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Con piñatas y regalos llevan a los niños a la guerra

En material entregado por un desmovilizado del Eln al Ejército quedó en evidencia cómo en Cauca atraen menores para reclutarlos para sus filas.

  • En reuniones con niños, la guerrilla lleva payasos y algunos se disfrazan de mimos para contarles chistes. FOTO cortesía ejército
    En reuniones con niños, la guerrilla lleva payasos y algunos se disfrazan de mimos para contarles chistes. FOTO cortesía ejército
  • Una vez “enfilados”, los menores de edad son adiestrados por guerrilleros expertos en el manejo y elaboración de artefactos explosivos. FOTO cortesía ejército
    Una vez “enfilados”, los menores de edad son adiestrados por guerrilleros expertos en el manejo y elaboración de artefactos explosivos. FOTO cortesía ejército
  • Un menor de cinco años toma una pistola, al parecer, en uno de los campamentos de la guerrilla en Cauca. FOTO cortesía ejército
    Un menor de cinco años toma una pistola, al parecer, en uno de los campamentos de la guerrilla en Cauca. FOTO cortesía ejército
  • Los guerrilleros del Eln hacen jornadas de juegos con los menores de edad en poblaciones alejadas. FOTO cortesía ejército
    Los guerrilleros del Eln hacen jornadas de juegos con los menores de edad en poblaciones alejadas. FOTO cortesía ejército
  • Los niños reciben regalos como motos, muñecas y balones llevados por los guerrilleros a estas zonas. FOTO cortesía ejército
    Los niños reciben regalos como motos, muñecas y balones llevados por los guerrilleros a estas zonas. FOTO cortesía ejército
  • Luego de charlas dictadas por los guerrilleros, los niños hacen dibujos de rechazo a E.U. y sus políticas. FOTO cortesía ejército
    Luego de charlas dictadas por los guerrilleros, los niños hacen dibujos de rechazo a E.U. y sus políticas. FOTO cortesía ejército
07 de junio de 2015
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La piñata, como cualquier fiesta infantil comenzó a las tres de la tarde. Primero llegaron los niños, luego los payasos y por último los regalos. Hubiese sido una fiesta común, con helados, obsequios, canciones y risas de los pequeños, de no haber sido porque los animadores eran los guerrilleros del Eln.

Sucedió en Huisitó, un pequeño poblado escondido entre montañas y cultivos de hoja de coca en el municipio El Tambo, Cauca, departamento donde en las últimas semanas las hostilidades se han recrudecido por las acciones armadas de la subversión.

En su relato, uno de los habitantes de este corregimiento dice que los niños son felices, “y no hay nada mejor que verlos sonreír cuando reciben un balón, una muñeca o un carrito porque no hay recursos por estos lados, eso es bonito”.

Si bien las fiestas ofrecidas por guerrilleros a los niños de Huisitó no son una constante, las diferentes acciones del Eln y las Farc para ganar adeptos no cesan. El personero de El Tambo, Cauca, Antonio Delgado, reconoce que hay presencia del Eln en la región y esta guerrilla interactúa con la gente, pero, afirma, se debe más a una relación de negocios, porque los elenos —y las Farc—, son los que cobran el porcentaje por los cultivos de uso ilícito.

“Digamos que si uno ve que vienen haciendo reclutamiento, yo diría que posiblemente no. Es normal en esa zona, y en otras donde hay presencia de ellos, como todo el mundo pide regalos para el día de los niños, para el 31, para Navidad, ellos entregan esos regalos, pero no sé si con la mentalidad de reclutar”, explica el Personero Municipal.

Se los llevan con engaños

El engaño es una de las formas más utilizadas por los grupos armados ilegales para llevarse los menores de edad a sus filas o volverlos colaboradores.

No solo son las fiestas y los regalos entregados por ellos en fechas especiales; también las promesas de un salario, estudios, regalos más grandes como motos y un mejor futuro, son “la miel utilizada” por las guerrillas para sumar más muchachos a sus estructuras.

Luego, ya en el grupo, comienza un entrenamiento militar que va desde conocer las armas hasta planear ataques a la Fuerza Pública.

