que es probable que el régimen de los Castro “utilice su Servicio de Inteligencia para filtrar información secreta de los negociadores del gobierno a los miembros de las Farc, para que la usen como ventaja en las conversaciones. Esto se ha dicho en redes sociales y el presidente Santos no lo ha desmentido, es muy probable que sí ocurra”.
Y agrega: “por eso pedimos que se cambie la sede de los diálogos, para otro país que sí cumpla las condiciones de neutralidad de un facilitador”.
Quienes apoyan el proceso de La Habana, sugieren que el acercamiento de Obama y Castro le puede reducir la presión externa.
El senador Roy Barreras, miembro de la Comisión de Paz del Congreso, celebra el hecho, que significa “dejar atrás el último escollo de la Guerra Fría, que no solo le sirve a Latinoamérica, sino a Colombia en su idea de lograr la paz en 2015”.
El militante del partido de la U agrega que una manera en la que esto ayuda es que ahora E.U. y Cuba podrán tener sinergias y canales de comunicación en su tarea de apoyo a las negociaciones con la insurgencia.
“Este hecho desmonta el argumento de quienes se oponen al proceso y señalan que Santos es el símbolo del ‘castrochavismo’. ¿Ahora cómo le van a decir? ¿‘Obamacastrismo?”, acota el senador Barreras.
En el mismo sentido, el representante a la Cámara por el partido Polo Democrático, Germán Navas Talero, precisa que el beneficio no es solo para las gestiones de La Habana, sino “para todos, porque así el mundo está más equilibrado, se deja de estar sonsacando siempre al más pequeño”.
Y advierte: “Al único que le incomoda esto es a Álvaro Uribe, porque si ahora los Castro y Obama están conversando, él ya no podrá seguir con ese sonsonete del ‘castrochavismo’. Le tocará inventarse otro sonsonete”.