El coronel Jorge Hernando Herrera Díaz, comandante de la Brigada 29 del Ejército Nacional, ha visto en los últimos años cómo muchos jóvenes de Cauca —y otras regiones del país— son atraídos con esas promesas y luego los entrenan para cumplir misiones como identificar cada soldado y el armamento que llevan, quién lleva la ametralladora y dónde está durmiendo, cuántas granadas de mano tiene cada soldado, qué tipo de fusiles llevan.

“Después los reclutan y les hacen cumplir misiones de artefactos explosivos y detonarlos donde estén las tropas. Hay muchos casos que hemos presenciado de jóvenes que son utilizados para llevar estos artefactos. Hace un mes se nos desmovilizó una niña de 14 años, que era la compañera sentimental de un cabecilla de escuadra, y se nos desmovilizó porque la sorprendimos llevando de noche unos explosivos hacia donde estaban unas tropas y ella tenía la orden de activar un campo minado”, cuenta el coronel Herrera.

Esta fue una de las situaciones que sucedió en Buenos Aires, Cauca, cuando el pasado 14 de abril murieron 10 soldados en un ataque de las Farc. Según Inteligencia Militar, un menor de edad fue quien entregó la información a la estructura guerrillera de cómo estaban acantonados los soldados en esa cancha, el tipo de armamento y las horas en las cuales dormían.

El problema, agrega el coronel Herrera, es que estos jóvenes cuando se dan cuenta del error buscan escaparse, y si lo hacen y son atrapados nuevamente, les hacen consejo de guerra y pueden castigarlos o hasta asesinarlos.

“Hemos tenido en el sector El Tambo una serie de operaciones que llevaron a que en el 2014 se desvincularon en menos de dos meses ocho menores de edad, que fueron llevados con este es tipo de engaños donde les dijeron que les darían dinero o irían a estudiar, pero los llevaron a estudiar los estatutos de estos grupos”, explica el general Herrera.

Hay pocas denuncias

En la hoja de papel, uno de los niños dibujó, por instrucción de un guerrillero, la lección que acababa de recibir en el aula de la escuela: “Colombia y Santos es un país arrodillado al imperio”, decía en letras rojas en un mapa de Colombia en el que un señor con sombrero y bandera extranjera seguía a Colombia.

De esa reunión se enteró tiempo después el coronel Herrera, y supo también, por un parroquiano, que les decían a los 70 niños que se les agruparán, que se fueran con ellos, que les iban a enseñar a armar los fusiles, a armar explosivos, y a entrenarlos sobre cómo hacer emboscadas al Ejército. Algunos se fueron, y ante el reclamo de la comunidad, la guerrilla alegó el derecho a la libre determinación.

Sin embargo, Aída Suárez, presidente de la Organización Indígena de Antioquia y vocera de la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic, asevera que en el caso de un niño, este derecho no opera. “En ese momento no cuenta la libre determinación en los menores, sobre todo en la juventud indígena, por lo que sabemos que uno u otro grupo armado siempre tienen mecanismos para incidir sobre la juventud para que tomen esta decisión de hacer parte de sus filas”.

Ese día de los 70 niños, 10 se fueron con la guerrilla, y no hubo denuncias, o no se han presentado hace tiempo.

El fenómeno lo explica el defensor del Pueblo, regional Cauca, Mauricio Redondo Valencia: “La situación es reiterada, lo que pasa es que hay un subregistro muy grande porque las familias no denuncian por cuestiones de seguridad”.

Dice el defensor que el tema del reclutamiento infantil es muy complicado porque afecta a la familia y su entorno escolar e involucra a toda la comunidad. Por esto han hecho alertas tempranas “actualizadas en Toribío, Jambaló, Caldono, Silvia, Inzá, El tambo, esos son los municipios identificados, y en los que hay informes de riesgo, Suárez, Buenos Aires y Corinto”.

Para el habitante de Huisitó esa alegría reflejada en la cara de los niños cuando reciben los regalos reconforta su alma, pero dura poco, “porque meses después es más triste verlos partir con ellos (la guerrilla) al monte, y entrar en la noche con la zozobra de no saber si ese hijo que se fue volverá pronto” .

5.753
menores recuperados de guerrillas desde 1999.
14
años es la edad promedio del reclutamiento de menores.

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